Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 27 de septiembre de 2002
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Cultura
Directora de Los cosechadores y yo, filme incluido en el Tour de Cine Francés en México

Combinar emoción inmediata y reflexión, leitmotiv de Agnès Varda

''Pertenezco a la 'escuela del ojo', del encuadre y de los objetivos con la cámara fotográfica''

El tiempo nos enseña a abrirnos al conocimiento, a los demás y a la verdadera vida, dice

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

No soy narcisista, pero hablar con honestidad de mí hace que las personas crean en mi trabajo, afirma la directora francesa Agnès Varda, quien en 1954 comenzó su carrera sin haber estudiado cine y sin siquiera ser cinéfila. Hoy, 48 años después, no está casada con la técnica o con un género específico; ama la experimentación y que sus películas, sean de ficción, documentales o cortometrajes, lleven al espectador a la reflexión más que al divertimento.

Varda (Bruselas, 1928), en entrevista, revisa los cambios dentro de su quehacer cinematográfico: ''Comencé con una cámara grande, pesada, y ahora trabajo con una que cabe en mi bolsa. Hay una evolución de la técnica, pero también del espíritu de creación".

Empecé a filmar, recuerda, ''de manera autodidacta, sin ir a la escuela de cine, sin ser asistente de nadie y sin ser cinéfila. Pero era fotógrafa de teatro y de grandes reportajes. Por ello puedo decir que pertenezco a la 'escuela del ojo', del encuadre, de la técnica, de los objetivos de la cámara de fotografía".

Hacer cine, agrega, ''es un impulso, algo que me mantiene; pero en lo que más pienso es en una sala cinematográfica, en los espectadores, porque el regalo más grande para un cineasta es tener personas que ven la película, ríen, escuchan y piensan. Siempre me ha gustado combinar la emoción inmediata y después la reflexión".

En la Orilla izquierda

Agnès Varda es considerada a menudo ''la abuela de la Nouvelle vague (Nueva ola)" del séptimo arte francés, porque rodó su primer largometraje cinco años antes de que los entonces cineastas jóvenes franceses tomaran por asalto el mundo cinematográfico. Sin embargo, no gusta de ser encasillada dentro de esa corriente, en la que se inscriben Claude Chabrol, Jean Luc Godard y François Truffaut, asociados a la revista Cahiers du Cinema, quienes, señala, ''constituían un grupo que hacía el cine joven. Eso nunca me ha interesado, joven o no joven, no me importa".

Y aclara: ''Estoy dentro de la corriente de la Nueva ola históricamente. Mis películas pertenecen a esa época, por ejemplo Le bonheur (La felicidad, 1964), pero en realidad lo veo como metáfora: como si hubieran llegado varios barcos juntos y después navegué por mi lado. No formo realmente parte del grupo. Me han asociado con dos cineastas que tienen un poco el corazón a la izquierda, como yo: Alain Resnais y Chris Marker. Eramos amigos, pero no teníamos teorías comunes".

Resnais, Marker y Varda conforman el grupo que el crítico de cine Richard Rould bautizó como Rive Gauche, de la Orilla izquierda, quienes mantenían una relación cercana con los escritores y los artistas plásticos y se sumaban a los ideales socialistas.

Varda prefiere definir su trabajo de ''alternativo", porque ''respondo a la necesidad del público de un cine que no sea de espectáculo o de guerra, pues éste me da asco. He hecho cine más o menos difícil y alternativo toda mi vida como Sans toit ni loi (Sin techo ni ley, 1984), filme muy duro. Mi posición es ir adonde tengo que ir con fuerza y sinceridad. Después ya se verá si las películas tienen éxito o no".

Recolectora de sensaciones

La realizadora continúa con la reflexión social en su documental Les glaneurs et la glaneuse, que se presenta en el sexto Tour de Cine Francés como Los cosechadores y yo (aunque también puede traducirse como Los pepenadores y la pepenadora, Los espigadores y la espigadora o Los recolectores y la recolectora), en el que Varda recoge las historias de aquellos que, por necesidad o convicción, viven de los desperdicios de los demás: quienes buscan en la basura en las ciudades o los que recogen los restos de la cosecha de papas, uvas o higos en el campo, y también de los que utilizan los desperdicios para crear arte.

En ese filme, la directora no se queda fuera, sino que se integra a la cinta; cuenta por qué decidió filmar, cómo lo hizo y describe al espectador la forma en la que asume su vejez y su necesidad de aprender de todo y de todos. Ella misma se convierte en recolectora de imágenes, de sensaciones.

Homenaje a la energía

''Me gusta aprender -manifiesta Varda- y luego compartir esos pequeños conocimientos. Pienso que hay placer en encontrar a las personas y aprender", y Les gleneurs et la glaneuse ''es un homenaje a la energía de estas personas, porque su fuerza de vivir me impresionó mucho. La valentía que se necesita para recoger esto y aquello y finalmente comer un poco. Aprendí mucho con esta película".

Con el paso de los años ''he aprendido del tiempo y a ser indulgente. De joven era muy dura, con opiniones más tajantes, pero con el tiempo uno se enseña a abrirse a todo, al conocimiento, a los demás y a la verdadera vida".

Agnès Varda finaliza: ''Tal vez no hice una bella carrera, pero hice películas".

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