Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 30 de noviembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Contra
Buscan dar un uso digno a El Partenón

La ex mansión del Negro Durazo podría convertirse en La ciudad de la ciencia

KARINA AVILES

Bautizada con sarcasmo popular como El Partenón y considerada uno de los monumentos más grandes a la corrupción en México, la casa del ex jefe de la policía capitalina, Arturo El Negro Durazo, se ha convertido en centro de un proyecto de características únicas para la ciencia en Latinoamérica, al buscar colocarla como una de las sedes del diálogo entre los investigadores del mundo.

El destino de la mansión del que fuera el policía preferido de José López Portillo se escribió en abril de 2000, cuando el científico René Drucker Colín, durante su toma de posesión como presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) pidió públicamente al entonces titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Miguel Limón Rojas, una porción de aquel inmueble construido en 66 mil metros cuadrados -misma extensión del Museo del Louvre, en París- en la delegación Tlalpan.

Limón accedió a la petición de Drucker y se comprometió a otorgar los 2 mil metros solicitados por el actual coordinador de la Investigación Científica de la UNAM. Pero el compromiso mejoró.

Drucker recuerda: ''Diez días después, se comunicó conmigo el abogado de la SEP de parte de Miguel Limón, y me preguntó si quería toda la casa para la AMC y no sólo los 2 mil metros. Al considerar que era un predio excelente para la academia acepté inmediatamente y comenzaron a realizarse los trámites legales''.

Pero los sueños de convertir aquella mansión en un centro de cultura y educación tienen una larga historia detrás. Salvador Martínez della Rocca, ex delegado de Tlalpan, fue otra de la piezas claves que pugnaron por darle un sentido digno a aquella mansión.

''Cuando entré de delegado me entrevisté inmediatamente con Ivar Sisniega, quien era director de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), porque la casa estaba asignada a esa instancia dependiente de la SEP. Textualmente le dije: 'la casa está abandonada y es propiedad de los pueblos de Tlalpan, porque Durazo prácticamente le quitó los terrenos a la gente'. Entonces le pedí que se la entregaran a la delegación. El me dijo: 'te la vamos a regresar siguiendo los procedimientos que las normas establecen'".

El arquitecto Jesús Ruiz Mejía, autor del vitromural del Centro Médico Siglo XXI, y vecino de la casona, recuerda que Durazo pagó los terrenos de la mansión ''en un peso y en 50 centavos el metro y bajo amenazas. A otros les ofreció trabajo en la policía. Cuando hicieron las calles tumbaron casas. A mí me quitó 300 metros de terreno, pero hubo vecinos a quienes les tiró la casa completa''.

La residencia se construyó en poco más de un año, en el sexenio de López Portillo. ''Todos los albañiles tenían grado de capitán o de sargento primero o segundo de la policía. Cuando hicieron sus banquetas se las cobraron a los vecinos. Tan sólo a mí, el Departamento del Distrito Federal me quería cobrar 35 mil pesos, pero me fui al Tribunal de lo Contencioso y gané. Sin embargo, todos los demás vecinos sí pagaron'', apunta Ruiz Mejía.

Martínez della Rocca rememora su primera visita a aquella mansión que estaba en estado de abandono desde hacía 15 años. Afirma: ''Salí muy indignado. Era una casa de pésimo gusto, con excusados que todavía tenían monedas de oro. Aseguro que todavía tenía las monedas porque la saquearon''.

El ex delegado señala que encontró 14 autos viejos de colección. Había una alberca techada con estelas griegas en la pared y un proyector de películas. Se decía que donde estaba la alberca era una copia de la discoteca Studio 54, de Nueva York. Debajo de la piscina ''había una cava impresionante y botellas vacías hasta decir basta''.

Recuerda: ''En la parte de atrás, una cantidad impresionante de animales disecados, leones, etcétera. Y también estaba el teatro 'jónico o dórico' al aire libre. Seguías caminando y había una sala de tiro. Cerca, estaban las caballerizas y por ahí un ruedo de piedra con gradas. También vi el galgódromo con el lago, la sala donde Durazo hacía fiestas para 3 mil personas, y miré, no me lo contaron, un horno incinerador, del que se dice que ahí Durazo incineraba a gente''.

La propuesta de Martínez della Rocca fue hacer en aquellas dimensiones una ciudad educativa-cultural, en donde se construyera una preparatoria, una escuela de artes y oficios, un centro deportivo, sala de conciertos y teatro para el pueblo, además de impartir de manera gratuita cursos y talleres.

En una segunda visita a la casona de Tlalpan llevó a Drucker Colín: ''Le dije que la parte de las caballerizas podría ser la sede de la AMC, porque fácilmente podía transformarse en cubículos para los investigadores; el famoso ruedo podría convertirse en un auditorio y la sala de tiro una biblioteca, que ya hicieron'', indica el ex delegado.

Cuando entré a la casa, dice Drucker Colín, ''se me ocurrió que sería una excelente sede para la AMC, la cual ocupaba entonces un inmueble prestado por la UNAM, que ha sido muy solidaria con la academia. Vi las caballerizas que estaban en muy buen estado y se me ocurrió que podrían convertirse en oficinas''.

Finalmente, los trámites -que ya iban avanzados- para que la delegación Tlalpan se quedara con la casa, no cuajaron. ''Pero de todas maneras ganamos, porque la SEP se la dio a la academia'', expresa Martínez della Rocca.

En 2001, la AMC contaba por primera vez con una sede propia. Entonces, Drucker Colín comenzó un gran proyecto llamado La ciudad de la ciencia, con el objetivo de darle una ''gran cohesión a los científicos y a la actividad científica''.

El proyecto de Drucker planteó que todas las sociedades científicas del país se trasladaran a aquel inmueble, con lo cual podría generarse una federación de sociedades científicas; propuso la realización de un auditorio, en donde se pudieran realizar seminarios internacionales y simposios, así como el acondicionamiento de una ''especie de hotel'' para recibir a los científicos del mundo, al igual que como lo hacen otros países que tienen villas para alojar a los investigadores internacionales.

''Cabe precisar que el hotel no es para irse de vacaciones, sino es equivalente a los centros que tienen las universidades, que están dedicados a reunir a la gente'', destaca Drucker.

En el país no existe un centro con tales características que facilite la actividad y el encuentro de los investigadores, señala. De esta manera, La ciudad de la ciencia comenzó a ponerse en marcha. Con una inversión inicial de alrededor de 4.5 millones de pesos, indica Drucker, se hizo la remodelación de las caballerizas, una pequeña biblioteca, una cafetería para empleados, la zona de estacionamiento y la limpieza en general del inmueble.

''Calculo que se requerirían unos 100 millones de pesos para culminar el proyecto'', pero en todo esto algo muy importante es que la ex casa de Durazo tuvo un buen fin, resume el científico.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año