Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 5 de diciembre de 2002
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Economía

Orlando Delgado Selley

El año próximo

Terminó el primer tercio del sexenio y es evidente que no ha habido avances económicos. No se requiere agregar más. Insistir en lo lejos que está la meta de 7 por ciento de crecimiento ya resulta ocioso. Resulta de interés, en cambio, concentrarse en los próximos años. Las expectativas y las metas gubernamentales, lo que espera la gente y lo que se plantea el gobierno, la evolución de los ingresos personales y fiscales, el consumo y el gasto público. Importa diferenciar qué esperan los mercados y qué piensa la gente sobre la evolución de su situación personal. No se trata de expectativas necesariamente convergentes, ya que, por el contrario, casi siempre resultan divergentes.

Sabemos que el gobierno se ha planteado como meta 3 por ciento, junto con una inflación también de 3 por ciento. La primera se funda en el crecimiento esperado de la economía estadunidense y la segunda en el alineamiento de la evolución de los precios de los bienes y servicios públicos, así como de los salarios mínimos y contractuales con la inflación proyectada. Esto se puede comprobar al revisar la evolución esperada de la oferta y demanda globales del año entrante. La dinámica de la demanda estará sustentada en el comportamiento de las exportaciones, que será del orden de 7.5-8 por ciento, en tanto que la formación bruta de capital fijo se ubicará en el rango 5-6 por ciento. En cambio el consumo privado crecerá menos que el producto, y por el lado de la oferta crecerán más las importaciones que la producción nacional.

Esta evolución ratifica que la meta gubernamental es dependiente del desempeño de Estados Unidos. Si ésta se aleja de lo que espera el gobierno, no se cumplirá el 3 por ciento. Las variables que pueden incidir en la evolución futura de la economía del norte se relacionan con el índice de confianza del consumidor, que a su vez depende de la inspección a Irak, que pudiera desembocar en una intervención militar que, aunque fuese relativamente rápida, impactaría el precio del petróleo y con ello se interrumpiría la recuperación estadunidense y de los otros países desarrollados. Ello pudiera conducir a modificaciones en la política monetaria del Banco Central europeo que alterarían el balance entre los países de la Unión Europea y Estados Unidos, afectando las importaciones de este último.

La meta de crecimiento mexicano es, en consecuencia, vulnerable y no se aprecia ninguna previsión en la propuesta presupuestal que pudiera defender el crecimiento. Lo único que se defenderá, con medidas rápidas, será la meta de igualar la inflación con la de nuestros socios comerciales, aunque afecte la generación de ingreso y empleo. Se actuará sobre la oferta de dinero, elevando las tasas de interés, como ha venido ocurriendo desde hace varios años. La ilusión neoliberal de que si se mantienen los llamados equilibrios fundamentales los precios tenderán a ajustarse a la baja se basa en la presunción de que existen excesos de demanda que se controlan con una política monetaria restrictiva. Priorizar esta política determina la ausencia de propuestas para defender el empleo.

La gente, según algunas encuestas, percibe las dificultades del entorno y reconoce que una de las variables básicas para saber lo que ocurrirá en la economía familiar es el salario. Los dos años anteriores, gracias a que los salarios contractuales crecieron ligeramente en términos reales, el consumo privado funcionó como importante dinamizador del crecimiento hace dos años y amortiguador de la contracción de 2001. La recuperación salarial ocurrida en 2000 no ha impactado el cumplimiento de los objetivos de reducción de la inflación. Al contrario, las metas en esa materia se sobrecumplieron esos años.

Los mercados, por su parte, presionan. Acostumbrados a imponer su visión como la única razonable, cargan de nuevo: no hay futuro para ellos sin la reforma eléctrica. Los empresarios exigen al Congreso aprobar esa reforma, ya que de otro modo habrá apagones. Lo cierto es que se trata de un asunto que debiera ser resuelto por todos. Actuar pensando en el interés nacional exige incorporar la opinión ciudadana.

Así, el año próximo habrá importantes disputas: las reformas neoliberales estarán en el terreno. La elección podría resolverlas, desechándolas o, de ganar la mayoría del PAN, aprobándolas. En materia salarial la decisión del Gobierno del Distrito Federal de aumentar los salarios 7 por ciento, es decir, la inflación anual más dos puntos, establece un elemento fundamental que será utilizado por los trabajadores. Eso sí protegerá la posibilidad de crecimiento.

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