Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 13 de marzo de 2003
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Editorial
 
AUSENCIA PRESIDENCIAL, VACIO LEGAL

sol-2La intervención quirúrgica a la que hubo de someterse ayer el presidente Vicente Fox, de la que ya se repone, dio pie para que la clase política del país trajera a colación las lagunas constitucionales en torno de la ausencia del titular del Poder Ejecutivo federal. Por fortuna, la operación de columna practicada ayer a Fox no implicó, según las voces mayoritarias y el sentido común, una "falta" como aquellas a las que hace referencia el texto constitucional en sus artículos 84 y 85.

De hecho, y por una inaudita buena suerte, el país no se ha visto en tal situación desde los tiempos del maximato, hace ya siete décadas, cuando Plutarco Elías Calles ponía presidentes a su antojo y los obligaba a dimitir antes del término de sus periodos. El paso del mandatario por el quirófano del Hospital Central Militar sería, en palabras de legisladores de distintos partidos, equivalente a unas horas de sueño y descanso. Así, aparte de la estridencia habitual del jurista Ignacio Burgoa Orihuela, según el cual Fox habría debido pedir licencia temporal para separarse del cargo, predominaron la sensatez y la tolerancia ante un mero quebranto de salud.

Pero los vacíos de la Carta Magna siguen allí, como reconoció la semana pasada el propio Fox, y representan un riesgo potencial para la estabilidad y la institucionalidad. El precepto constitucional que, en ausencia del titular del Ejecutivo, otorga al Congreso de la Unión -o a su Comisión Permanente- la facultad de nombrar un presidente provisional o interino resulta complicado y poco eficiente, y podría dar lugar a interregnos inciertos y difíciles. Al pasar a manos del Legislativo la tarea de resolver la ausencia del jefe del Ejecutivo, la Constitución omite, además, la definición de una línea sucesoria precisa para evitar que la Presidencia permanezca acéfala en caso de incapacidad, ausencia o muerte de su titular. Ese escenario hipotético, pero posible, resulta particularmente grave si se considera que, en nuestro país, la jefatura del Estado y la jefatura del gobierno recaen en una misma persona.

Sería pertinente, además de propiciador de consensos políticos, que el Legislativo se abocara a perfeccionar y afinar el texto constitucional en esos aspectos.
 

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