Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 13 de marzo de 2003
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Mundo

El cardenal Sandoval Iñiguez y la abadesa Tekla Famiglietti iniciaron la discordia

Enojo de la jerarquía católica cubana por la intromisión de un sector del clero mexicano

No fue tomada en cuenta para la instalación de un convento de las hermanas brigidinas

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 12 de marzo. La jerarquía católica cubana mostró hoy la herida abierta que dejó la intervención de un sector del clero mexicano y la abadesa general de las hermanas brigidinas para gestionar ante el presidente Fidel Castro la instalación aquí de un convento de la orden, formalizada el pasado fin de semana.

Una declaración pública de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) confirmó que los promotores mexicanos, encabezados por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez -y la abadesa Tekla Famiglietti- realizaron sus gestiones ante Castro y el Vaticano sin tomar en cuenta al arzobispado de La Habana.

Sólo cuando todo estuvo amarrado, la monja italiana pidió al cardenal y arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, la aprobación canónica para fundar la congregación en la arquidiócesis, según los obispos cubanos.

De acuerdo con especialistas en el tema, este paso tendría que haber sido el primero después de la autorización papal.

La COCC también reprochó tácitamente que fue marginada de las decisiones para ubicar el convento y de los preparativos de la apertura y bendición del edificio, a pesar de que las ocho brigidinas que se instalaron aquí dependen jerárquicamente de Ortega.

Todo lo realizaron "la abadesa, sus colaboradores mexicanos y las autoridades del gobierno cubano", señaló la declaración.

Ningún obispo cubano estuvo en los actos de apertura de la casa de las brigidinas, y la COCC confirmó ahora que tampoco designó a ningún representante oficial de la ar-quidiócesis de La Habana.

La declaración hizo notar que la bienvenida que brindó Ortega a las hermanas brigidinas, en una misa en la catedral de La Habana el sábado pasado, fue omitida por los medios informativos cubanos.

La COCC también contrastó la actitud del papa Juan Pablo II durante su visita a Cuba, "caracterizada por la dignidad, el respeto, la serenidad y la moderación que le son habituales", con "los excesos en las palabras y en gestos que hemos constatado en estos actos de algunos personajes de la Iglesia, como resultado de la improvisación y del talante personal de cada uno".

Este último tramo parece apuntar a la monja italiana, que gestualmente hizo notorio el afecto personal hacia Castro, a quien llamó "querido comandante" y "mi querido hermano", todo lo cual fue registrado en la cadena nacional de televisión.

Los obispos cubanos recordaron que "desde hace mucho tiempo" han pedido autorización al gobierno para el ingreso de más de 15 congregaciones religiosas, así como de sacerdotes y de monjas de órdenes ya instaladas en Cuba.

"Es deseo de Juan Pablo II que también estas solicitudes encuentren una respuesta positiva, como lo ha expresado en sus mensajes a la Iglesia, al gobierno y al pueblo de Cuba", concluyó la declaración.

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