Asuelan la zona rejas en las calles, malvivientes
y la presencia de perros de ataque
Denuncian falta de espacios para jugar niños
de la unidad CTM-Culhuacán
Manifiestan su descontento y reclaman a las autoridades
el retiro de jaulas y enrejados
BERTHA TERESA RAMIREZ
Rejas,
drogadictos y perros de ataque acotan los escasos espacios de que disponen
los niños para jugar en la unidad habitacional CTM-Culhuacán,
y se han transformado en el verdadero coco de la población
infantil, declararon a este diario varios menores de la escuela primaria
José de Jesús de la Rosa, ubicada en esa zona de la delegación
Coyoacán.
Pero para los niños de esa unidad, en particular
las rejas que decenas de vecinos instalan cada día y por medio de
las cuales cierran calles y reducen cada vez más los espacios comunes
y las pocas áreas verdes de las que dispone el conjunto habitacional,
además de violentar la libertad de tránsito consagrada en
la Constitución, constituyen un obstáculo insalvable que
les impide jugar.
Las rejas que crecen como hongos por todos los rumbos
de la capital y que hasta hace unos meses eran un problema para los adultos
de esa unidad -debido a que varias calles ya se encuentran cerradas al
tránsito y porque muchos padres de familia se ven en la necesidad
de recorrer dos o tres calles de más para llevar a sus hijos a las
escuelas o para dirigirse a sus empleos- se ha convertido en el problema
número uno de los niños de esa zona habitacional.
Varios niños de la escuela primaria expusieron
a este diario su descontento y reclamo por la proliferación de rejas
y porque la comunidad, lejos de mantener los espacios comunes, principalmente
para los niños, poco a poco los ha invadido de rejas y jaulas donde
guardan sus vehículos para protegerlos de la delincuencia.
Durante un recorrido por la zona, adonde nos dirigimos
para atender la queja de varios vecinos por la instalación de rejas,
niños que regresaban de las escuela quisieron opinar sobre la proliferación
de estos obstáculos, uno de ellos fue Axel, de 10 años de
edad, quien al señalarnos la zona enrejada donde antes solía
jugar, también manifestó su inconformidad porque tiene que
hacer un largo rodeo para llegar a su casa, "con el riesgo de ser mordido
por perros de ataque".
Agrego: "está muy mal que hayan enrejado, porque
mucha gente pasa por aquí para cortar camino cuando va al trabajo,
y luego tienen prisa. Ahora tienen que dar toda la vuelta y unos llegan
tarde al trabajo o las señoras que trabajan, a dar de comer a sus
hijos y aparte los niños quieren jugar y no pueden, nada más
los que viven en los edificios que quedaron tras las rejas, que son los
que tienen llave", comentó.
Mi casa está por los edificios de allá,
dice Axel mientras nos indica con su dedo índice un conjunto habitacional
que queda algunas calles adelante con las paredes despintadas y precedido
por un montón de jaulas de color óxido con carcachas adentro.
A la distancia el panorama es hostil, y por ello es entendible
que al reclamo de Axel -de que retiren las rejas- se sumen los de varios
más de sus compañeros.
Oscar Daniel Cinto, de 11 años, comentó:
"antes veníamos a jugar con mis amigos, nos podíamos divertir
y ahora está cerrado". Jair Urrutia, de 12 años, lo interrumpe
para, señalar: "aparte es un peligro porque desde que pusieron rejas
a las áreas comunes, cuando queremos jugar futbol tenemos que hacerlo
sobre el arrollo y puede llegar un carro por atrás; además
tenemos que dar mucha vuelta para poder llegar a nuestras casas. El problema
es que muchos andadores por donde tenemos que pasar están invadidos
por drogadictos".
Atrapados
Para los adultos las rejas son más que obstáculos,
"verdaderas trampas". Algunos aseguraron que "una fuerza del mal se ha
apoderado de los políticos como para que permitan que se violen
garantías individuales como la libertad de tránsito", afirmó
Melania Ramos Blancas.
La injusticia prevalece. En un ambiente como este, en
el que quien recurre a la ley es considerado loco o conflictivo, y entonces
todos los días "no hay más que aguantar" porque el "bajo
mundo es terrible", con esa frase Melania resume lo que ha sido sus años
de vida en esa unidad.
Es muy difícil luchar contra la injusticia, "todos
los trámites legales son un apapacho para el que más
tiene, para el que tiene fuero como el judicial que es mi vecino, y que
aun cuando ha invadido una zona común, ni los tribunales han podido
con él porque ya dictaron una sentencia a mi favor, pero las autoridades
no la han acatado".
Gumersindo Patiño comentó que hasta antes
de que pusieran las rejas los habitantes de la unidad podían cruzar
por las áreas comunes para llevar a los niños a la escuela;
"sin embargo, ahora tenemos que recorrer tres calles más de lo normal
debido a que se enrejó todo el paso. En caso de una emergencia no
se qué va a pasar".
Para la señora Eloisa Lobatón la instalación
de rejas es más que una protección, una trampa, pues en su
caso dos delincuentes ya aprovecharon que los andadores están enrejados
por ambos lados para tratar de asaltarla.
María de la Paz Jiménez dijo que con el
argumento de la inseguridad muchos vecinos cierran andadores, en lugar
de que la comunidad exija seguridad en la zona. "Las rejas sólo
nos dividen más; incluso la administradora de una de los edificios
donde recientemente se han instalado rejas, Teresa Martínez Solís,
ya advirtió que al que intente introducirse a estas áreas
-así sea un niño por una pelota- le romperá la cara".