Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 29 de noviembre de 2002
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Política
ENTREVISTA /CARLOTA ACOSTA HERNANDEZ, MADRE DE MISAEL NUÑEZ

Vicente Fox debe aclarar el asesinato de mi hijo

DEMANDA QUE LA FISCALIA ESPECIAL REVISE A FONDO EL CASO

Con 73 años, Carlota Acosta ha sobrevivido a dos infartos y no olvida cómo fue asesinado su hijo, un maestro que se oponía al cacicazgo que ejercían Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo en el SNTE. A 21 años del crimen, exige una investigación que culmine con el castigo para los responsables

JUDITH CALDERON Y JAVIER SALINAS

Tecamac, Mex., 28 de noviembre. Carlota Acosta Hernández es una mujer madura de piel morena que habla emocionada de su hijo, Misael Núñez Acosta, como un luchador social que "murió sin saber la magnitud de su trabajo político". Dice que las recientes noticias sobre el asesinato de su primogénito volvieron a remover sus recuerdos y "me puse muy mal". Exige que se castigue a los responsables y considera que corresponde a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado revisar a fondo el caso, "porque cuando lo mataron no se investigó nada. Nosotros no podemos acusar a nadie porque no tenemos pruebas. Le diría a Vicente Fox que él, que es quien está en el poder, debe hacer algo".

Misael, recuerda, desechó las advertencias de que lo perseguían e ignoró los pronunciamientos hechos por dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que calificaban a la disidencia de "aventureros e irresponsables que pretenden quebrantar nuestra estructura". Dos meses antes del asesinato, el periódico El Nacional publicó un discurso del entonces dirigente nacional del gremio, Ramón Martínez Martín, quien advirtió: "El SNTE no transará con los disidentes, pues nuestra organización no es plataforma política de aventureros e irresponsables". En el acto participaron mentores de 55 secciones, según detalla la nota difundida en primera plana en diciembre de 1980.

En su discurso planteó: "el SNTE no permitirá la injerencia de fuerzas manipuladas del exterior que pretenden quebrantar nuestra estructura. Nuestro sindicato no es plataforma política de aventureros e irresponsables, que creyéndose seudorrevolucionarios practican la contrarrevolución minando las organizaciones de los trabajadores". Manifestó que el SNTE seguía los lineamientos de Carlos Jonguitud Barrios, quien en esas fechas era presidente nacional de Vanguardia Revolucionaria en dicho sindicato.

Núñez Acosta, el maestro de 31 años, participaba en esas fechas como disidente dentro de la sección 36 del SNTE. Se enfrentaba a la lideresa Elba Es-ther Gordillo. Había sido protagonista de la formación del Consejo Central de Lucha Magisterial del Valle de México y de un paro de labores que cumplió 27 días en diciembre de 1980. En esas fechas era acusado en el periódico El Sol de Valle de México, junto con Sergio Montaño, de "preparar agitadores profesionales para que con metralleta y cuchillo obliguen a los maestros a parar".

Eran tiempos de gran revuelta en el magisterio. Los maestros luchaban por mejoras salariales e impugnaban el charrismo sindical. Carlota Acosta narró que un mes antes del homicidio, un compañero de Misael le comentó: "el SNTE mandó hacer un estudio muy a fondo del sindicato para saber quiénes tienen capacidad de organización, y dicen que es Misael. Yo le quiero decir que se ande con cuidado".

Carlota habló con su primogénito, pero el hombre de "carácter fuerte y enérgico, que desde pequeño fue muy inquieto", desechó el llamado de alerta que en privado le hizo su madre.

-¡Ay, jefa! Ellos hablan porque son cobardes ¡Qué les anda haciendo caso! No me pueden matar, lo que pueden hacer es quitarme mi plaza de maestro, a mis hermanos o a Yola (su compañera). Pero adonde nos manden vamos a trabajar". Y animándola, agregó: "¿qué pasó con ese espíritu de lucha?"

El origen de la combatividad

Atribuye la personalidad combativa de Misael a la influencia del abuelo materno, Carlos Acosta. Recuerda: "mi papá, que era evangelista, era luchador social y fue presidente municipal de Tepehuacán, Hidalgo. Misael andaba con él en los pueblitos enseñando a los indígenas a hacer su brasero, sus hornillas". Además de la influencia del abuelo, dice que también influyó la situación de pobreza en que vivieron, porque "él siempre aborreció la injusticia".

Carlota estudió la secundaria en un internado evangelista en Hidalgo. A los 18 años se casó con Audomaro Núñez, quien trabajaba como obrero en el área de fundición. Tuvieron siete hijos, y como el salario de él no alcanzaba -19.50 pesos mensuales-, ella tuvo que trabajar siempre, lo hace hasta la fecha, y menciona que quien le ayudaba era Misael. "Por él tuve casa en Tulpetlac y después la vendí para comprar aquí", dice, y señala la casa ubicada en Tecámac, donde vende fierro viejo y cartón "para comer, porque nunca he sido atenida".

Cuando sus hijos eran pequeños anduvo limpiando casas y durante años vendió comida afuera de la Clínica 68 del IMSS. Dice que a sus hijos nunca les pegó: "¡cómo cree! Para mí son una bendición. Tenemos a los hijos prestados y nosotros teníamos muchas carencias. Apenas nos alcanzaba para vestirlos. ¡Cómo los iba yo a maltratar!"

Recuerda que acompañaba a su hijo Misael a los mítines y participó activamente para lograr mejoras en la telesecundaria de Tulpetlac. Consiguieron que les pusieran laboratorio y les entregaran materiales. Cuando se rumoró que lo perseguían, ella le pidió: "ya no te metas en la política". Pero él quería la democratización del SNTE, tenía mucha fe y muchas esperanzas. Anhelaba que estuvieran mejor los maestros, "porque muchos de ellos no tienen carro, andan en pesero, no tienen casa, se la pasan rentando porque nunca han recibido buenos salarios".

Ha tenido que soportar la muerte de dos de sus hijos: el primero de ellos, asesinado. Elvira, la segunda, que era enfermera, murió en una clínica del IMSS. Sus ojos se llenan de lágrimas cuando recuerda: "el día que mataron a Misael fue horrible. Dice mi nuera que un carro pasó enfrente de la casa, hasta se paró enfrente y estuvo viendo. Lo andaban buscando". Hasta Edson, el hijo de Misael que apenas tenía 10 años, dijo: "mire, tía, nos andan espiando".

Ella estaba en la telesecundaria de Tulpetlac. "Al regresar alguien llamó por teléfono. Eran como las siete de la noche cuando me enteré. Quise llegar hasta donde estaba mi hijo, pero no me dejaron hacerlo". Se desmayó y tuvieron que llevarla al Seguro Social. Su corazón empezó a fallar y ocho meses después sufriría el primero de dos infartos que ha tenido hasta la fecha.

"Mi hijo pasó a ser parte del pueblo. Ojalá hubiera vistolo que pasó el día que lo mataron: había gente llorando por todas partes, como si de todos hubiera sido hijo"

Carlota, que es descrita por habitantes de Tulpetlac, estado de México, como "aguerrida", exigió al entonces procurador Humberto Lira Mora que esclareciera el asesinato. El funcionario la consoló: "no señora, no se preocupe, si los sentencian a 30 años de cárcel, es como morir en vida". Ella esperó, pero después de la sentencia, "como a los 15 días, los acusados se fugaron" y "ya no pudimos hacer nada y las autoridades tampoco".

Tiempo después recibió otra mala noticia: el abogado, León de la Selva, quien llevaba el caso y que incluso pidió que ambos fueran coadyuvantes en la investigación, también fue asesinado, "a pesar de que siempre andaba con agentes".

Es quizás por todo eso que ahora pide insistentemente a sus hijos "que no se metan en la política, porque otra cosa así no la soporto". Habla con cautela. Dice que no recuerda los nombres de los gatilleros que ultimaron a su primogénito y tampoco de dónde vino la orden para hacerlo.

Asegura que ya olvidó si en una de las audiencias uno de los detenidos declaró que Elba Esther Gordillo les había pagado. Ella no quiere ya ningún problema, dice remarcando la frase, mientras descansa en una silla en el patio de su casa.

Al asomarse sobresalen fierros, bicicletas y costales de cartón. En ese ambiente resaltan, luminosas, las flores. Una mata de durazno del lado izquierdo, un ramillete de margaritas, malvones de todos colores.

En el interior, en una sala modesta se pueden ver, a través del cristal, muchas plantas más y en el centro de la sala dos fotografías: la de Misael y la de su hija Hilda, que estudió también para maestra a nivel licenciatura, pero que no pudo conseguir trabajo y se encuentra en Estados Unidos con otro de sus hermanos.

"Por eso yo les digo que no conviene que estudien para maestros. A mi hijo Elfego, que tiene 25 años trabajando, no le han dado ni siquiera una dirección. Mejor que se pongan a vender pepitas", concluye entre risas.

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