Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 6 de enero de 2003
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Política
Adolfo Gilly

2003: el año en que estaremos en peligro

Si ponemos en relación el asalto de los comandos de Ricardo Salinas Pliego y Tv Azteca en el cerro del Chiquihuite, la pasividad (o la anuencia) de las autoridades federales frente a esta banda armada, y el artículo de Jenaro Villamil: "Cerisola, el silencio y el cinismo" (La Jornada, República de Pantalla, 5 enero 2003) donde, además de referir estos hechos, enumera las recientes operaciones de cierre, compra o inminente quiebra de varios periódicos (Novedades, El Día, Excélsior, unomásuno, La Prensa, hasta el momento), debemos deducir que estamos ante un proceso de restructuración general de los medios de comunicación en el país.

Ricardo Salinas Pliego, el protector y defensor de Paco Stanley, con sus métodos de acción está dando la pauta de las formas y los ritmos que se quiere imprimir a este proceso, en el cual a la violencia invisible del dinero se asocia a la violencia espectacular de los comandos armados.

La actitud del gobierno federal en este caso del Canal 40 no parece obedecer a resignación e impotencia, sino más bien a que este tipo de acciones se corresponde con los planes y programas de la alianza entre las finanzas y la sólida derecha mexicana, cuyo representante en el poder es el presidente Vicente Fox con su equipo de gobierno.

A la restructuración de la banca de todos conocida, se suma la restructuración de la agricultura que tendrá lugar con la apertura de las fronteras conforme al TLCAN, y la restructuración del trabajo que se prepara con el proyecto Abascal, en el cual se combinan la flexibilidad para el empresario en el uso de la fuerza de trabajo, la inseguridad para el trabajador en su empleo y la continua compresión a la baja del salario (salario directo y salario social), de modo que la precariedad y la peligrosidad del trabajo en las maquiladoras se convierta en la norma para el trabajo industrial y en general para los asalariados mexicanos.

Contorneando la resistencia de la UNAM, que no ha podido ser doblegada, la restructuración de la educación superior avanza mediante la creciente preminencia de las universidades privadas, nacionales y extranjeras, en la formación de los cuadros y especialistas en cuyos estudios y proyectos se sustentan las decisiones públicas. La restructuración de la industria editorial y la creciente absorción de editoriales medianas y también grandes en los grandes consorcios que dominan el mercado del libro en el mundo forman parte igualmente de estos dinámicos cambios en una sola dirección. Los pabellones de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara fueron este año muestra y vitrina de esta mutación en curso de la industria del libro.

En los territorios de la política se ha acelerado la restructuración del sistema de partidos, especialmente a partir de la victoria del PAN en 2000. Los tres grandes partidos -PAN, PRI, PRD- son en los hechos, en virtud de la legislación electoral y del financiamiento público, meros administradores institucionales del voto ciudadano. Cada vez más la política nos es presentada como una actividad circunscrita al ámbito de las instituciones, cuyo ejercicio quedaría de hecho restringido a los profesionales de la actividad política en los puestos electivos federales o locales y a los funcionarios de los partidos. Es más notoria esta deriva institucional y profesional en el PRD, que había surgido hace casi cinco lustros de una inédita irrupción ciudadana en la política a escala nacional.

Anotar esta constelación de restructuraciones no es añorar un pasado que poco lugar dejó para añoranzas. Es más bien comprobar la coherencia, la direccionalidad y el dinamismo de las mutaciones que vivimos, a las cuales es ingenuo o impropio considerar como una "transición a la democracia" o como una sumatoria de cambios inconexos y azarosos.

Estas mutaciones serán aceleradas por la presión de la política bélica de Estados Unidos y por la casi inevitable guerra de Bush contra Irak y el universo popular y cultural de los países árabes.

En el mundo de la comunicación, la restructuración es también una puesta en orden. Voces molestas, ligeramente independientes y a veces abiertas a la crítica, deben desaparecer o ser domesticadas en primer lugar en los medios electrónicos, aquellos de mayor alcance popular. Como todos sabemos, es lo que está sucediendo con el Canal 40.

Si esto es así, creo obligado dar la alerta: 2003 puede ser el año en que estaremos en peligro. La Jornada, cuya salud y difusión parecen aseguradas por una amplia franja del público lector que alentó su nacimiento y que desde entonces la acompaña, no puede dejar de estar en la mira. No veo ningún indicio en particular. Veo en cambio desenvolverse una situación general en la cual este periódico va a terminar sobrando. No es una empresa fácil someterlo a la aplanadora de la restructuración. No imagino por cuál camino -puede haber varios- los poderes dominantes intentarán hacerlo.

Pero veo con claridad que este periódico, nacido a la mitad de los 80 en los prolegómenos de grandes movilizaciones políticas y sociales cuyo anunciador y cuyo portavoz ha sido desde entonces, ocupa un espacio de contrahegemonía informativa y cultural que entre todos hemos sabido construir. A medida que se consolide la restructuración en curso, este espacio se les volverá más disonante e intolerable a los conductores y beneficiarios de aquel proceso. Pasadas las elecciones, puede venir lo inesperado.

No estoy haciendo un pronóstico pesimista. Los de este lado somos muchos, muy variados en ideas y en organizaciones y razonablemente capaces, cuando queremos, para organizarnos y defender lo que hemos construido y conquistado. Pero sí me parece necesario poner este tema en discusión a partir de los hechos gangsteriles del Canal 40.

Tampoco propongo una simple posición defensiva, sino además una discusión seria sobre cómo engrandecer estos espacios críticos independientes, para que esta amplia y dinámica parte de la sociedad mexicana que dio origen y sostiene hasta hoy a La Jornada como periódico propio, encuentre los medios para generar también, en un futuro próximo, una radio y un canal de televisión críticos, independientes y de primera calidad. Preocupaciones similares, con sólidos fundamentos, exponía Julio Boltvinik en estas páginas (La Jornada, Economía Moral, 4 enero 2003) en sus "Reflexiones de Año Nuevo".

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