Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de octubre de 2002
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Espectáculos
La falta de promoción, una de las fallas del encuentro, coinciden asistentes

Con descarga sonera y un concurso de baile cerró el festival de Veracruz

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Veracruz, 21 de octubre. Este domingo, el Festival de Son de Veracruz 2002 dio por terminada su séptima versión. El acto de clausura se efectuó en el Centro Cultural Atarazanas, donde, además de la descarga sonera con los grupos Ray Barcelata y la Nueva Sonora Veracruz, Soneros Veracruzanos, Pregoneros del Recuerdo, Son de Ahora, Grupo Villa Mar y la orquesta Combo Ninguno, se realizó la final del concurso de baile.

La competencia reunió a 11 parejas finalistas, pero sólo tres fueron las premiadas. El jurado, compuesto por dos investigadores de música cubana y tres destacados bailadores del puerto de Veracruz, basó su veredicto en el estilo, coordinación y ritmo de la pareja, así como el apego a la tradición del son en el vestuario. Tras hora y media, el concurso lo ganó una joven pareja veracruzana compuesta por Gerardo Pacheco y Rosario Martínez, quienes obtuvieron el premio de 7 mil pesos. Luego de conocer el resultado, el ganador comentó: "Siempre habíamos estado en bailes populares y lugares de salsa, pero nunca en una competencia. Para nosotros, como veracruzanos, significa una gran satisfacción poder concursar en lo que nos gusta y manifestar nuestra alegría a través del cuerpo".

Mejoras para impulsar el género

Después de cuatro días de talleres, debates, mesas redondas, baile y mucha descarga sonera, el Festival de Son llegó a su fin. A lo largo de siete versiones, este encuentro ha ido modificando su concepto original con el objetivo de mejorarlo y reforzar el impulso de este género musical que, en ocasiones, sufre de incomprensión y olvido por parte de las nuevas generaciones. Este año, el festival diversificó e incrementó las actividades complementarias, como cine o conferencias. Por otro lado, se amplió la participación de estilos soneros, al modificar el nombre del festival, de "son montuno" a "son".

Pero, ¿qué opinan los veracruzanos de este festival?. Durante una descarga en el Parque Zamora, platicamos con gente -de entre 40 y 60 años- que asiste a escuchar y a bailar son. Alberto García Salias comentó: "Es la primera vez que vengo porque no sabía que se celebraba este encuentro, ya que no existe publicidad. Me gustaría que se le diera realce para que venga más gente y que contrataran mejor equipo de sonido. Los grupos que vienen me parecen muy buenos, pero tiene que haber más difusión para crear semilleros,, pues los participantes son muy maduros". María del Carmen Colono opinó: "Este festival me parece muy bonito y ojalá lo sigan haciendo, pero pienso que la gente debería participar más para echarle un poquito de pimienta". Faustino Cruz: "Vengo cada año y me parece magnífico porque no debemos dejar que se pierda esta tradición. El son es parte de la idiosincrasia del veracruzano, pero le hace falta más promoción para venga gente de todos lados de la República y, por qué no, del mundo".

Muchos nos vamos del festival con la misma sensación que tiene el veracruzano. Sin lugar a dudas, este encuentro es necesario y representa un gran aporte en la conservación de la cultura tradicional, pero para ello es importante mejorar algunos detalles, como la promoción. Como medio difusor, la prensa no encontró el más mínimo apoyo. El responsable de este renglón, Luis Gastelum, demostró su escaso compromiso e interés con el festival, al ignorar y obstaculizar el trabajo de los reporteros. Debido a la inexistencia de un departamento de difusión eficaz, el Festival del Son no se despega de su carácter localista y minoritario, y todo el esfuerzo organizativo y musical, pierde su alcance.

El sonido es otro factor que debería mejorar si se desean ampliar las fronteras participativas del encuentro, ya que el nivel de los grupos no se corresponde en ocasiones con la calidad de los equipos de audio.

Independientemente de estos percances, el festival logró enseñarnos y acercarnos a este ritmo musical tan cálido, emotivo y, para muchos, desconocido. Nos trasportó por la historia del son a través de sus viejas y nuevas figuras. De su pasado y de su presente. De sus diferentes expresiones y ritmos. Divirtió e hizo bailar durante cuatro días a soneros, y no tan soneros, dejando en el público la sensación de que este festival debe continuar.

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