Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 16 de diciembre de 2002
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Cultura

Vilma Fuentes

Soulages o la luz negra

En 1975, Fernando Gamboa organizó una exposición retrospectiva de Pierre Soulages en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México. Hace dos semanas, Soulages me dijo que acababa de ver a Gamboa. Me sorprendió. Y me aclaró: en una fotografía en que aparecían juntos. Me comunicó su emoción al hablarme de nuestro gran museógrafo.

Ahora, al alba de sus ochenta y tres años, en el pináculo de una pasión que, lejos de debilitarse, conduce al extremo la audacia de su búsqueda, Soulages expone una quincena de obras inéditas, realizadas entre 1999 y 2002, en la galería Karsten Greve de París.

Como señala el crítico Wilfried Wiegand, ''Pierre Soulages es la última leyenda viva de la pintura francesa'', celebrado en el mundo como ''fundador del segundo Arte Moderno'', frente a los maestros del primero: Matisse y Picasso a la cabeza de la aventura.

La obra de Soulages es, por excelencia, la pintura del negro: la luz es atrapada en su inicio, al ser dada a luz, y emana de la tela como de una estrella naciente, antes de comenzar su viaje infinito por los años.

La desaparición de la pintura en la oscuridad ha obsesionado a todos los artistas. El misterio aparece un instante para volver a velarse de inmediato. Y, sin embargo, la cosa mentale, la pintura así identificada por Leonardo, permanece, y, de esa oscuridad, de la negritud misma, brota la luz ante los ojos del espectador cuando mira una tela de Soulages.

El color, si así puede llamarse al negro, aparece en relieves, gracias a la materia. Soulages ara su tela como se labra la tierra. Reminiscencia acaso de su vida como viticultor en el sur de Francia, donde se refugió durante los últimos años de la Ocupación.

Más que cosa animada, viva, la pintura abstracta de Pierre Soulages es irreproducible en fotografía. La luz atrapada por la cámara se congela. Luz artificial que no puede emanar de la reproducción. La vida de cada una de las pinturas se transforma en diálogo con el espectador que se mueve frente a ella, sorprendido, ante la luz que varía en el espacio, según el punto de vista, distinta la del día que cambia con el paso de las horas.

De ese color ultranegro, como lo define Soulages, surge, aquí y allá, un destello blanco, asomos de claridad: ''Ultranegro para decir: más allá del negro una luz reflejada, transmudada por el negro... que, cesando de serlo, deviene emisor de claridad, de luz secreta'', señala el artista.

Pierre Soulages confiesa que el negro es una pasión para él. ƑCómo puede ser una pasión un color? Y precisamente el negro, la ausencia aparente de color.

Para hallar una respuesta, lo mejor es mirar las telas, y escuchar. ''El ojo escucha'', dice Claudel. Sin embargo, como me indica Jacques Bellefroid durante la inauguración: ''...lo que más me impresiona es el profundo silencio que se desprende de las grandes telas negras, se diría el silencio de la noche. Un silencio tranquilo y violento. Aquí, incluso los numerosos invitados, de costumbre tan ruidosos, hablan en voz baja, como si se retuvieran. Desde la infancia, a Soulages le encantaban las iglesias romanas, lo dice él mismo. No se grita bajo sus bóvedas. Tampoco bajo las de la noche. Y la luz que se deflagra entre los intesticios del silencio y de la noche es una luz frágil, naciente: aparece en el seno mismo de su negación: el negro absoluto. Las obras de Soulages callan. Me recuerdan las palabras de Nicolas de Staël: ...y todo esto mudo, bien mudo''.

La pintura en apariencia más abstracta acaso tiene modelos en detalles y destellos de la realidad más concreta. La pasión de Pierre Soulages por el negro tiene, tal vez, su inspiración en la escritura de los sueños.

Una cabellera negra, donde asoma unos hilos de plata, flota en medio de la noche, bajo la luz negra de los cuadros. Homenaje, azar objetivo, la cabellera de la mujer de Pierre Soulages me hace un guiño.

''La tela está presente en el instante en que es vista, dice Soulages, no está distante en el tiempo, como lo están las pinturas representativas y gestuales que devuelven al momento del gesto o al momento en que es representada. Bajo una luz natural, la claridad proveniente del negro evoluciona con ella marcando en la inmovilidad el transcurso del tiempo.''

Como la cabellera negra donde flotan unos hilos de plata.

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