Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 28 de octubre de 2002
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Cultura
ENTREVISTA /LUDWIK MARGULES, DIRECTOR TEATRAL

''Ahora el terrorismo carece de rostro humano''

LOS JUSTOS, DE ALBERT CAMUS, REFLEXION CRUDA SOBRE LA SINRAZON

Antes, a principios de siglo XX, los reivindicadores violentos observaban ciertos criterios éticos. No atacar a civiles, por ejemplo. Aquel terrorismo de ''asesinos delicados'' y el actual, sin control ni mesura, son motivo de la puesta en escena

CARLOS PAUL

Lejos de una afán didáctico, la obra Los justos, de Albert Camus, adaptada y dirigida por Ludwik Margules, se propone comparar la mentalidad del terrorismo a principios de siglo con la proliferación sin control ni mesura del terror y contraterror actual.

Ejemplos sobran. Basta recordar lo ocurrido el 11 de septiembre, en las Torres Gemelas de Nueva York. Su destrucción y la muerte de miles de civiles marcaron la historia contemporánea, así como la reacción de Estados Unidos: el ataque militar a Afganistán, en busca de los autores intelectuales del atentado, que también produjo miles de muertes.

La obra de Camus se basa en un hecho ocurrido en febrero de 1905 en Moscú, cuando el grupo de combate del entonces Partido Socialista Revolucionario atentó contra la vida del gran duque Sergio, tío del zar, lanzándole una bomba. La acción contrasta con los sucesos de hace unos días, también en Moscú, cuando ''un comando de separatistas chechenos -armados con fusiles automáticos- irrumpió a tiros en un teatro y tomó como rehenes a espectadores, actores y personal técnico del recinto".

La reacción: un contraataque de las autoridades rusas que dejó al menos 140 muertos, de los cuales 90 eran rehenes.

Reflexión sin sentimentalismos

En tal contexto se lleva al escenario la obra Los justos en versión libre de Ludwik Margules, montaje que pretende reflexionar de manera "cruda, profunda, sin sentimentalismos ni complacencias" sobre la sinrazón y la proliferación del terrorismo contemporáneo y el contraterror que se despliega por el mundo en nuestros días.

''Camus describe en su obra un terrorismo de principios de siglo, en el que aquellos que se decían justicieros poseían determinada ética, por ejemplo no atacaban blancos civiles. Ahora el terrorismo no tiene rostro humano, es como la materialización de la parte destructiva del hombre.

"Lo que me interesa es que el espectador compare entre aquel terrorismo, llamado por Camus de asesinos delicados, con el que se ejerce en nuestros días, sin control ni mesura", explica el autor.

Los justos narra las vivencias de un grupo revolucionario terrorista antes y después de emprender una acción. Se basa en el atentado que Iván Kaliáyev realizó en 1905 contra el duque Sergio. Boris Savinkov, jefe del grupo de combate, consigna en sus Memorias de un terrorista las actividades de su partido y miembros, y esta obra, escrita hace más de medio siglo, es la dramatización que Camus hizo del capítulo en que Savinkov relata dicho atentado.

"El texto camusiano -considera Margules-, además de poseer partes geniales, resulta ser una mezcla de optimismo, discursividad, doctrina y sentimentalismo. Yo eliminé esas partes y le imprimí toda la crudeza posible, pues lo que me interesó de Camus es cómo pone a sus personajes en una situación tope, obligándolos a una elección ética.

''La intención es presentar la vida y el comportamiento del hombre como una permanente trampa, así como su capacidad de destrucción".

De raíz orweliana

Durante 20 años Margules trabajó el texto de Los justos.

''Lo tomaba y lo dejaba, pues su visión sentimental se contraponía con mi escepticismo. Durante ese tiempo pensaba cómo debería ser la puesta en escena, hasta que encontré la clave para montarla: retomando las situaciones límite en las que ubica Camus a sus personajes y el valor ético de una decisión.

''Al romanticismo del escritor francés -apunta la traductora del texto, Leonor Fuentes-, Margules opone la crudeza de un catastrofismo de raíz orweliana que, más allá de políticas e ideologías, intenta reflexionar sobre la naturaleza del hombre. En esta versión el director despoja a los personajes de la optimista inocencia con que los dotó su autor. Aquí el héroe camusiano no sólo pierde su aura romántica, sino que aparece como origen de todos los males".

De hecho, "Margules encuentra en aquellos terroristas las raíces del terrorismo actual, del radicalismo de nuestros días, de nuestra mentalidad que desemboca en los totalitarismos y en un completo desprecio por el hombre".

Respecto del trabajo escénico, del que Hilda Valencia es codirectora, Margules destaca: "La puesta pretende someter al actor y al espectador a una relación íntima y desafiantemente activa; para tal fin he reducido la distancia entre ambos a unos cuantos centímetros.

"A diferencia de Stanislavski, quien consideraba al espectador una especie de voyeurista -pues no en vano dijo que la postura del público es la de aquel que observa la acción a través de la ranura de una puerta-, y de Bertolt Brecht, quien aspiraba a poner al espectador en una situación de analista crítico, propongo (salvadas todas las proporciones) una postura desafiante entre actor y público. Toda la estética de la puesta está organizada para conseguir ese objetivo: la mayor organicidad en búsqueda de la esencialidad teatral.

"En esta versión el espectador no puede más que ver los procesos que se llevan a cabo en el interior del actor, mientras éste siente los ojos escudriñadores y exigentes del público. Además, las situaciones y los adornos se han eliminado, pues a estas alturas de mi trabajo como director ya no creo en ellos. Me resulta ingenua, trivial, utilizar triplay u otro material para construir interiores y obligar al actor a que crea en determinadas situaciones.

"Esta relación que propongo entre actor y espectador no creo que sea algo nuevo, no creo que haya nada nuevo en teatro, ya todo lo inventó Sófocles. Digamos que es la visión que tengo del teatro y por la que pugno. Es una estética que se vuelve cada vez más austera e implacable, lo que exige más creatividad. Tengo la aspiración de llegar a la máxima expresividad, en la que el tiempo, para mí, es el personaje principal en el montaje, es el que organiza y estimula la emoción y el intelecto, tanto del actor como del espectador.

"Las características del lenguaje teatral de Margules -escribe Leonor Fuentes- aparecen en este trabajo decantadas, dando rotundidad a su trabajo: desnudez, profundidad, interioridad, contención, complejidad, precisión y organicidad. Si parecía que con Cuarteto, de Heiner Müller, la depuración de su estilo había llegado al máximo, con Los justos avanza todavía más hacía el teatro esencial".

Con la escenografía e iluminación de Mónica Raya, el vestuario de Beatriz Russek, las actuaciones de Arturo Beristáin, Emma Dib, Claudia Lobo, Luis Rábago, Rodolfo Arias, Carlos Ortega, Rodrigo Vázquez y Christian Baumgartner, Los justos, de Albert Camus, versión libre de Ludwik Margules, se estrena hoy a las 20:30 horas en el Foro Teatro Contemporáneo, ubicado en Jalapa 121, colonia Roma, a una cuadra de Alvaro Obregón. Las funciones serán de lunes a miércoles. Cupo limitado.

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