Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 19 de diciembre de 2002
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Capital

Regresaron ayer al inmueble de López, luego de pernoctar en la calle el martes

En mayor hacinamiento, indígenas triquis tras el incendio del lunes

Alrededor de 10 personas ocupan cuartos de madera y cartón de 6 a 8 metros cuadrados

SUSANA GONZALEZ Y MIRNA SERVIN

De 93 cuartos construidos con materiales precarios en los tres niveles del edificio de López 23, cerca de la Alameda Central, indígenas triquis que ahí habitan perdieron 20 en el incendio del lunes, mientras otros quedaron anegados por la labor de los bomberos para sofocar las llamas. Ante ello, los más de 400 ocupantes del inmueble, la mitad niños, se instalaron en la calle al rechazar el ofrecimiento del gobierno capitalino de trasladarlos a un albergue.

Fuera del susto, ningún indígena resultó lesionado, pues todos abandonaron a tiempo la vieja y laberíntica construcción. Para habitarla de nuevo tuvieron que esperar la conclusión del peritaje de la procuraduría capitalina sobre las causas del siniestro y luego limpiar los escombros. Aseguraron haber sacado varias toneladas de restos chamuscados de muebles, trastos, juguetes, ropa, dinero en efectivo y artesanías que venden, principalmente joyería de fantasía y productos de lana.

Las llamas consumieron también documentos personales, como las credenciales con las que gente de la tercera edad recibe apoyo de los gobiernos federal y local. Es el caso de don Patricio Fernández, de 68 añostriquis_10s de edad y 17 de haber llegado al Distrito Federal, quien luego de perder casa y mercancía, la noche del martes dormía enredado en una cobija sobre cartones en la acera opuesta al edificio afectado. Su vecina de piso, Francisca Martínez, vendedora de pulseras y estudiante del quinto semestre de trabajo social en la UNAM, perdió libros, diplomas escolares y una computadora. "Estaba escribiendo un proyecto sobre la cultura triqui con una maestra del CIESAS (Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social), cuando salimos corriendo", dijo.

Los triquis perdieron también dos días de trabajo y con ello el dinero para comer, pues viven de lo que venden cada jornada en el centro y La Villa. La mayoría de los niños tampoco fueron a la escuela, pues sólo salvaron la ropa que vestían, cubierta de mugre por su estancia en la calle y el tizne. Aun así, estos artesanos indígenas se negaron a pernoctar en el albergue de la delegación Gustavo A. Madero, pues temían "un desalojo disfrazado" como parte del proyecto Alameda, del que desde hace meses denunciaron haber sido excluidos.

"Si siempre hemos aguantado tanto, estar una noche en la calle no es nada, y los niños también aguantan", argumentó Pascual de Jesús González, dirigente del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), al que pertenecen todos los habitantes del inmueble federal, que ocupan desde hace 18 años. Rechaza que la organización esté ligada a partido alguno y afirma que no se pide ninguna cuota o renta a quienes viven en el inmueble. Sus compañeros no lo desmienten; desconfiados ante los extraños, fingen no hablar ni entender español y se sumergen en el silencio, aunque su dirigente afirma que la mayoría son bilingües.

Los indígenas desconocen cómo se inició el incendio: casi todos estaban trabajando y los niños en las escuelas cercanas, pero descartan que haya sido por alguna veladora prendida, "porque aunque tengamos santitos o a la Virgen, sólo prendemos veladoras en el altar de la entrada". Cauteloso, Pascual de Jesús dice no tener pruebas para pensar que el incendio fue provocado y no se atreve a asegurar si se inició en la tienda de artículos chinos aledaña, como se presumió en un primer momento.

Informa que recibieron de las autoridades el lunes 200 raciones de cena y 50 cobertores "delgaditos", así como láminas "pero de cartón, de esas que se queman", por lo que demandan láminas metálicas y herramientas para volver a levantar sus cuartos, tinacos para el agua, porque los que tenían estallaron con el fuego, el desazolve de coladeras y la reinstalación de la energía eléctrica.

Dicen que siempre han solicitado vivienda y permisos para vender, y tajantes advierten que no saldrán del edificio sin tener casa segura. Sus condiciones de vida son precarias: en cuartos de lámina y triplay de seis a ocho metros cuadrados viven hasta 10 personas, con baños comunes. El incendio provocó un hacinamiento mayor, pues quienes no perdieron su vivienda alojaron a los afectados, por lo que "donde estaba una familia ahora van a vivir tres".

A la solidaridad se sumaron otras organizaciones indígenas, sindicales, populares e incluso religiosas, como Cáritas, que comenzaron a hacerles llegar alimentos y otras donaciones. A la medianoche de anteayer los triquis regresaron a las viviendas en pie y pusieron en el patio sus diablitos cargados de mercancía, mientras en la calle se observan montones de escombros quemados.

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