Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 5 de noviembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Cultura

Carlos Bonfil

Tlatelolco, las claves de la masacre

La recuperación moral de la memoria. Carlos Monsiváis lo señala oportunamente: para generaciones ya muy distantes de los sucesos de 1968, la revisión y examen de las fotografías y los videos -del irrefutable testimonio gráfico de lo sucedido-, es el complemento invaluable de los análisis históricos y políticos. (Proceso, edición especial). Y desde 1998, conmemoración del 30 aniversario de la masacre de Tlatelolco, se acumulan e incrementan las revelaciones testimoniales, la apertura de archivos fotográficos, los reclamos de la sociedad civil, la urgencia de una comisión de la verdad, y se precisa, de modo dramático, la afrenta nacional que sigue siendo hoy la impunidad de los responsables.

Lo denunciado en el documental ya clásico del movimiento, El grito (1968), de Leobardo López Aretche, no ha perdido en absoluto su vigencia. La cercanía de los sucesos y las dificultades para acceder a un caudal mayor de informaciones confiables, obligaban en aquel tiempo a fincar el documental en el registro emotivo, con la indignación moral como principal cauce expresivo. En lugar de explicaciones, el documental del centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) se atenía a la elocuencia de las imágenes, a la mirada subjetiva del testigo comprometido, del participante de las marchas. Para los espectadores de la época quedaba, sin embargo, un vacío de imágenes, el panorama, inevitablemente incompleto, de lo ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas, y que posteriormente el cine intentaría sugerir mediante la alusión metafórica (El cambio, de Alfredo Joskowicz, 1971), o la visión melodramática (Rojo amanecer, de Jorge Fons, 1989).

El impacto de esta última cinta no es para nada desdeñable. Así sea con un lenguaje cercano a la telenovela, o con el forzado escamoteo de representaciones de la Plaza ensangrentada, la cinta contribuyó a que el cerco de las prohibiciones oficiales y el reflejo de la autocensura comenzaran a derrumbarse, o al menos a perder su eficacia. Luego del colapso del tabú que hacía intocables la figura presidencial y la respetabilidad del clero, es decir, luego de La ley de Herodes y El crimen del padre Amaro, a nadie sorprendería ya que instituciones todavía intocables figuren muy pronto, en primer plano, en la pantalla. A nadie sorprendería, pues, un intento comercial por elaborar, a partir de la tragedia del 2 de octubre, la película de ficción ''definitiva", el remedo de un Oliver Stone o de un Costa Gavras; de algún modo, el Missing nacional.

Mientras eso sucede, o sigue sin suceder, lo notable es el trabajo del documentalista Carlos Mendoza para el canalseisde julio, el cual captura, de modo específico, lo ocurrido la noche de Tlatelolco y durante los días no menos pavorosos que siguieron. En 1998 el canal elabora Batallón Olimpia, documento abierto, registro analítico de la naturaleza y acciones del grupo paramilitar, y dos años después, el documento que lo enriquece, Operación Galeana. Este año, Carlos Mendoza ofrece Tlatelolco, las claves de la masacre, recopilación de un material gráfico y de video que profundiza en la investigación en curso, añadiendo evidencias encontradas entre el año 2000 y la fecha actual. Imágenes inéditas de la matanza, con el análisis de la trayectoria de disparos provenientes del techo de la iglesia aledaña; imagen clara de soldados deteniendo e inmovilizando a una persona durante la matanza; detalles logísticos que enriquecen el testimonio de vecinos y sobrevivientes.

Una imagen contundente: la evidencia de francotiradores al servicio del gobierno disparando desde una ventana del edificio de la Suprema Corte de Justicia. Otra más: el telegrama que el entonces embajador estadunidense, Fulton Freeman, dirige a su gobierno informándole de la decisión de Díaz Ordaz de ''poner un punto final a los desórdenes estudiantiles". Los estudiantes desafiando, inermes, a los tanques militares que ocupan la Plaza de la Constitución en la mañana del ''desagravio" a la bandera.

Una a una se suceden así las imágenes -actas de acusación, irrebatibles. Tlatelolco, las claves de la masacre y los documentales que le preceden en el canalseisdejulio, completan, a su modo, el trabajo de Leobardo López, el cineasta pionero hoy desaparecido, y lo hacen con la perspectiva analítica que se impone a 34 años de los hechos, y el flujo incontenible de las nuevas evidencias. Un esfuerzo valioso por recuperar, una vez más, lo mejor de nuestra memoria colectiva.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año