Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de febrero de 2003
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Política

León Bendesky

Parálisis

Mientras en el mundo hay una efervescencia política y ciudadana provocada por las intenciones belicistas del gobierno de Bush y quienes lo secundan, como se advierte en las multitudinarias marchas del fin de semana en muchas ciudades, en México el panorama nacional está dominado por la parálisis. Lo que más debemos reclamar a Vicente Fox es que está convirtiendo al país en un lugar donde las perspectivas se acortan, las propuestas que se hacen son foco de disputa, las acciones que se emprenden confunden los ámbitos de su competencia y las referencias intelectuales son hueras. En esto, y vale la pena insistir, no hay cambio con respecto a la experiencia que tuvimos con Ernesto Zedillo, aunque se llegó a esperar otra cosa.

El pasado viernes 14, el INEGI hizo públicos los resultados económicos de 2002. Se comprobó lo que ya se sabía: un año más de muy lento crecimiento de la producción, que solo alcanzó una tasa de 0.9 por ciento, la mitad de la que originalmente proyectó Hacienda. El estancamiento en los dos años del gobierno actual es completo, el producto apenas ha crecido en promedio 0.3 por ciento. En 2002 la actividad del sector agrícola registró una tasa de -0.4 por ciento, cifra que contrasta de modo muy evidente con las afirmaciones que se hacen reiteradamente acerca de que el sector no padece ninguna crisis. La industria manufacturera cayó -0.6 por ciento ante la falta de estímulo externo y el letargo del mercado interno. Los servicios aumentaron 1.6 por ciento, pero con registros muy desiguales entre las actividades que los componen, ya que el comercio descendió -0.4 por ciento, mientras que los servicios financieros crecieron 4.4 por ciento en una economía en la que los bancos viven de las rentas del Fobaproa y del IPAB sin cumplir una función productiva de relevancia.

Ese es el panorama de la economía, marcado por la parálisis productiva y los conflictos sociales. Ya no puede alegarse que el gobierno es nuevo, que requería un tiempo de acomodo y aprendizaje. Ya ha transcurrido un tercio de su periodo y es cada vez más notorio que no tiene una dirección claramente establecida, basada en un proyecto con instrumentos bien definidos y eficaces para alentar la recuperación y hacer que el discurso político tenga, aunque sea, alguna relación con la experiencia cotidiana de la gran mayoría de la gente.

La atención de este gobierno no está fija en el objetivo de conseguir mover la producción y salir poco a poco, pero de modo sostenido de la parálisis.

Esta semana Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, hizo en un programa radiofónico comentarios en verdad candorosos. Ahí dijo lo que en la calle se sabe bien acerca de la situación de la economía: "...lo que pasa con la producción industrial y manufacturera en Estados Unidos le pega directamente a México de manera amplificada... Yo creo que la otra parte es que en México no se ha hecho la tarea realmente para fomentar la inversión... y para aumentar la competitividad... Hemos estado perdiendo competitividad y esto tiene que ver, en buena medida, con las reformas que no se han hecho". "Yo creo -añadió- que esto va lento, entonces, estamos en una situación en la cual estamos dependientes (sic) de lo que pasa en Estados Unidos, no tenemos motores de crecimiento interno."

Fox viaja con demasiadas cargas heredadas del pasado en posiciones claves de la gestión económica y con compromisos políticos que él mismo se ha impuesto, y ambas condiciones están resultando muy onerosas. Algunos miembros de su equipo parecen no tener memoria, mientras otros no parecen tener mucha idea de cómo hacer las cosas; la combinación es muy mala para el Presidente y, sobre todo, para quienes gobiernan.

El gobernador Ortiz tiene una larga trayectoria en la administración pública en puestos cruciales de la gestión económica, y en ese sentido no puede actuar como juez y parte en el diagnóstico que hace sobre la falta de acciones que lleven a aumentar la inversión en el país, que es el motor de un crecimiento sostenible.

El affair del Fobaproa -verdadero legado zedillista- es, en parte, su responsabilidad, tan es así que los mismos legisladores del PAN evitaron en su momento, y de modo bastante cínico como ya es evidente, que estuviera en la junta directiva del IPAB, pero sin desarmar la estructura de poder y de relaciones en el sistema financiero del país y de la que ellos mismos forman parte. Ahora la atención se concentra en las reformas que no se han hecho conforme a las propuestas del Ejecutivo con una cantinela que repiten por igual funcionarios y representantes de las cúpulas de empresarios. Ahí no está el problema, cuando menos no la mayor parte de lo que tiene paralizada a esta economía.

Este año ya se ha advertido que el crecimiento económico va a ser reducido, menor al que apenas hace un par de meses se proyectó en el presupuesto y que fue de 3 por ciento. La incertidumbre sobre la guerra ya está creando estragos, su materialización hará efectivos los factores recesivos que se esperan, esto lo advertiremos en los precios del petróleo, las tasas de interés y el tipo de cambio. Mientras tanto, el antiguo secretario de Economía, hoy canciller, emitió un código de conducta para su nueva dependencia, y de quien ocupó su lugar aún esperamos algún pronunciamiento sobre lo que quiere hacer.

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