Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 5 de noviembre de 2002
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Cultura
Con ¡Arde Judas! es la primera vez que presenta una exposición de manera formal

Lola Alvarez Bravo pedía captar la vida de la calle: Raúl Abarca

Desempolva su archivo de fotografías y negativos para ver si tienen valor estético, señala

Exhibe 66 impresiones con la colección personal de esos cartones del muralista Diego Rivera

MERRY MAC MASTERS

Discípulo de Lola Alvarez Bravo, con quien se asoció para abrir la Galería de Arte Contemporáneo, en la que el 8 de abril de 1953 Frida Kahlo presentó en vida su única exposición individual en México, Raúl Abarca (DF, 1919) dedicó una época a la fotografía. Ahora desempolva sus impresiones y negativos, o lo que queda de ellos, con el deseo de ver ''qué interés pueden tener".

Más allá de cualquier valor histórico, sociológico o antropológico, a don Raúl le gustaría saber si sus imágenes tienen un valor estético.

Por lo pronto, 66 fotoimágenes suyas integran lo que viene a ser su primera exposición formal, ¡Arde judas!, con la colección personal de Diego Rivera organizada por el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, donde concluirá el sábado 9. Para Semana Santa, en 2003, la muestra se presentará en el Instituto Veracruzano de Cultura.

Adquisición de una técnica

De niño, don Raúl sacó sus primeras fotografías con una cámara Browny de cajón. Cuando ingresó al Instituto Politécnico Nacional se vio en la necesidad de ayudarse con sus estudios de ingeniero-arquitecto; ahí fue compañero de Ruth Rivera, hija del muralista guanajuatense. Sus elementales conocimientos de la cámara le sirvieron para entrar a trabajar al Instituto Nacional de Bellas Artes, en el que durante dos años registró los espectáculos escenificados y las obras de arte exhibidas.

juansoriano3El joven aprendiz, no obstante, advirtió que ''debía adquirir una buena técnica". Se dirigió a la entonces Academia de San Carlos, donde no le fue posible estudiar escultura, como también era su intención, por tratarse de una carrera de tiempo completo como la del Politécnico. Pero, la de fotografía se impartía por las noches y el profesor era Manuel Alvarez Bravo (1902-2002).

De don Manuel manifiesta: ''Nos enseñaba mucha técnica, lo que había que hacer en el cuarto oscuro y los valores de los papeles a usar. Nos ponía a reproducir fotos que tenía de retratos franceses del siglo XIX, pero no nos motivaba mucho. La sentíamos una clase un poco fría, seca".

Así pasó un par de años. Después, Abarca abandonó la clase para dedicarse dos o tres años a sus estudios en el Politécnico. Cuando regresó a la escuela de bellas artes, en lugar de don Manuel estaba Lola Alvarez Bravo, con quien la fotografía era otra cosa:

''La técnica no le interesaba demasiado, pero nos impulsaba a tomar fotos. 'Salgan a la calle, vean la vida que allí hay', decía. Lola organizaba excursiones, salíamos a los pueblos cercanos. A veces iba Ruth Rivera. Fue lo que me empezó a mover para interesarme en la vida de las personas en la calle".

Vivaz y sociable, Lola conocía a todos los pintores de la época, muchos de los cuales frecuentaban su taller. Poco a poco Abarca se unió a ese grupo de amistades: ''La ciudad de México era muy chica. Casi todas las noches íbamos al café del hotel Regis, que se cayó por el terremoto de 1985, y veíamos a todo el mundo: personas de teatro, de cine. Era muy fácil conectarse con todos ellos".

Amigo de Juan Soriano

Juan Soriano también era muy amigo de Lola. Con el joven pintor y escultor Abarca igualmente trabó amistad. Incluso, como ''20 años después", don Raúl tuvo oportunidad de fotografiar una sesión de trabajo en la que Juan retrataba a la poeta Pita Amor: ''Un día (Juan) me dijo, estoy pintando a Pita Amor. ¿Por qué no vas a tomarme unas fotos? Fui al estudio que tenía en la calle de Melchor Ocampo".

En cierto momento, recuerda Abarca, las personas que rodeaban a Lola la convencieron para que abriera un estudio de fotografía al público: ''Encontré en la colonia Juárez, hoy Zona Rosa, una casa habitación de dos pisos en la calle de Amberes 12, que alquiló Lola. Después de unas pequeñas adaptaciones, allí abrió su estudio, pero no tuvo mucho éxito porque su estilo de fotografía, no se prestaba para tener clientes. No retocaba las caras, por ejemplo. Fotografiaba de manera realista. A las personas les salían los poros, los granos y eso no les gustaba. Querían verse bonitos, pero no era su estilo".

-¿En el estudio también hacían exposiciones de artistas plásticos?

-Mientras fue estudio de Lola, sólo se exhibió su obra. Pero al cabo de un año, cuando el estudio se iba a cerrar, le dije a Lola que había que aprovecharlo. Estuvieron de acuerdo Juan y los demás amigos. Lo convertimos en la Galería de Arte Contemporáneo, la tercera en su tipo que había en esa época.

De la exposición de Frida Kahlo, narra: ''Fue la única que Frida tuvo en una galería privada en México. Ya estaba muy enferma. Llegó en una ambulancia. Ha-bían mandado su cama que estaba en el salón principal. Allí estaban los retratos de Lenin y de Trotski. La cargaron para ponerla en la cama. Había tanta gente que el tráfico no podía pasar. Pedimos ayuda de la policía de tránsito y varias patrullas cerraron dos cuadras de la calle".

Dada la relación con la pintora, en algún momento Lola y don Raúl intentaron hacer una película con Frida como protagonista:

''Como un compañero nuestro, Jorge Hernández Campos, era poeta, realizó el guión, y empezamos a hacer la película. Pero no se terminó y desapareció el rollo. Era un cuento en el cual Frida hacía el papel de una mujer que encuentra un niño, algo así, ya no me acuerdo de los detalles. Se empezó a hacer sobre esos términos en la casa de Frida, en Coyoacán."

Influencia del cine y las revistas ilustradas

Si Raúl Abarca tardó más años de la cuenta en terminar su carrera fue porque de repente se iba de ''puro gusto" a fotografiar a los pueblos. Pero, una vez que la acabó, y cerrada la Galería de Arte Contemporáneo, se dedicó a la arquitectura. Ya no sacaba fotos porque ''la carrera me absorbió, además pensé que eso no daba dinero (risas).

''Nadie compraba fotos jamás. Y las fotos que hacían, por ejemplo, los periodistas, pues les faltaba imaginación. Se ve en los periódicos de la época. Como que no les interesaba ni a los editores ni a los que hacían las páginas, que las personas se vieran en la foto. Los paraban, los retrataban y ya."

Las revistas ilustradas como el cine influyeron a Abarca. De revistas como Look, Life y Paris-Match, le gustaba la idea de que la foto era lo principal, mientras que el texto se reducía y del séptimo arte le llamó la atención el movimiento. Siempre retrataba a las personas en el acto de hacer algo. Por eso le gustaba salir a la calle.

Don Raúl calcula que le quedan cerca de mil 500 fotografías. Otras dos mil ''se han de haber extraviado. Nunca les hice mucho caso. Las tenía en cajas de cartón". Pero hace unos años, se dijo, ''tengo todo esto. Voy a tratar de ver qué puedo hacer con ello". En la actualidad busca apoyo económico para organizar su archivo.

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