Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 30 de octubre de 2002
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Política

Carlos Martínez García

El protestantismo como objeto de estudio

Lima, Perú. De manera creciente se abre paso entre científicos sociales el interés en estudiar el protestantismo como cuerpo de creencias y sus manifestaciones sociales y culturales. Al mismo tiempo van quedando atrás interpretaciones ideologizadas y prejuiciadas que se limitaban a ver la expansión protestante en América Latina como proyecto político venido de Estados Unidos para debilitar la identidad latinoamericana.

En estos días se reúne en Lima un grupo de investigadores que discute acercamientos metodológicos a la principal vertiente distinta al catolicismo enraizada en nuestro continente: el protestantismo evangélico. Esta corriente teológica, que consecuentemente ha prohijado conductas personales y grupales en lo educativo, político, económico y cultural, ha mostrado una vitalidad inusitada en las últimas cinco décadas. Con ritmos variables, pero semejantes en los distintos países, el cristianismo evangélico es el que más crece en Latinoamérica, sobre todo en su expresión pentecostal. Dicho crecimiento tiene sus mejores logros en zonas indígenas y marginadas. De tal manera que se ha ido haciendo verdad la apreciación de que mientras distintas corrientes políticas buscaban ganar adeptos electorales entre el proletariado, y una escuela de pensamiento teológico y pastoral hablaba de opción preferencial por los pobres, de manera sorprendente los pobres se están convirtiendo en pentecostales.

Como todo objeto de estudio, el protestantismo en América Latina tiene que ser respetado y entendido por quienes lo investigan como tópico de análisis que posee un perfil específico. Es decir, las herramientas metodológicas tienen que construirse acorde con la naturaleza religiosa y las expresiones sociales de determinado cuerpo de creencias caracterizadas por una singularidad en el conjunto de religiosidades existentes en el entorno de nuestras tierras. Dejar de prestar atención al núcleo de fe del cristianismo evangélico, desligando las creencias de sus adeptos de las conductas que expresan, puede distorsionar la comprensión de las motivaciones que condicionan ciertos comportamientos diferenciados de esta comunidad sociorreligiosa. Sin que haya una relación mecánica, normalmente las convicciones teológicas de una práctica religiosa con fuertes acentos en la conversión, como es el caso del cristianismo evangélico, explican el desenvolvimiento de la conducta social de los feligreses que no dicotomizan sus convicciones personales de la vida pública. La pedagogía de un grupo religioso entre sus adeptos se explica por su teología y no, en primera instancia, por cálculos políticos o acomodamientos culturales para ganar aceptación.

Investigadores que asisten al simposio internacional Historia del Protestantismo Evangélico en América Latina y el Caribe coinciden en sus descubrimientos realizados en estudios de casos. Por ejemplo, en lugar de ser agentes culturales disolventes de la identidad india, que siempre es concreta y nunca generalizable a la totalidad de las poblaciones indígenas latinoamericanas, los cristianos evangélicos han relaborado y fortalecido a las comunidades indias en las que más crecen. Como demostró Rosalva Aída Hernández Castillo para el caso de los mames de Chiapas (La otra frontera. Identidades múltiples en el México poscolonial, 2001), los indígenas construyen proyectos diversos de sociedad y en determinadas situaciones históricas el protestantismo ha sido factor de potenciación étnica vía el rescate de la lengua y dignificación de la cultura india en un contexto nacional que la degrada o subvalúa. Y si los indios eligen por sí mismos transformar su identidad a partir de una propuesta religiosa aceptada, distinta de la tradicional, pretender desde afuera negarles ese derecho es una actitud colonialista.

A pesar de que los primeros núcleos protestantes se establecieron en América Latina hace siglo y medio, se les sigue considerando una manifestación religiosa advenediza y amenazante a la llamada idiosincrasia continental. El argumento se encuentra lo mismo en trabajos apologéticos católicos que en el conservadurismo de derecha, pero también en interpretaciones sociológicas de izquierda. Sin embargo, la protestantización latinoamericana avanza, aunque no a los ritmos optimistas que reportan agrupaciones misioneras evangélicas. De todos modos el cambio religioso es ya significativo en algunas regiones y no puede ser ignorado por quienes se interesan en el fortalecimiento de nuevas identidades que pluralizan el rostro de las sociedades.

El protestantismo evangélico tiene un núcleo teológico histórico que hace posible que en él concurran expresiones eclesiásticas de larga trayectoria como metodistas, presbiterianos y bautistas; pero también grupos pentecostales o iglesias endógenas que reivindican postulados fundamentales de las reformas religiosas del siglo XVI. Es un objeto de estudio que tiene dinamismo y por ello nos presenta dificultades para su categorización y desarrollo de líneas interpretativas. Ante tal tarea se hace imperativo evitar el esquematismo y los ejercicios descalificadores de una expresión religiosa cabalmente latinoamericana.

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