Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 10 de enero de 2003
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Política

Silvia Gómez Tagle

2003, más que un año electoral

En los dos años del gobierno de Vicente Fox ha quedado demostrado que la idea del cambio era más imagen mediática que propuesta de proyecto nacional, porque, a fin de cuentas, el país, los problemas y las instituciones siguen siendo casi lo mismo.

En las elecciones intermedias de 2003 los mexicanos podrán expresar su valoración de esta experiencia y decidirán si dan su voto a la continuidad del gobierno que ofrece el PAN, prefieren regresar al pasado que ofrece el PRI o se inclinan por el cambio que hoy puede representar el PRD, si logra condensar las propuestas de una izquierda que en América Latina empieza a cobrar nueva fuerza al definir un perfil novedoso que incorpora la idea de globalización y pluralidad democrática, es decir, una izquierda que aspira a gobernar para una sociedad plural.

El sistema mexicano ha permitido mantener una relación fuerte entre diputados federales y fuerzas políticas locales, gracias a la representación elegida por mayoría que se integra con criterios territoriales; al mismo tiempo ha dado oportunidad de que los partidos minoritarios mantengan una representación significativa que les ha permitido crecer hasta convertirse en mayoría en ciertas entidades o en fuerzas importantes de oposición en otras. Así fue como el PAN conquistó la Presidencia de la República y el PRD logró gobernar en cinco entidades, incluyendo la capital. Paralelamente existe creciente competitividad en la selección de actores políticos. El saldo de la contienda fue un sistema de partidos integrado prepoderantemente por el PAN, el PRI y el PRD, ya que la mayoría de los pequeños está siendo eliminada mediante una especie de "selección natural" que realiza el voto ciudadano.

Lo importante es que los tres principales partidos representan un espectro ideológico amplio y eso es lo que garantiza la pluralidad que permitirá seguir avanzado en la consolidación de la democracia.

En elecciones anteriores, sobre todo en la de 2000, la ciudadanía se inclinó por la alternancia como primera prioridad, confiriendo sentido utilitario a su voto, lo que dio por resultado que los votantes se inclinaran por el candidato que había creado una imagen de triunfo desde mucho antes de las elecciones mediante mecanismos publicitarios.

Hoy sabemos que tanto Vicente Fox, que ofreció el cambio, como Francisco Labastida, quien pretendía conservar para el PRI el poder por más de 70 años, hicieron uso de recursos que ciertamente pueden calificarse de ilegales, aunque sea difícil probarlo. También sabemos que el proyecto del actual gobierno no tiene nada de nuevo, porque sus compromisos fundamentales son con los mismos grupos de poder e intereses internacionales que los de los presidentes priístas que lo antecedieron: Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

Fox ha reacomodado las viejas prácticas clientelares del sindicalismo corporativo, de los cacicazgos locales, de la burocracia, de los programas de "atención a la pobreza" en un nuevo escenario político, sin duda más controlado por un Congreso con fuerte presencia de oposición y 23 gobernadores ajenos a su partido.

En este contexto el PRD tiene oportunidad de perfilarse como una opción que ofrece un futuro distinto, aunque aún lejano, porque la influencia de los medios de comunicación y las prácticas clientelares que aún descansan en el uso de recursos económicos lo colocan en desventaja no sólo porque le corresponde un financiamiento público muy inferior al del PAN o del PRI (en atención a la votación recibida en 2000), sino porque su identificación con los valores de la izquierda queda del lado de quienes menos recursos tienen.

La competencia será dura y el papel que jugará el Instituto Federal Electoral (IFE) para supervisar el financiamiento de precampañas y campañas electorales será de gran importancia para garantizar que la voluntad de los electores no sea "confiscada" por la influencia desproporcionada que ejerzan los medios.

En diciembre de 2002 el consejo general del IFE aprobó una serie de procedimientos para estrechar la vigilancia sobre el uso de recursos, lo que incluye la supervisión de cuentas bancarias, medida adoptada contra la opinión de partidos interesados en mantener ocultas sus fuentes de financiamiento, como en el caso el Partido Verde Ecologista, el nuevo partido Fuerza Ciudadana, del ex asesor de Labastida, Jorge Alcocer, y el PAN.

Este tema evidencia la importancia de seguir contando en México con un organismo autónomo, profesional y confiable como el IFE, que se esfuerce por mejorar las condiciones de equidad y transparencia en los procesos electorales para ofrecer a todas las fuerzas políticas oportunidades de desarrollo y evitar que la naciente democracia mexicana se convierta en rehén de intereses económicos.

sgomez @ colmex.mx

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