Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 24 de noviembre de 2002
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Editorial
 
LA PREVISIBLE CATASTROFE Y LA PASIVIDAD

sol-2Las voces de alerta no faltan. Las organizaciones de productores rurales adviertencon alarma, por ejemplo que el ingreso sin restricciones de productos agropecuarios en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dará la puntilla a este sector agonizante, postergará sine die la seguridad alimentaria, dejará al país al arbitrio de las trasnacionales y de los agroexportadores estadunidenses, fuertemente subvencionados en abierta violación del TLCAN.

Sin embargo, en la Presidencia de la República parecen vivir en otro país. Por ejemplo, el coordinador de Políticas Públicas, Eduardo Sojo, no sólo prevé para el 2003 un crecimiento del producto interno bruto (PIB) que según él sería el doble del de este año, a pesar de que sigue la recesión estadunidense y de que el impacto del libre ingreso de los productos agroganaderos será devastador, sino que habla incluso de que dentro de cuatro años el crecimiento del PIB podría ser de 7 por ciento, sin explicar cómo ni por cuál milagro, dado que el presidente del Banco Mundial advierte contra el aumento del abandono por los inversionistas de los países de nuestro continente, incluido México.

Por su parte, el presidente Vicente Fox sostiene que la agricultura mexicana puede aguantar todo porque es competitiva, sin tener en cuenta que incluso en los sectores realmente competitivos y de buena productividad, como los sorgueros o trigueros de Sinaloa, los subsidios estadunidenses sacan del mercado a los productores nacionales e, inclusive entre los cultivadores y productores modernos y capitalistas de hortalizas para la exportación, cunde el desánimo y aumentan las quiebras. ¿Cuál cultura de la corresponsabilidad --o sea, cuál asunción de riesgos por el campesino-- puede existir cuando no hay créditos oficiales y el campo es oficialmente abandonado a su propia suerte frente a la acción oligopólica y a las subvenciones a la producción agroganadera que caracterizan la política de Estados Unidos? ¿No hay más remedio entonces que esperar pasivamente el alud de productos baratos importados que acabarán con lo que queda del sector campesino, reduciendo aún más el mercado interno y aumentando la pobreza? ¿Las autoridades, sobre lo llovido del TLCAN, impondrán lo mojado del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que reduce aún más la soberanía, las posibilidades de defensa de los estados, las trabas a las trasnacionales? ¿No ha llegado el momento, por el contrario, de evitar el desastre que nos amenaza exigiendo unilateralmente una renegociación de los acuerdos agroganaderos del TLCAN y una imediata solución al problema de los emigrantes, que son la consecuencia de la crisis en los sectores rurales y aportan talentos, trabajo, riqueza al país que los recibe mientras, para México, son una verdadera sangría? ¿Qué contramedidas se esperan tomar, a corto y mediano plazos, ante el abandono del campo que deja a México dependiente de las exportaciones petroleras que inevitablemente se acabarán?
 

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