Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 31 de diciembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Cultura
2002, año del centenario del natalicio del poeta, quien encontró solidaridad en este país

Alberti animó con su cordialidad el mundo literario de México

Octavio Paz relató: "al leer sus poemas (cuando tenía unos 16 o 17 años) penetré en un mundo donde las viejas cosas y las gastadas realidades, sin dejar de ser las mismas, eran otras"

RENATO RAVELO

ALBERTIEl silencioso paso de Rafael Alberti por México -cabe recordar a punto de cerrar el año del centenario de su natalicio- es significativo porque demuestra que el sentido que da vida al arte no tiene exilio ni patria, salvo el elegido por el creador: fue aquí donde el poeta supo de la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías y la noticia dolorosa le inspiraría su conocida elegía Verte y no verte.

Para Alberti el paso por este país no tuvo impacto estético. No obstante, duró casi un año, en el edificio Ermita, de Tacubaya, con María Teresa León, quien en una reunión en 1929 se puso del lado de Alberti en un debate.

"Al día siguiente me llamó por teléfono. Seguimos discutiendo sobre literatura y folclor. Y desde entonces he estado siempre a su lado", relató el poeta. Cuatro años después de aquel encuentro la pareja salió hacia Alemania y Rusia a estudiar teatro.

En México por esas fechas ya Alberti era conocido, como evocó en su momento Octavio Paz: "Mi descubrimiento de la poesía moderna de nuestra lengua comenzó cuando yo tenía unos 16 o 17 años y estudiaba el bachillerato en San Ildefonso. Una de mis primeras lecturas fue la de Alberti. Al leer sus poemas penetré en un mundo donde las viejas cosas y las gastadas realidades, sin dejar de ser las mismas, eran otras".

caracoles  ALBERTIEsos primeros años de la década de los 30 son un momento crucial para Alberti, quien escribió al respecto: "Después del incendio del Reichstag comprendimos que la vida y la libertad no eran ya posibles en Alemania (...) Los intelectuales eran perseguidos. La embajada española de la república salvó la vida de muchos, dándoles asilo. Entre otras, la de Ernst Toller. No le valió de gran cosa, sin embargo, pues, algún tiempo más tarde se suicidaba en Nueva York, con los nervios totalmente destrozados".

"México, prepara tu fusil"

Rafael Alberti y María Teresa León regresaron a España, pero sólo por un año, a fundar el grupo de teatro Octubre e iniciar lo que el poeta llamó "nuestro vagabundaje", hacia Rusia, Nueva York, La Habana y finalmente llegar a México en 1935. De esa época es el libro Trece bandas y 48 estrellas. Poema del mar Caribe.

De la pareja, expresó Octavio Paz, animaba su "cordialidad, rara en el mundo literario mexicano (...) Recuerdo algunos paseos con Rafael y fragmentos de conversaciones sobre lo humano y lo divino, más sobre lo primero que sobre lo segundo, Quevedo y Neruda, García Lorca y Sánchez Mejías -muerto hacía poco y al que yo, niño, había visto torear en la Plaza de Puebla-. Aquí terminó Alberti su elegía a la muerte del gran torero, Verte y no verte; aquí la publicó en una preciosa edición ilustrada por Manuel Rodríguez Lozano, el gran dibujante; y aquí la firmó en la antigua plaza de El Toreo, teatro de las batallas de Ignacio Sánchez Mejías y Rafael Gaona".

Alberti a su vez relató a la periodista Elena Poniatowska los motivos de su estancia en nuestro país: "vine a buscar ayuda para los mineros asturianos que habían hecho la insurrección del año 1935. Estaban presos muchísimos y nosotros vinimos para dar conferencias e informar. Una parte del dinero de las conferencias era para dársela a los mineros asturianos que estaban en la cárcel. María Teresa y yo sacamos bastante dinero".

En el libro Bandas y estrellas, en el fragmento final del poema México, queda testimonio de cómo ésta no fue para Alberti la estancia más poéticamente vital: "Eres México antiguo, horror de cumbres/ que se asombran batidas por pirámides,/ trueno oscuro de selvas observadas/ por cien mil ojos lentos de serpientes. /Contra los gachupines que alambican/ residuos coloniales por sus venas,/ prepara tu fusil. Tú eres el indio/ poblador de la sangre de lo criollo./ Si él y tú sois ya México, ninguno/ duerma, trabaje, llore y se despierte/ sin saber que una mano lo estrangula,/ dividiendo su tierra en dos mitades".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año