Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de septiembre de 2002
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Cultura

FORO DE LA CINETECA

Adorable Rita

Primer largometraje de Jessica Haussner Escuela y hogar, espacios de opresión y escarnio

EN 1989 EL realizador finlandés Aki Kaurismaki sorprendió con una cinta de crueldad extrema, La chica de la fábrica de cerillos, inédita en México, exhibida de manera fugaz en la televisión cultural. Ahí, una joven proletaria, desgarbada y fría, vive a lado de su madre alcohólica y su padre irascible. Luego de ser seducida por un tipo que la desprecia y embaraza, la joven decide vengarse de todos los que la rodean.

EN ADORABLE RITA (Lovely Rita), primer largometraje de la austriaca Jessica Haussner, la premisa no es muy distinta. Hay primeramente la observación meticulosa del medio en el que se desenvuelve la protagonista (Bárbara Osika), básicamente la escuela y el hogar, dos espacios de opresión y escarnio. El ritmo es lento y la descripción social remite lo mismo al cine de Jane Campion que a la radiografía de la periferia vienesa en Días de perro, de su compatriota Ulrich Seidl. En la cinta de Kaurismaki el retrato de la miseria afectiva se elaboraba en planos muy largos, con una cámara casi siempre estática y grandes acercamientos. En Adorable Rita la directora muestra mayor agilidad visual, decorados menos sombríos y recurre repetidamente al zoom para escrutar rostros, gestos, actitudes, todo lo que constituye el lenguaje privilegiado del filme.

POETICA DE LOS detalles. En el retrato minimalista de la joven de 15 años que lo mismo busca gratificación sexual con un chico menor que ella que con un hombre mucho mayor, sobresale la sordidez de los personajes secundarios, la mediocridad de los propósitos y rituales familiares, la hipocresía de la moral católica y las increíbles manías de quienes no soportan la mínima infracción al orden doméstico, como dejar levantada la taza del excusado, por ejemplo.

JESSICA HAUSSNER, DIRECTORA y guionista, contempla a una sociedad generadora de neurosis y le opone el conflicto existencial de Rita, la niña adulta, tan cercana a Sweetie y a Un ángel en mi mesa (ambas cintas de Campion), que intenta de algún modo, delicado o extremo, liberarse del abuso autoritario. El registro de la realizadora es sutil y no sugiere de modo alguno las intensidades dramáticas del cine del también austriaco Michael Haneke (Juegos divertidos, La pianista), con el que se le llega a asociar. Hay una enorme libertad en el manejo de la cámara digital, un tono de discreta progresión dramática que confiere una fuerza mucho mayor al desenlace sorpresivo.

LA DIRECTORA TRABAJA con destreza los personajes que interpretan actores no profesionales y con ello evita caer en el tremendismo melodramático o en la misma frialdad que expone. Hay un extraño lirismo en el retrato de la irónicamente adorable Rita, tan vulnerable como imprevisible, capaz de transformar en pocos minutos la existencia de quienes la rodean.

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