Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 29 de noviembre de 2002
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Mundo
Robert Fisk *

El atentado en Mombasa lleva la marca de Al Qaeda

Era inevitable. Era la pesadilla de los oficiales de seguridad israelíes. Lo que no pensaron, ni siquiera después de Bali, es que Al Qaeda atacaría a Israel en el extranjero. Por supuesto, el hecho tuvo para los israelíes ventajas aprovechables: pueden culpar a los palestinos, incluso si no tuvieron nada que ver con el ataque suicida al hotel Paraíso.

Como de costumbre, a Al Qaeda no le interesaron las bajas imprevistas. Al igual que hace cuatro años, cuando el ataque a la embajada estadunidense en Nairobi, la mayoría de las víctimas en Mombasa este jueves eran kenianos. En cuanto al grupo nacional que era el blanco, los que murieron eran niños. Pero este ataque constituyó una prueba más de que la red de Osama Bin Laden cuenta con lo que los estadunidenses llamarían "alcance global": sus hombres pueden atacar en Bali, en Singapur, en Afganistán, en Kuwait, en todo el Atlántico, en Saudiarabia, en Yemen, en Nueva York y Washington y en un campo de Pensilvania.

Ese "Ejército de Palestina" que se atribuyó los ataques en Kenia es con toda seguridad un mito -aunque los israelíes aprovecharán esa reivindicación- y en buena medida fracasó en su objetivo. Es importante tener esto en cuenta al evaluar los resultados del ataque más reciente de Al Qaeda: los dos misiles lanzados no lograron destruir el avión israelí; los atacantes suicidas esperaban sin duda un número mucho mayor de víctimas. El 28 de noviembre llevaba la intención de ser el 11 de septiembre de los israelíes, con una lista de 300 o 400 muertos. En cambio hubo sólo tres víctimas de esa nacionalidad.

Si se busca una firma, Al Qaeda dejó sin sombra de duda sus iniciales en los asesinatos del jueves: atacantes suicidas, golpes simultáneos, Kenia, un sitio vacacional. La palabra marca se ha vuelto un lugar común, pero los ataques de Mombasa llevaban las palabras "Al Qaeda" escritas por todas partes.

Hace dos meses, altos oficiales de inteligencia israelíes expresaban en privado su preocupación de que el siguiente objetivo de Al Qaeda sería Israel. Hablaban de los altos edificios de Tel Aviv, de los arsenales de misiles nucleares en el desierto de Negev y, aunque lo decían en voz muy baja -porque no se trata de que el mundo aborde el tema de la capacidad nuclear de Israel-, temían con razón que Osama Bin Laden intentara poner a Israel al lado de Estados Unidos.

Y así ha sido. Cualquier cosa que haya hecho Al Qaeda este jueves es un hecho que colocó a Israel junto a Estados Unidos. Del 11 de septiembre de 2001 en adelante, el primer ministro israelí Ariel Sharon ha declarado que Israel está al lado del presidente Bush en su "guerra contra el terrorismo", conflicto en el que, gracias a la política unilateral de Washington en Medio Oriente, se ha dado la impresión de que Sharon y Bush persiguen los mismos objetivos. Ahora el mundo tiene que reconocer que Ariel Sharon, considerado un criminal de guerra por millones de árabes por su "responsabilidad personal" en la matanza de civiles palestinos de Sabra y Chatila en 1982, tiene una razón para combatir a Al Qaeda.

¿Habrá palestinos en las filas de Osama Bin Laden? Jamás vi ninguno entre las docenas de sus hombres que conocí en Sudán y Afganistán, pero, al atacar a israelíes, Al Qaeda se ha puesto en los hechos la túnica de la intifada. Si un atacante suicida palestino puede asesinar a 11 israelíes en Jerusalén y un escuadrón suicida de Al Qaeda puede matar a tres israelíes en Mombasa, ¿cuál es la diferencia? En el futuro, cualquier asalto israelí en la franja occidental ocupada y en Gaza podrá presentarse como parte de la cacería de los hombres de Osama Bin Laden. De cualquier incursión aérea israelí, por muchos niños que mate, podrá decirse que no es diferente a los bombardeos estadunidenses de pueblos afganos.

Ni por un momento imaginemos que a Al Qaeda no se le ocurrió esta idea. En una organización para la cual la idea del "daño colateral" -que ya en nuestra lengua suena bastante obscena- carece de significado, la reintensificación del poderío de fuego israelí es un acto inevitable. Mientras más árabes se den cuenta de la brutalidad de la venganza de su enemigo, más poderoso es el alcance de Al Qaeda. El atentado del jueves, mínimo en términos de bajas israelíes en comparación con los recientes ataques suicidas palestinos, no cambia ese hecho. Dos dirigentes israelíes carentes de escrúpulos se disputarán el derecho de devolver el golpe, y el gobierno de Bush, en la secuela del 11 de septiembre, de seguro no los llamará a la moderación.

¿Qué nos dice de Osama Bin Laden este nuevo ataque? Muestra que sus hombres, una vez más, pueden atacar a sus enemigos a voluntad. Mombasa y un hotel de propiedad israelí -el valor de los lunamieleros israelíes lo deja a uno estupefacto- deberían haber sido riesgos de seguridad obvios. Fue en esa misma costa africana, en Mogadiscio, donde los combatientes de Bin Laden atacaron por primera vez a los estadunidenses, como el mismo Osama me contó en 1997. El ataque a la embajada de Washington en Nairobi, hace cuatro años, junto con el de la embajada en Dar-es-Salam, debieron haber probado el poderío de Al Qaeda en Africa.

Y el "texto" del ataque dice algo más. Al Qaeda atacó un lugar de veraneo en Bali y ahora otro en Mombasa. Trató de hundir el barco estadunidense Cole en Adén con un bote tripulado por atacantes suicidas. Intentó que zozobrara el buque tanque francés Limburg con un método idéntico. Atacó con bombas dos embajadas estadunidenses en Africa. Derribó dos torres en el World Trade Center. Este jueves, combinó el golpe al hotel de Mombasa con el intento de ataque misilístico al avión donde viajaban los lunamieleros israelíes. ¿Qué vendrá ahora?

Bueno, ya hemos escuchado la lista negra de Osama Bin Laden. Primero Gran Bretaña, luego Francia, Italia, Canadá. Y ni por un momento creamos que los estrategas de Al Qaeda no han echado una ojea-da a los blancos disponibles.

Han revisado todo, como hicieron hace más de cuatro años los combatientes del GIA argelino cuando planeaban estrellar un avión secuestrado de Air France en la torre Eiffel. De seguro miraron las compuertas reguladoras del Támesis y el Eurostar y todos los demás símbolos vulnerables de la sociedad europea. Porque lo que quiere la organización es que Europa entre en alianza con Estados Unidos e Israel. El patético choque de las civilizaciones que predijo Samuel Huntington en el libro del mismo nombre es tan importante para los secuaces de Bin Laden como para los fundamentalistas cristianos de derecha estadunidenses que hicieron la repulsiva afirmación de que el profeta Mahoma era un pederasta. El ataque del jueves fue un paso más en esa dirección.

* Periodista irlandés especialista en Medio Oriente, corresponsal de The Independent. Su libro más reciente es Pity the Nation.

Copyright, The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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