Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 16 de diciembre de 2002
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Política

Iván Restrepo

Un programa más para la frontera norte

Ahora que se plantea la necesidad de revisar los términos del Tratado de Libre Comercio, firmado hace 10 años entre México, Estados Unidos y Canadá, conviene preguntar la suerte que corrieron otros programas acordados con nuestro poderoso vecino en diversas épocas, como por ejemplo los destinados a resolver los problemas ambientales y sociales de la frontera común.

Precisamente el mismo año en que se acordó el TLC, los gobiernos de México y Estados Unidos anunciaron el Plan Integral Fronterizo 1992-94 con el fin de atacar los desajustes más notables que se registraban en la frontera. Por principio, ambos gobiernos reconocían el grave deterioro ocasionado principalmente por la industria maquiladora y las actividades relacionadas, así como por la falta de servicios públicos básicos. Existían en ese entonces más de 100 empresas que anualmente arrojaban tanto al agua como al suelo 32 millones de toneladas de residuos químicos tóxicos, mientras había 400 sitios al aire libre con residuos que afectaban la salud de la población y los recursos naturales, en especial al agua, contaminada y mal utilizada.

Al igual que en la actualidad, hace una década garantizar la calidad y uso correcto del agua era el mayor desafío, pero cada día se acentuaba su escasez. Las cuencas de los ríos Colorado y Bravo eran virtualmente basureros de la industria, la agricultura y las ciudades, al grado que las autoridades recomendaban no bañarse allí y mucho menos utilizarla en los hogares. También se revelaba que las 2 mil maquiladoras fronterizas incumplían la legislación ambiental, no ejercían control de sus desechos ni los regresaban a su lugar de origen. No obstante, el gobierno mexicano favorecía la presencia de maquiladoras, aunque violaran normas laborales, ambientales y de salud, pues era prioritario atraer inversiones que crearan empleo y progreso.

Hace 10 años había una creciente preocupación debido a que a la frontera, que no contaba con los servicios básicos, seguía llegando gente en busca de empleo, mientras el crecimiento urbano e industrial era anárquico, aumentando así el número de pobres. Algunos estudios puntuales revelaban los severos daños causados a la población trabajadora, en especial a la femenina, sobre todo en ciertas plantas maquiladoras debido al tipo de materiales o sustancias utilizadas en los procesos de ensamblaje.

Pese a la larga lista de problemas citados en dicho plan, no volvimos a saber de él y en 1996 se anunció otro: Frontera xxi lo llamaron y para que rindiera los frutos esperados y no fuera más que un ejercicio burocrático se pidió a la población fronteriza que dijera cuáles eran sus necesidades más apremiantes. No hubo mucha dificultad para pensarlas, pues eran las mismas que afectaban desde tiempo atrás lo mismo a las ciudades que al campo: el agua y todo lo relacionado con ella era el problema número uno. Concluidas las consultas públicas en municipios fronterizos se anunciaron medidas para remediar las carencias. Ahora sí agua limpia y suficiente, crecimiento urbano ordenado, conservación de los ricos ecosistemas norteños, maquiladoras observantes de la ley. Casi el paraíso.

Se ignoran los frutos de Frontera xxi y qué se logró de todo lo prometido. Quizá por eso el mes pasado se anunció un nuevo programa: Frontera 2012, que los medios ignoraron olímpicamente, y que fue elaborado por la Secretaría del Medio Ambiente de México con el apoyo de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

En el diagnóstico se afirma lo archisabido: que los 12 millones de habitantes fronterizos registran una degradación en su calidad de vida, que la contaminación del agua y el aire causa problemas de salud, que hay un manejo incorrecto de la basura municipal, los desechos de las maquiladoras y de los plaguicidas. En fin, siguen los problemas de hace 10 años, sólo que algunos se han agravado.

El nuevo programa promete agilizar la toma de decisiones, fijar prioridades, realizar proyectos que resuelvan las necesidades urgentes. Y como en esta época navideña todo es optimismo, esperamos que ahora sí se cumpla, no vaya a ser que en el sexenio próximo se anuncie el Frontera 2020, año en el que en esa parte del país vivirá casi el doble de la población actual, pero con menos agua y más graves problemas sociales y económicos, si no se toman medidas drásticas urgentes. Y a propósito, Ƒalguien sabe del comisionado para Asuntos Fronterizos, el señor Ernesto Ruffo Appel? Cualquier información, favor de comunicarla a Los Pinos.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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