Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 3 de abril de 2003
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Mundo

Miguel Marín Bosch /I

La guerra y la ONU

Una señora llega a su casa y encuentra a su hijo con la televisión prendida.

-ƑQué haces? -le pregunta la madre.

-Nada, viendo la guerra -responde el niño.

La guerra, para los que la sufren en Irak y para los que la vemos por televisión, será un hito importante del siglo que ahora empieza. Es una guerra muy planeada, muy esperada y largamente programada.

Tras los ataques aéreos y la invasión terrestre a Irak, se ha suscitado un intenso debate sobre la legalidad de la acción militar de Estados Unidos y el Reino Unido (y de los demás miembros de la llamada coalición, cuya contribución es, salvo en el caso de Australia, meramente simbólica). Se ha discutido el papel (o no papel) de Naciones Unidas. En éste y el siguiente artículo plantearemos una serie de consideraciones que quizá nos ayuden a comprender mejor lo que está pasando en este mundo unipolar en el que una sola potencia se arroga el derecho de decidir por los demás miembros de la comunidad internacional.

La ilegalidad de la guerra

Entre muchas otras cosas, el siglo XX será recordado por dos acontecimientos que inciden de manera directa en la crisis de Irak. Por un lado se logró la prohibición del uso de la fuerza salvo en situaciones determinadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Por el otro aparecieron, se desarrollaron y proliferaron las armas de destrucción en masa (biológicas, químicas y nucleares) y sus vectores (los proyectiles para transportarlas).

La Carta de la ONU señala que son únicamente dos las circunstancias en que se podría autorizar el uso de la fuerza. La primera es el resultado de una determinación del Consejo de Seguridad de la existencia de una "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión". La segunda es el derecho de legítima defensa que puede ejercer un país siempre y cuando lo comunique inmediatamente al Consejo de Seguridad que, a su vez, decidirá lo procedente.

En 1950, por ejemplo, el Consejo de Seguridad determinó que Corea del Sur había sido víctima de una agresión de Corea del Norte y, por tanto, autorizó el uso de la fuerza. Así empezó la guerra de Corea. Cuarenta años después, en 1990, el Consejo determinó que Kuwait había sido víctima de una agresión de Irak y volvió a autorizar el uso de la fuerza. El resultado fue la guerra del Golfo.

Las discusiones en la ONU que culminaron en la acción bélica contra Irak se remontan al discurso del presidente George W. Bush, el 12 de septiembre, en el debate general de la sesión anual de la Asamblea General. Dedicó casi la totalidad de su alocución al tema de Irak y a la supuesta amenaza que representa para su región y el mundo entero. Concluyó anunciando que Estados Unidos trabajaría con el Consejo de Seguridad para que se adoptaran las resoluciones necesarias, mismas que el consejo tendría que hacer cumplir "o será inevitable que tomemos medidas". Ahí estaba el anuncio de lo que vendría.

Siguieron semanas de negociaciones en el Consejo de Seguridad y, por fin, el 8 de noviembre de 2002 se aprobó por unanimidad la resolución 1441. En ella se decidió que "Irak ha incurrido y sigue incurriendo en violación grave de sus obligaciones" conforme a las diversas resoluciones adoptadas desde 1990 y se le dio "una última oportunidad de cumplir con sus obligaciones en materia de desarme". Para esto último se instauró un régimen de inspección reforzado (Unmovic). Tras una larga lista de condiciones, la resolución 1441 concluyó que si Irak sigue infringiendo sus obligaciones "se expondrá a graves consecuencias".

Pasaron los meses de noviembre y diciembre y no todos los miembros del Consejo de Seguridad estuvieron satisfechos con los avances de las inspecciones de Unmovic. Los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido perdieron la paciencia y, junto con Bulgaria y España, promovieron a principios de año un segundo proyecto de resolución. Estados Unidos no estaba convencido de la necesidad de una segunda resolución, pero el primer ministro del Reino Unido insistió en que era necesaria para apaciguar a su opinión pública, que pedía que la ONU autorizara el uso de la fuerza. Sin embargo, el proyecto de resolución no incluyó la idea de que el Consejo de Seguridad hubiera determinado que Irak constituía una amenaza a la paz y seguridad internacionales y, por consiguiente, se podría recurrir a la acción militar.

La mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad no estuvo de acuerdo con el planteamiento de Estados Unidos y el Reino Unido, y el proyecto de resolución nunca fue sometido a votación. Ante la imposibilidad de conseguir nueve votos en el consejo (mínimo requerido para la aprobación de una resolución), Estados Unidos optó por actuar al margen de la ONU. Y el 17 de marzo el presidente Bush lanzó su ultimátum al gobierno de Irak y el primer ataque se realizó en la mañana del 20 de marzo.bag22-093656-pih

Muchos han coincidido con la afirmación del secretario general de la ONU de que la acción militar en Irak es ilegal sin el aval del Consejo de Seguridad. Se equivocan. Es ilegal, punto. Para que fuera legal el consejo tendría que determinar que Irak y sus armas de destrucción en masa constituyen una amenaza para la paz y seguridad del mundo. Pero la mayor parte de los miembros del consejo no comparten esa apreciación. Por eso Estados Unidos y el Reino Unido no consiguieron la aprobación de una nueva resolución.

Estados Unidos no ha invocado el artículo 51 de la Carta de la ONU que trata de la legítima defensa. Simplemente, con sus seguidores ha decidido actuar unilateralmente poniendo en marcha su nueva doctrina militar en la que se arroga el derecho de atacar de manera preventiva a un supuesto enemigo. Busca derrocar al gobierno de Irak y desarmarlo.

Por eso hizo bien el presidente Fox, en su mensaje a la nación del 17 de marzo pasado, en distanciarse de la decisión unilateral del gobierno de Estados Unidos de declararle la guerra a Saddam Hussein. Puso énfasis en la vía multilateral y en el peligro que entraña la proliferación de las armas de destrucción en masa y sus vectores.

Lo que procede ahora es que los miembros del Consejo de Seguridad que se oponen a la guerra presenten un proyecto de resolución que declare ilegal el uso de la fuerza por Estados Unidos y su coalición. Eso sería un acto de congruencia. Los gobiernos que defienden el derecho internacional deben actuar en consecuencia. El movimiento se demuestra andando.

Sin duda Estados Unidos y el Reino Unido vetarían ese proyecto de resolución. Cuando eso ocurra, el siguiente paso sería trasladar el tema a la Asamblea General de la ONU, valiéndose de la resolución 377 (V), conocida como Unión pro paz, que Estados Unidos impulsó en 1950 ante los reiterados vetos de la entonces Unión Soviética en el Consejo de Seguridad. Dicha resolución contempla la posibilidad de que la Asamblea General, ante la parálisis del Consejo de Seguridad, examine "inmediatamente el asunto, con miras a dirigir a los miembros recomendaciones apropiadas para la adopción de medidas colectivas, inclusive, en caso de quebrantamiento de la paz o acto de agresión, el uso de fuerzas armadas cuando fuere necesario, a fin de mantener o restaurar la paz y la seguridad internacionales".

En 1980, tras la invasión de Afganistán por la Unión Soviética y ante la parálisis del Consejo de Seguridad, México, acompañado por Filipinas (otro miembro no permanente), tomó la iniciativa de llevar la cuestión a la Asamblea General conforme a la resolución Unión pro paz.

ƑPor qué no se hace lo mismo ahora?

Ayer México asumió la presidencia del Consejo de Seguridad, cargo que se rota mensualmente entre sus 15 miembros siguiendo el orden alfabético en inglés. Es un momento complejo para la ONU. El margen de acción del presidente del consejo es limitado pero, si actuamos con firmeza y somos consecuentes con los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas, podría convertirse en una magnífica oportunidad para contribuir a definir el rumbo de la organización que anhelamos.

No se trata nada más de asegurar la ayuda humanitaria a Irak o de proteger a su población civil o de preservar sus pozos petroleros o su integridad territorial. Todo eso está muy bien. Pero es menester algo más si Naciones Unidas va a recuperar un poco de lo mucho que ha perdido. Ese será el tema del siguiente artículo, que aparecerá dentro de 15 días.

El autor fue subsecretario de la SRE

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