Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de enero de 2003
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Cultura
Con tinta de hojas se restrena en la sala Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque

La belleza se impone a la muerte en el espectáculo de Pilar Medina

Luis Miguel Costero, Joaquín López Chas y Víctor Zapatero participan en la producción de la bailarina mexicana La obra se inscribe en la recién iniciada temporada Lunes de Teatro Danza

MONICA MATEOS-VEGA

Sus piernas contienen los latidos de su corazón. Por eso, al avanzar con paso firme y a la vez sereno, como galopando, deja un caminito de luz que rasga el oscuro vacío del escenario. Es la felicidad que Pilar Medina derrama cuando baila.

Las luces se encienden y la bailarina pide se ajuste el sonido. Pero también se da un tiempo para zapatear Las Mañanitas en honor a una persona de su equipo técnico que cumple años. Se trata del ensayo general de la pieza Con tinta de hojas, que Medina restrenará en un par de horas en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.

La coreógrafa está de buen humor y trata de que todos en el foro lo estén para que el espectáculo cobre vida y el público disfrute cómo, a través de la danza, Pilar reflexiona acerca de la ausencia y del terrible presentimiento de la muerte.

La luz conduce el trazo escénico, por eso se transforma en río, en lluvia, en rayo de luna, en amanecer, en refugio o en diferentes caminos que hacen revolotear los pies de Medina, al tiempo que el corazón de la bailarina intenta escapar.

Pero ella lo atrapa, lo devuelve al pecho, lo hilvana al sentimiento, y sigue su andar, ahora con sus pasos convertidos en cascabeles. Aunque tenue, siempre es la luz la que nunca perece sobre el foro, pues es sinónimo de esperanza, aun cuando el cuerpo trémulo de Pilar desfallece.

La bailarina ha sobrevivido la primera de las muchas agonías que le producirá la soledad o la pérdida de una presencia querida. Se yergue y vuelve a recorrer su caminito de luz, ahora hacia el norte, ahora hacia el sur.

Coqueteando con el zapateado de la intérprete, las percusiones de Luis Miguel Costero se mezclan con los murmullos y los ecos que provienen de la banda sonora diseñada por Joaquín López Chas: un jadeo y un contrapunto para las castañuelas que resuenan en las manos de Pilar.

Un son acompaña ahora los latidos-pasos que transportan a Medina hasta un nuevo abismo de soledad, en el cual intenta con dulzura calmar su zapateado, para poder hallar el rumbo. Pero el ritmo de sus pies, primero como de lluvia fina, se vuelve tormenta que la transporta hacia la oscuridad.

El sol aparece como fresco aliento. Pilar con diferente equipaje que la ubica en otra era: convertida en una joven rapera. La bailarina, llena de juventud, brinca y baila, se multiplica y luego se cuadricula en un alucinante juego de luces y video, creado por Víctor Zapatero, hasta que es capturada de nuevo por la angustia del abandono.

El foro se convierte en un claustro. La danza es la compañera que hace tolerable el encierro, pues el zapateado de Pilar, que pudiera desbocarse para plasmar tan sólo el virtuosismo de la coreógrafa, es plácido, marca el ritmo del corazón, sin prisa, pero apasionado.

Frágil y vivo, el baile continúa tras la huella que se distingue entre las sombras: una mirada lejana, que apenas parpadea sobre la espalda desnuda de Pilar. Entonces sus brazos se vuelven alas, porque la luz acude con textura de árbol a prestar su cobijo.

Como centro de vida, una hoja en movimiento arropa el pecho de la bailarina. Es la señal que hace comprender al espectador que no obstante las caídas y las pérdidas, algo consigue latir tras la abrumadora persecusión de la muerte: la belleza convertida aquí en danza.

La producción de Con tinta de hojas, inscrita en la temporada Lunes de Teatro Danza, ha sido posible debido a la coinversión entre el Fonca, Bancomer, el INBA y la propia intérprete. Se presentará hoy, y todos los lunes de febrero, marzo y abril, en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), a las 20:30 horas. 

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