Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 5 de diciembre de 2002
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Editorial
 

INSPECTORES BAJO PRESIONES

sol-2Como señaló el periodista irlandés Robert Fisk en un artículo reproducido ayer en estas páginas, la preparación de la guerra contra Irak por parte del gobierno de Estados Unidos pasa, necesariamente, por la descalificación de la tarea del equipo de inspectores de armas enviado por la ONU a ese país árabe, e incluso por las personas que conforman el grupo. The Washington Post, periódico supuestamente independiente y honorable, publicó hace unos días una nota sobre la presunta afición de uno de los integrantes del equipo que encabeza Hans Blix a realizar, en privado, prácticas sadomasoquistas.

La información es despreciable e inmoral, no porque sea necesariamente falsa, sino porque pertenece al ámbito de la intimidad del experto y es, en consecuencia, del todo irrelevante para evaluar su tarea. En cambio, el dato puede resultar útil al gobierno de George W. Bush si los inspectores concluyen que en Irak no hay armas de destrucción masiva y la Casa Blanca se ve obligada a descalificar el trabajo de los especialistas para reconstruir su principal pretexto bélico contra el país árabe.

De cualquier forma, el propio Bush y sus secretarios de Defensa, Donald Rumsfeld, y de Estado, Colin Powell, han optado por adelantarse a las conclusiones de los expertos y aseguran que, aunque éstos no descubran los armamentos referidos, debe darse por sentado que Irak los posee y que debe ser desarmado -ya no sólo de sus supuestas armas químicas, biológicas o nucleares, sino "desarmado" a secas- por la fuerza militar.

El régimen de Bagdad, por su parte, después de unos días de cooperación plena con los inspectores, ayer los descalificó como "espías de la CIA y del Mossad", cuya tarea real consistiría en "proporcionar mejores condiciones e informaciones más precisas para el ataque que se avecina".

Ciertamente, Irak tiene antecedentes para recelar de los verificadores de armamento, toda vez que el anterior equipo de inspectores, presidido por Scott Ritter, fue usado por Washington y Londres para obtener información estratégica que orientara ataques aéreos ilegales e injustificados contra el país árabe. Así lo admitió posteriormente el propio Ritter, quien agregó que Estados Unidos e Inglaterra buscaron, en todo momento, torpedear el trabajo de los inspectores para provocar una nueva guerra contra el régimen de Saddam Hussein.

Sin embargo, en la presente circunstancia, la descalificación a priori de la tarea de los inspectores de la Organización de Naciones Unidas sólo contribuye a acortar el camino a una nueva conflagración en el golfo Pérsico.

La Unión Europea, Rusia y China deben exigir a Bush y a Saddam -tan semejantes, a veces, en sus furores belicistas- dar tiempo y oportunidad para que el equipo de expertos concluya su tarea sin presiones porque es, por hoy, el único dique a la guerra.
 

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