Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 28 de octubre de 2002
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Cultura
Manuel Felguérez expone Obra reciente en el Museo José Luis Cuevas

''Sólo me retiraría la muerte o la enfermedad''

CESAR GÜEMES

No mira el reloj ni una sola vez durante la entrevista, pero con el paso de los años Manuel Felguérez se ha vuelto un celoso de su tiempo. En plenitud creativa, enérgico, saludable, el artista plástico llega al Museo José Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico), con lo verdaderamente más nuevo de su trabajo compilado bajo el título de Obra reciente, que estará expuesto en el recinto hasta el 28 de noviembre.

-Está usted entero, Manuel, a juzgar por el resultado que ofrece en esta muestra.

-Por lo pronto aún tengo energía y la obra de formato amplio me gusta. Para la actual exposición pensé en el espacio en que se iba a exponer. Como ves, no son cuadros muy amplios pero sí de tamaño considerable. Estoy, respecto al ánimo, un poco acelerado, porque resulta al tener setenta y cuatro años debo pensar que me queda poco tiempo, a fuerza. Uno siempre tiene deseos de hacer más de lo que ha hecho y que sea mejor. Tengo salud, pero como nunca se sabe cuánto pueda durar ese estado, aprovecho la oportunidad al máximo. Por eso me dedico a los cuadrotes, porque todavía puedo.

-De modo que no se plantea la posibilidad de retirarse.

-Desde luego que no, me retirará la muerte o la enfermedad. Tengo esa necesidad de ir a más y mejor, no es saludable retirarse cuando está uno en plena creación. Uno de mis alardes ha sido el de encontrar siempre nuevas opciones, descubrir el secreto de la renovación de la obra en los parámetros del estilo personal. No me retiraré por voluntad propia, a lo mejor me equivoco, eso sí, pero pretendo pintar cada vez mejor, hacer cada día esculturas más acabadas.

-Cuando llega la conciencia de que el tiempo por vivir puede ser menor que el vivido, ¿se trabaja a mayor velocidad?

-Casi diría que al revés. Entre más acumulo experiencia hay ciertamente partes del trabajo que se facilitan mucho, como en cualquier oficio, pero hay otras que uno prefiere que sigan a un ritmo pausado. El problema aquí es que la metas que uno se fija van subiendo de altura, cada vez es más difícil el reto. El trabajo continuo a lo largo de todo este tiempo me ha permitido saber cómo se aplica tal o cual técnica, pero la precisión total entre el proyecto y el cuadro real toma un tiempo inconmutable. Me gusta pensar que cada trabajo nuevo es una aventura en la que invento de nuevo una parte de mi mundo.

-¿A qué ritmo trabaja actualmente?

-Empiezo no después de las diez de la mañana y termino hacia las dos de la tarde. Luego de comer descanso un rato, leo, escucho música, y retomo el trabajo de seis a nueve de la noche. Defiendo hasta donde puedo la sesión de la tarde, pero en ocasiones lamentablemente debo abandonarla por algún compromiso. No dejo el estudio por mi voluntad, sino porque debo hacer algo distinto de mi labor. Y como viajo mucho, solicito en los lugares a donde llego que me den un espacio para trabajar. Lo mejor es cuando voy a un estudio que tengo en Vallarta: no hay llamadas telefónicas, ni compromisos por la tarde, ni nada que interrumpa lo que estoy haciendo. Trabajar se me ha vuelto un vicio.

-La muestra actual lleva el título de Obra reciente, aunque dada su unidad pudo llamarse de otra manera.

-Es un recurso. Vamos a ver: sucede algo parecido a lo que hacen los escritores cuando terminan una novela. Eso hice. El título de la exposición es sencillo en oposición a los nombres de otras muestras de algunos compañeros pintores que sobrevaloran su trabajo. Luego, como lo que hago es arte abstracto y su pretensión es hablar de sí mismo sin mayor explicación, entonces ponerle un título sería hablar de una pretensión que no tuve, sería un engaño. En el caso de esta Obra reciente lo que une a los cuadros es el tiempo. Atravieso rachas de entusiasmo hacia una gama de color, por ejemplo, pero luego me canso y trabajo más en blanco y negro. Así que trato de mantener una muestra en la que pueda colocar lo más nuevo. Cuando la exposición cambia de sitio, retiro lo anterior, lo que considero viejo, y doy a conocer lo de verdad muy reciente. Es una muestra viva, digamos. Y no es para la venta, digamos que es para presumir. Me satisface que mi trabajo le guste al público, busco siempre la comunicación con los espectadores. Eso hace que la expresión "obra reciente" sea perfecta, puede exhibirse en muchos lugares y se va renovando conforme avanza el tiempo.

-Así sea sólo para fines prácticos, ¿se plantea un proyecto de antemano?

-Casi no, pero en ocasiones sí, para qué digo mentiras. Un día se me ocurrió exponer en el Tamayo, hice la solicitud, empecé la grilla necesaria y conseguí la fecha, dos años adelante. Entonces hice mi trabajo, al menos en cuanto al tamaño de las obras, respetando los espacios que iba a ocupar. También recurro al proyecto cuando me encargan un mural, debo hacer varios bocetos, maquetas, pruebas. En todo el resto de mi trabajo trato de no verme atado.

-¿A qué le teme, además de perder la libertad de creación?

-A no saber cuál es el siguiente cuadro. La muerte es un hecho natural, pero la situación sería insoportable cuando uno que aún goza de vida se quede sin ideas.

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