Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 15 de noviembre de 2002
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Cultura
LA MUESTRA

Carlos Bonfil

En la mente del asesino Aro Tolbukhin

Verismo y ficción Preferencia por la incógnita del horror

ENTRE 1979 Y 1981 se registraron en Guatemala los casos de siete mujeres brutalmente asesinadas en una enfermería, todas ellas en estado de gravidez, con severas quemaduras en sus cuerpos. Una vez detenido el criminal pirómano, éste se atribuyó otras 17 víctimas en los 12 años anteriores, e incluso mencionó un número mayor de ejecuciones no verificables. Su perfil era el de un sicópata con una evidente propensión a la mitomanía.

ESTE SUCESO DE nota roja atrajo la atención en 1981 de los realizadores franceses Lise August e Yves Keetman, quienes entrevistaron al asesino, Aro Tolbukhin, de origen húngaro, en el penal de alta seguridad de Pavón, en Cobán, Guatemala. En 1997, a la muerte de Lise August, la cineasta Lydia Zimmermann rescató el material audiovisual, almacenado y casi olvidado, para acometer, con otros dos realizadores, Agustí Villaronga e Isaac Pierre Racine, En la mente del asesino Aro Tolbukhin, documental que originalmente debía ser sólo un corto o mediometraje, y que se convirtió en un proyecto más ambicioso, coproducción hispano-mexicana, mezcla de documento verista y ficción, filmado en 16 y en 35 mm, con material en video, y una alternancia de blanco y negro y fotografía en color, a cargo de Guillermo Granillo.

LA MAYOR APUESTA de la cinta, al mismo tiempo su mayor desafío, fue sostener el interés del público -garantizado de entrada por una historia singular-, con la recreación en varios países, y el recurso a actores reconocidos (Daniel Giménez Cacho y Carmen Beato), de los diversos entornos en que transcurrió la vida de Aro Tolbukhin, explorando su infancia y su relación con su hermana Selma, e indagando en sus motivaciones homicidas.

HAY EN LA cinta fuertes lagunas narrativas, pues la crónica, que no se propone ser exhaustiva, se concentra en la personalidad del protagonista. Al respecto, Giménez Cacho consigue una vigorosa composición de su personaje Aro adulto, el ser de ficción, que añade al original una mirada torva y huidiza, siempre impenetrable -con una complejidad mayor a la de su caracterización en Profundo carmesí, de Arturo Ripstein.

EN LA MENTE del asesino... cumple bien su propósito de hurgar en la sicología del personaje evitando las conclusiones precipitadas, y de descubrir el lado ''humano" del criminal impenitente, a riesgo de parecer políticamente incorrecto o de naufragar en el sentimentalismo (una tentación apenas evitada).

EL RELATO GANA dinamismo por su modo de entremezclar los testimonios directos y las evocaciones dramatizadas, y sobriedad por el tono en el que sugiere el horror y la crueldad de los asesinatos. A las dudosas gratificaciones del espectáculo sanguinolento, los realizadores prefieren la incógnita de un horror no menos punzante, el de la maquinaria mental de Aro Tolbukhin, desafío final para cualquier espectador inteligente.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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