Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 15 de marzo de 2003
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Política

Miguel Concha

Llamado urgente

No obstante las múltiples manifestaciones de rechazo a la guerra, el gobierno estadunidense insiste en emprender una inmoral "guerra preventiva" contra Irak. Organizaciones nacionales e internacionales, y ciudadanos conscientes de la repercusión de este acto de barbarie, se han manifestado en contra de esta intervención armada, que podría significar cientos de miles de víctimas y el debilitamiento del sistema universal de protección de los derechos humanos. Estados Unidos y sus aliados han aprovechado inclusive la preocupante situación de los derechos humanos en Irak para pretender justificar hipócritamente su guerra, manipulando la información proporcionada por activistas de distintas organizaciones, que en el pasado han documentado las violaciones generalizadas a los derechos humanos de ciudadanos iraquíes. Por contradictorio que parezca, fueron estos mismos gobiernos los que hicieron caso omiso de los informes que presentaron desde antes de la Guerra del Golfo organizaciones como Amnistía Internacional, y son también los que en su momento se quedaron callados frente al asesinato de miles de kurdos desarmados de Halabja. Dos pesas y dos medidas para juzgar la situación de los derechos humanos en el mundo. Una lucha honesta y una serie de campañas políticas deshonestas para supuestamente luchar por la vigencia de los derechos humanos.

Causa realmente horror el que a estas alturas organizaciones internacionales de derechos humanos se encuentren ya demandando en el seno de los organismos de la ONU que se lleven a cabo medidas necesarias para la protección de la integridad y seguridad de todas las personas que se encuentren en territorio iraquí, ante la inminencia de la guerra, lamentando al mismo tiempo el que no se estén tomando responsablemente en cuenta en esta decisión los costos humanos que traerá consigo esta aventura bélica.

La situación de los derechos humanos en Irak puede inclusive deteriorarse más después de la guerra, como se ha deteriorado a raíz del bloqueo económico aprobado hace 10 años por Naciones Unidas, que no ha tenido ningún beneficio para el pueblo iraquí, sino que, por el contrario, ha agravado profundamente sus condiciones de vida.

Junto a los millones de voces que han expresado un rotundo no a la guerra, las manifestaciones artísticas, las oraciones y plegarias de diversos grupos religiosos a favor de la paz, reiteramos nuevamente nuestro rechazo a la guerra, y hacemos un llamado al Consejo de Seguridad para que no se canse de buscar una solución por medios pacíficos al conflicto de Irak, y que por encima de todo considere a los miles de civiles que perderán la vida a causa de los bombardeos o de combates internos. El Consejo de Seguridad, en su calidad de guardián de la paz y la seguridad internacionales, debe recordar que el uso de la fuerza es el último recurso, y que sólo puede utilizarse en pleno cumplimiento del derecho internacional. Las naciones no han agotado las posibilidades del diálogo y de una solución no violenta a este conflicto. No se debe olvidar que la ONU fue creada precisamente para preservar la paz y fomentar los derechos humanos, y no para servir de escenario para el debate entre naciones belicosas, que buscan fortalecer su poderío militar y económico.

En los momentos más importantes de la discusión acerca de la iniciativa de guerra estadunidense contra Irak, nos encontramos frente a la postura tibia y sin definiciones de México. Aun con una tradicional política exterior muy clara, las actuales autoridades mexicanas no parecen encontrar la fórmula perfecta que combine la promoción de la paz y la necesidad de mantener relaciones económicas y políticas favorables con la administración de George W. Bush. México debe definir a la brevedad una posición firme e insumisa, que refleje los principios de su política exterior y que a su vez recoja las voces de los ciudadanos mexicanos que se han pronunciado en contra de la posibilidad de una intervención armada a Irak.

No es posible que la actual administración federal, que se dice de extracción panista, y por lo tanto ligada a la democracia cristiana internacional, nos vaya a salir ahora con que "el fin justifica los medios", cuando lo contrario ha sido un principio defendido por sus congéneres en política. "Los medios son como la semilla y el fin como el árbol -decía Mahatma Gandhi-. Entre el fin y los medios hay una relación tan indisoluble como entre el árbol y la semilla. Si me postro ante Satán, no hay nada que me autorice a esperar los resultados que Dios concede a los que lo adoran".

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