Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 30 de octubre de 2002
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Contra

El secuestro global

''Actos como los de

Bali o Moscú

demuestran que todo mundo es un potencial ámbito de actuación de kamikazes convertidos en bombas humanas o de ejércitos dispuestos incluso a matarnos para que el terrorista no se salga con la suya''

Manuel Vázquez Montalbán

No soy un experto en casi nada y por lo tanto transmito mi más absoluto desconocimiento sobre técnicas disuasorias o directamente represoras de secuestros terroristas. Me limito a extraer consecuencias de lo sucedido en Moscú, desde la difícil posición de que el posible tono crítico al procedimiento de asalto del ejército ruso pueda ser interpretado como una apología indirecta de los terroristas chechenos.

Los provocadores inmediatos de la situación fueron esos terroristas y es otra la reflexión que debiera llevarnos a las razones y sinrazones de la cuestión del independentismo checheno. Desde la situación imaginaria de rehén de terroristas no tengo otra reacción que echarme a temblar y proponer una reflexión sobre el peligroso remedio de la enfermedad aplicado en Moscú. De prosperar el modelo antiterrorista ruso, buena parte de los terroristas del mundo, los más implicados en la guerra santa islámica, por ejemplo, si están dispuestos a morir como kamikazes, mucho mejor si viene el ejército liberador y utiliza procedimientos igualmente letales para los secuestrados y los secuestradores.

A un kamikaze le da igual morir de la explosión por él provocada que de la combinación gas-venenoso-tiroteo perpetrada en Moscú, sobre todo si esa represalia cuesta la vida a más de un cenmos08-020243-pihtenar de rehenes y deja malheridos para toda la vida a docenas de los rehenes. El efecto de fatalismo ante procedimientos históricos criminales se instala por igual en la sociedad te maten los terroristas chechenos kamikazes o te mate tu propio ejército para liberarte de los terroristas chechenos kamikazes.

La acción propiciada por Putin inmediatamente es acogida como una razón de Estado, que hoy se ha visto obligado a aplicar el jefe del gobierno ruso, pero mañana será el del gobierno francés o el del español o el del alemán, quien intente salvar rehenes matándoles, tal vez con la única finalidad de impedirles a los terroristas su éxito como asesinos directos.

De la misma manera que las guerras del siglo XX, desde las mundiales a las de Yugoslavia, demostraron que los civiles son los que más riesgos corren en guerras justificadas por sus necesidades, en la nueva guerra mundial, calificable como guerra santa, los civiles vamos a llevar la peor parte porque cuando no nos mate el kamikaze terrorista nos puede matar el lúcido estadista que a su juicio aplica la legítima violencia del Estado.

Lo grave es que el terrorismo checheno puede salir de Moscú con su causa reforzada porque ha conseguido casi ciento por ciento de martirio y ha convertido además a Putin en el responsable ejecutivo de una matanza legítima. A partir de ahora todos los no terroristas quedamos en situación de rehenes y sabedores de que ya no sirven para nada zarandajas como el síndrome de Estocolmo y que no hay que depositar demasiada esperanza en las habilidades de las tropas de elite entrenadas para hacer frente a situaciones límites. Por delante va la bomba envenenadora y después te preguntan si eres rehén o eres secuestrador; si eres rehén, y no estás del todo asfixiado, te llevan al hospital, y si eres secuestrador te pegan un tiro.

Y esto no ha hecho más que empezar. De todos los inventarios de guerras civiles en el periodo de la globalización en su día realizado por Toffler, todavía no tenía formato la guerra global concebible como un tercera guerra mundial que implica a toda la población del mundo y que tiene en los civiles los principales objetivos. El terrorismo pretende que el miedo de los rehenes se convierta en su aliado y el poder, desde la dimensión local a la global, va a pasar por encima de los cadáveres de muchos rehenes con tal de ganar esta guerra.

En cualquier caso, la diversidad de desafíos terroristas vivida en los últimos meses, con cimas tan terribles como la de Bali o Moscú, deja en entredicho el empeño del Imperio en convertir la guerra contra Irak en la clave para erradicar el terrorismo internacional. De desarrollarse un policentrismo terrorista, la situación sería de imposible control por más empeño que pusieran los urdidores del actual orden internacional.

El terrorismo fue llamado en su tiempo "la lucha armada de los pobres", aunque en ocasiones estuviera financiado y articulado por los ricos. Ahora es el conjunto de conflictos armados que sublima una auténtica guerra santa heredera de algunas claves de la guerra fría. Así como durante la guerra fría la esperanza propició una industria o asistencia de los refugios antiatómicos, ninguna esperanza cabe sobre la posibilidad de refugios antiterroristas.

Actos como los de Bali o Moscú demuestran que todo el mundo es un potencial ámbito de actuación de kamikazes convertidos en bombas humanas o de ejércitos dispuestos incluso a matarnos para que el terrorista no se salga con la suya.

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