Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 13 de marzo de 2003
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Cultura
El eminente narrador cumple 70 años y recibirá un homenaje en Bellas Artes

Viajar me dio la libertad absoluta para el quehacer escritural: Pitol

El FCE publicará en breve sus obras completas y Pretextos, editorial valenciana, su nuevo libro Cuento, novela, traducciones, ensayo y periodismo de opinión pueblan su vasta obra

CESAR GÜEMES

Dice que empezó tarde a escribir, pero en su bibliografía, a punto de conmemorar su aniversario número 70, hay numerosos libros de cuento, novela, traducciones, ensayo y periodismo de opinión, por los que ha recibido premios nacionales e internacionales. Sergio Pitol cumplirá el martes 18 de marzo siete décadas de existencia, y el próximo domingo, a las 12 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, recibirá un homenaje con la participación de Alvaro Mutis, Carlos Monsiváis, Rosa Beltrán, Adolfo Castañón y Pedro Angel Palou.

En entrevista, Pitol ofrece dos noticias: el anuncio de sus obras completas, a punto de ser publicadas por el Fondo de Cultura Económica (FCE), y los primeros comentarios sobre el nuevo libro que editará en breve la casa valenciana Pretextos.

pitol_sergio_06-Sus obras completas se pondrán a circular ya muy pronto, ¿qué las demora?

-Ya están preparados los primeros volúmenes para darse a conocer. Me han hecho trabajar mucho esos libros, porque quiero que sean ya las versiones definitivas. La dilación consiste en que debo escribir aparte, para cada libro, un prefacio. Esta labor me hace ver que he escrito mucho, y a esto habría que añadir lo que está publicado en revistas o suplementos, más los textos que he leído en conferencias y ponencias varias. El caso es que al releer lo escrito veo que existe una clara unidad en mi obra sin llegar a la monotonía temática o formal. Vamos, que me he movido buscando nuevas formas narrativas.

Primero lector, luego narrador

-¿Qué le da unidad a su vida?

-La literatura, por principio y fin de cuentas. He tenido muchas vidas tanto en lo profesional como en lo personal, he residido en muy distintos países, y todo está ligado a mi literatura.

-¿Así fue siempre?

-Creo que sí. Desde niño fui un lector de tiempo completo. Mi existencia está en los libros que me ha correspondido escribir. Prácticamente todas las circunstancias por las que he pasado permean mis historias.

La vida de Sergio Pitol ha transcurrido por libros de cuento y novela. Los relatos se agrupan hasta hoy, poco antes de que aparezcan en sus obras completas, en volúmenes que cronológicamente se publicaron en este orden: Victorio Ferri cuenta un cuento, Tiempo cercado, Infierno de todos, Los climas, No hay tal lugar, Del encuentro nupcial y Nocturno de Bujara. Como novelista, su producción se encuentra en obras como El tañido de una flauta, El desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal. Entre los reconocimientos a su trabajo literario se encuentran los premios Xavier Villaurrutia (1981), Herralde de Novela (1984), el Nacional de Artes y Letras (1994) y el Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 1999.

Recuerda Pitol: ''A los 25 años comencé a escribir, se supone que un poco tarde porque mis amigos que se dedicaban a lo mismo ya para entonces habían estrenado obras de teatro o publicado algunos libros de cierto alcance. A diferencia de Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo o José de la Colina, todos amigos míos, mi obra apenas comenzaba. Entonces no tenía la idea de ser escritor, sino lector".

Cuenta el también autor de Vals de Mefisto, Juegos florales y El arte de la fuga, que durante un viaje a Venezuela escribió poesía, con la idea de publicarla en cuanto llegara a México, ''pero todos quienes leyeron los poemas me hicieron la sugerencia de que los dejara descansar un rato para eliminar lo débil y potenciar los textos que tuvieran posibilidades estéticas. Total, que no recibí lo que puede decirse comentarios francamente favorables. De modo que dejé esos poemas en el olvido.

''Pero luego, en una temporada que pasé en Tepoztlán, rodeado de libros, solo, una buena tarde me hice a la idea de escribir una crónica del sitio, pero lo que salió fue el relato Victorio Ferri cuenta un cuento. Me quedé sorprendido con la espontaneidad de la creación, como si las famosas musas me hubieran dictado las líneas una tras otra.

''Por último adecenté el cuento y cuando lo vi completo me pasé a otro y otro. En dos semanas en Tepoztlán hice Amalia Otero y En familia."

-Las musas llegaron en grupo, parece.

-Eso pienso. Tres cuentos en dos semanas, aun con mi ímpetu de entonces, me parece un ritmo magnífico. Después del volumen Tiempo cercado, sin embargo, las musas estuvieron ausentes, y no las extrañaba ni las buscaba. A lo largo de varios años no tuve necesidad de escribir y pensé que mi obra, muy breve por cierto, ya estaba concluida. Pero no, luego de un viaje por Europa a inicios de los años 60, comencé a escribir el que sería mi siguiente libro. Ya la segunda tanda de cuentos me eran más propios, porque de algún modo antes estaba muy influido por historias que me había contado mi abuela. Luego de ese paso por Europa, específicamente Roma, vinieron uno tras otro los libros de cuento.

Camino con libertad de opciones

-Hasta que llegó a la novela.

-Así es, llegué más tarde, pese a que uno de mis géneros favoritos fue siempre la novela. La intenté antes, pero la anécdota que pensaba desarrollar en forma novelada se me condensaba al momento de escribir y terminaba en relato. Después de mi paso por Montenegro, en la ex Yugoslavia, hice un texto que al releerlo me pareció que podía ser más amplio, de modo que operó en mí el impulso contrario al anterior y conseguí diversificar un relato hasta convertirlo en novela. De ese texto que yo creía cuento, nació, pues, mi primera novela, El tañido de una flauta.

-¿Cómo le ayudó a escribir el hecho de dedicar parte de su vida a viajar, por iniciativa propia o por encargo diplomático?

-Me dio una libertad absoluta. Claro, de 1961 a 1972, cuando me dediqué a ser free-lance y me mantuve de hacer traducciones, fui completamente libre. No tenía que leer lo que estaba de moda, ni acercarme a las corrientes llamémosle normales de la literatura; no tuve jefes ni subalternos, sólo respondía a mi necesidad de moverme. Lo único que necesitaba entonces era mi máquina de escribir y mis diccionarios. Los viajes de entonces me permitieron conocer las otras literaturas, me refiero a las centroeuropeas y eslavas. La libertad de opciones me enseñó el camino.

-¿Tiene algo preparado? ¿Puede darnos alguna primicia?

-Estoy por terminar mi nuevo libro, El mago de Viena. Es un volumen conformado por fragmentos narrativos, crónica autobiográfica, fragmentos de ensayos y planteamientos sociales y literarios. Lo editará este año Pretextos, la célebre editorial valenciana.

-¿Está en paz con su obra al llegar a los 70 años?

-Nadie se siente del todo satisfecho, salvo quienes son complacientes consigo mismos. Reconozco que de mi trabajo me gustan algunas páginas, ciertos pasajes. En la literatura busco los retos, sobre todo en la forma. Cuando siento que agoto un ejercicio determinado, paso a otra cosa. Me doy cuenta cabal de que no he hecho el libro que deseo y, lo digo con entereza, puede ser que ya no lo haga.

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