Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 26 de noviembre de 2002
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Política

José Blanco

Pazos: un diputado antisocial

Cursó la carrera de abogado en la Escuela Libre de Derecho, realizó estudios de administración pública en la New York University (a la que acaba de entrar como profesor Domingo Cavallo, el ex ministro que impunemente hizo añicos la economía argentina), y la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala le otorgó el doctorado honoris causa (o ignoramus causa, expresión latina de la factura de Lombardo Toledano).

Un día nuestro héroe sintió una viva luz en el cerebro y vio, en toda la extensión de esta breve palabra, que los economistas no sabían Economía, porque a él los objetos de estudio, los fenómenos que busca explicar esta disciplina, le quedaban perfectamente claros. De modo que montó el Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa, se dedicó a ganar plata en cantidades respetables enseñándoles Economía y finanzas a empresarios -no se sabe si deslumbrados o embaucados-, y los medios electrónicos le abrieron sus puertas para que sin piedad le asestara al respetable, una y otra vez, con una vehemencia cuya intensidad es digna de reconocimiento, las más preclaras expresiones de la que en el siglo xix la Economía clásica llamó "economía vulgar"; es decir, lo que el vulgo (vocablo sin sentido peyorativo) cree saber acerca de los fenómenos económicos (el sentido común aplicado a tales fenómenos).

Está en la naturaleza de esta disciplina, la Economía, ir acompañada forzosamente de la economía vulgar, porque hasta los niños todos los días y a todas horas actúan e interactúan con ella (el dinero, los precios, las mercancías, los bancos, el crédito, y mucho más) y, por supuesto, todo mundo tiene su propia idea de lo que es cada cosa o asunto del mundo económico. Sin embargo, el pensamiento científico en el campo de la Economía comienza precisamente ahí donde terminan las (brevísimas) posibilidades explicativas del sentido común.

Más de dos siglos de teorización en esta disciplina y la emergencia de variadas escuelas de pensamiento no fueron generadas históricamente por la sociedad humana porque sí, vanamente, o por arte de birlibirloque.

Pero al margen de lo anterior, el talento empresarial de Luis Pazos es inescamoteable: pudo sin pudor y con diestra soltura convertir la economía vulgar en una serie interminable de best sellers. Sus libros rompen todos los récords. Y ahora es el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. Nada menos. Así está el país.

Además, su currículum sigue creciendo como lo prueba su primera opus en materia de educación superior: "Universidades ƑAntisociales? El dispendio de la Educación Superior en México". Un tema que agotó en cinco párrafos.

Queda expuesto a la luz pública que la combinación de la economía vulgar y algunos acordes que de oídas le han llegado acerca de una de las problemáticas más complejas de cualquier sociedad, como es el caso de la educación superior, en manos de Luis Pazos resulta alarmante e insultante no sólo para las casas de estudios superiores del país, sino para el conjunto de la sociedad.

El dato sobre costos de la docencia que da en su opus es falso; el tiempo curricular del que nos informa en su artículo acerca de las profesiones en Europa es falso; que los estudiantes de la UNAM llegan a tomar clases en carros último modelo es una payasada peor que varios de sus best sellers; que muchas de las carreras que se enseñan en las universidades no se corresponden con las necesidades sociales, sin citar una sola de ellas, es una aseveración pueril; que "en la mayoría de las universidades públicas hay un uso discrecional de los recursos y una baja calidad educativa" es uno de esos acordes llegados de oídas, en el que se contienen mentiras viles, verdades a medias y desconocimiento total del origen y la historia de las decisiones que llevaron a la situación actual, sobre todo la responsabilidad del propio Estado en esa situación; es desconocer también que en los últimos de dos a tres lustros ha habido mejoras continuas en muchas universidades públicas y que continuar hacia adelante es imposible sin un proyecto y una política de Estado donde los actores sean las universidades y los poderes del Estado; si del presidente de la Comisión de Presupuesto las universidades sólo reciben exabruptos es imposible que éstas hagan mucho para alcanzar reformas capaces de producir egresados mejores que el actual presidente de la Comisión de Presupuesto.

Al final Pazos enseña el cobre de la economía vulgar: las universidades públicas, dice, deben convertirse "en instituciones que con un simple análisis costo-beneficio se compruebe su apoyo al progreso social".

Así de simple es la cabeza de Pazos. ƑMedir el costo-beneficio de la poesía?, Ƒde la astronomía?, Ƒde la física?, Ƒde la filosofía?, Ƒde la danza y el teatro?, Ƒde la ciencia política?, Ƒde la teoría económica?, Ƒde la investigación biomédica?, Ƒde la topología?, Ƒde la arqueología?, Ƒde una dilatada lista disciplinaria que Pazos ignora? Pero así está el país.

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