Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 15 de marzo de 2003
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Política

Bernardo Barranco V.

El Vaticano ante Bush e Irak

El miércoles 5 de marzo, el cardenal Pio Laghi, amigo personal de la familia Bush desde los tiempos de Solidarnosc, entregó una carta del Papa a George W. Bush en la que el Vaticano reitera su postura opuesta a atacar Irak.

El Papa y el Vaticano han estado muy activos en favor de una solución negociada en el ámbito de Naciones Unidas y del derecho internacional, enfrentando sin duda a Washington y al presidente Bush. En las pasadas semanas, el Papa recibió al secretario general de la ONU, Kofi Annan; al viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz; al ministro de Relaciones Exteriores de Alemania y presidente de turno del Consejo de Seguridad de la ONU, Joshka Fischer; al mandatario español José María Aznar, así como al primer ministro británico Tony Blair. De igual modo, en días pasados envió una misión diplomática a Bagdad, encabezada por el experimentado cardenal Roger Etchegaray, quien entregó un mensaje del pontífice a Saddam Hussein, y el pasado 4 de marzo Juan Pablo II recibió al presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio Berlusconi, quien junto con Aznar respalda la postura belicista de Bush.

Pio Laghi expresó en Washington, luego de su entrevista con Bush, que el gobierno iraquí está obligado, primero, a cumplir total y plenamente sus obligaciones internacionales en lo relativo a los derechos humanos y al desarme, siguiendo las resoluciones de la ONU en el respeto a las normas internacionales. En segundo lugar, estas obligaciones y su cumplimiento deben seguir ejecutándose en el ámbito de Naciones Unidas. Luego del encuentro resumió la postura católica: "La Santa Sede considera que aún hay vías pacíficas en el contexto del vasto patrimonio del derecho internacional y de las instituciones que existen para tal propósito. Una decisión relativa al uso de la fuerza militar sólo se puede tomar en el ámbito de Naciones Unidas, siempre teniendo en cuenta las graves consecuencias de un conflicto armado de esas características: el sufrimiento del pueblo iraquí y de los implicados en esa operación militar, la posterior inestabilidad de la zona y una nueva brecha entre el Islam y el cristianismo".

Más allá de los intereses y posturas pacifistas, Ƒqué pretende el Vaticano? ƑPor qué si se alineó con Washington, construyendo la santa alianza para enfrentar el socialismo real en los 80, ahora no lo hace frente a Irak? ƑPor qué desde la caída del Muro de Berlín hay un distanciamiento real entre la Santa Sede y Estados Unidos?

Sin duda el Vaticano ha tomado distancia de las reiteradas alusiones religiosas en las que Bush incurre en su discurso para legitimar su postura. Una de las más audaces fue en su pasada conferencia en la que dotó a la libertad americana de virtudes teológicas y divinas, pero antes fue el eslogan retomado del anticomunismo de Reagan, pero esta vez para denominar imperio del mal al terrorismo islámico.

La geopolítica wojtyliana ha rechazado la división del mundo, su perspectiva es universalista; si antes la fractura era entre este y oeste, hoy está entre norte y sur. De ahí su crítica a una globalización excluyente y al capitalismo depredador. Después del derrumbe socialista, el Vaticano no simpatizó con los postulados del "fin de la historia". Ya en la encíclica Centesimus annus (1991) el Papa sentencia una actitud reticente frente al capitalismo de mercado: victorioso, pero consumista, individualista, hedonista y pagano. Juan Pablo II se ha opuesto a pensar un mundo unipolar, dominado culturalmente por la globalidad estadunidense. Efectivamente, si existió una convergencia natural entre Reagan y Juan Pablo II para confrontar la antropología marxista de la Unión Soviética, a partir del inicio de los 90, precisamente en la Guerra del Golfo, el distanciamiento ha sido inevitable. El Vaticano se opuso no sólo a la intervención militar, sino a la cruzada antislámica propuesta por Bush padre. En ese sentido el Vaticano no ha caído en la tentación del "choque de civilizaciones" y ha tomado distancia de las continuas alusiones que a partir del fatídico 11 de septiembre hacen tanto Bin Laden como Bush. Dos posturas radicales que intentan sustentar sus posiciones manipulando lo sagrado y las identidades culturales. Dicho con otras palabras: la prudencia de la Santa Sede en la confrontación contra los países árabes, su rechazo a aislar países como Irak, Libia, Palestina e incluso Cuba, se deriva no sólo de los principios cristianos, sino de no ser alineada como un activo más de "Occidente". La eclesiosfera vaticana es universal, diría Emile Poulat, y hoy uno de sus principales adversarios culturales es Estados Unidos. La opinión pública internacional ha sabido apreciar estos esfuerzos del Papa por evitar el estallamiento de la guerra; la Santa Sede ha sabido actuar con sagacidad medible sólo en el largo plazo: desde Juan XXIII con la Pacem in terris, ha venido ganando posiciones y ha acrecentado su poder afirmándose desde su especificidad religiosa. En este proceso de posicionamiento a escala internacional ha quedado claro que la dimensión religiosa-espiritual, fundamentada por el catolicismo, jamás se ha desligado de lo social. Para la Iglesia que integra en su dimensión religiosa la aspiración de "transformar el mundo" están claras sus reservas en el actual proceso de configuración mundial que se va dibujando.

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