Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de septiembre de 2002
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Invasión trasnacional en La Habana

Empresas de alimentos de EU quieren vender de todo, incluyendo mojitos

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 25 de septiembre. Stephen Ziegler, un rubicundo y rollizo neoyorquino, sudaba esta mañana preparándose para lo que un mexicano llamaría "vender cajetas en Celaya": quiere colocar en Cuba mojito embotellado, el trago largo más afamado de la isla.

No tiene idea clara de los contornos del mercado, pero sí una fe absoluta en su producto: el mojito Martí, bautizado en honor del héroe nacional cubano.

ventura_cuba El amplio galerón del Pabellón de Exposiciones de Cuba (Pabexpo), ubicado en el oeste de La Habana, era este miércoles una bodega de descarga. Decenas de empresarios como Ziegler, con enormes credenciales al pecho, desempacaban productos y preparaban sus puestos para la primera feria comercial estadunidense en Cuba en más de cuatro décadas.

Más que cualquier discurso, la realidad del conflicto político bilateral y del cerco económico que aplica Washington contra la isla estaba hoy representada por las carreras de última hora, la ruptura de flejes, el repiqueteo de celulares, las etiquetas, carteles, marcas, letreros, vitrinas y exhibidores que anuncian el aterrizaje forzado, pero aterrizaje al fin, del capital agroalimentario estadunidense en Cuba.

Ziegler representa a Chatman Imports Inc., productora de cerveza, vinos y licores como el ron Martí, la base del mojito embotellado, que luce en su etiqueta la más conocida imagen del poeta insurgente del siglo XIX.

Dice a La Jornada que hace dos años tiene colocado su coctel (ron blanco, agua mineral, yerbabuena macerada, limón, azúcar y una pizca de angostura) en 38 estados de su país y que no teme competir con los propios cubanos con un producto salido de las centenarias barras de madera de La Habana Vieja.

Philippe Bellande, gerente de mercadeo internacional de Masterfoods Interamerica, filial puertorriqueña de Mars, Inc., dice que no cerrará contratos este fin de semana, pero quiere llevar a su casa matriz un informe preciso de lo que se puede hacer en Cuba. En su local tiene las confituras M&M, alimentos para mascotas Pedigree y Whiskas, y el arroz del Tío Ben, marca que los mayores de 60 años recuerdan en Cuba como sinónimo del buen grano que había que comprar a la hora de las paellas y las grandes ocasiones.

Para estos hombres la guerra fría quedó atrás y ahora lo que hay es un mercado ubicado a 40 horas de travesía marítima y que en 2005 será de mil 500 millones de dólares. Lo toman o lo dejan.

El aterrizaje fue forzado porque la negociación con los cubanos para preparar la feria concluyó el pasado 3 de junio. Conforme a las numerosas y laberínticas leyes del bloqueo económico, el organizador de la muestra, PWN Exhibicon International LLC, de Connecticut, tuvo que tramitar la licencia respectiva en la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro.

La licencia no tardó, pero tiene como fecha de vencimiento el próximo lunes. La feria, como las que normalmente se preparan en un año, tuvo que armarse en unos tres meses. Por fin abrirá sus puertas del 26 al 30 de septiembre, aprovechando hasta el último día de permiso.

La nómina de 288 compañías de 33 estados indica que la apuesta es en grande. Aquí están los cereales Kellogs y las compotas para bebé Gerber, exhibidas por las respectivas sucursales en Puerto Rico. Un amplio catálogo de líneas para supermercados (Nestlé, Coca-Cola, Colgate-Palmolive, Energizer, Danone), de la mano de Acosta Sales and Marketing Company, líder en distribución en el sector alimentario.

Vegetales congelados del mayor procesador, Agrilink Foods. Frijoles negros, blancos y pintos de Northarvest Beans de Minnesota y Dakota del Norte. Ingredientes y materias primas de Archer Daniels Midland Company, de Filadelfia, principal patrocinador de la muestra.

Fertilizantes, derivados de soya, carnes, granos, harinas y alimento animal del gi-gante y líder mundial Cargill, de Minnesota. La poderosa arrocera Riceland Foods, de Arkansas.

Las góndolas y anaqueles de los puestos empezaban a exhibir aceite, sopas precocinadas, quesos, leche evaporada, chicles y pastillas de menta Wrigley's, salsas picantes, avena, salsas para carnes, salsa Tabasco, salsa inglesa, saborizantes, manzanas, vinos, licores, mostaza, cerezas en licor, jarabes, jugos embotellados y pasas de California.

Las Granjas Homedale de Kaehler, criadoras de ganado Shorthorn, Angus y Simmental, trajeron ejemplares jóvenes de búfalo, ternera, oveja y cerdo, que en sus corrales cubanos soportaban apaciblemente el ruidoso desfile de periodistas.

Viene a la mente la primera línea de El Capital, de Carlos Marx: "La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías".

Pabexo empezaba a parecer este miércoles una bodega de mercancías, todas comestibles, todas "made in USA", como la que no ha existido en la Cuba socialista en más de 40 años.

El stand 281 ya estaba listo para el Departamento de Agricultura del estado de Texas, una dependencia del gobierno que encabezó hasta hace dos años el ahora presidente George W. Bush.

También hay locales para tres grandes cámaras empresariales de Estados Unidos: USA Rice Federation, US Grains Council y US Meat Export Federation, de arroceros, productores de granos y exportadores de carne, respectivamente.

Y una oficina de Paraiso International Limited, una consultora que acaba de instalarse en la zona franca de Kingston, para representar a empresas estadunidenses interesadas en el mercado cubano.

La feria tiene más peso político que económico. Las operaciones comerciales que ya ha realizado Cuba con empresas estadunidenses, aprovechando rendijas legales del bloqueo, llegaron a 140 millones de dólares en los últimos 10 meses. El límite de los nuevos contratos es que deben pagarse de contado, según esa misma regulación.

Pero los cinco días que durará la muestra son el mayor capital político exhibido hasta ahora por Cuba y los estadunidenses (em-presarios, legisladores y funcionarios públicos) partidarios de eliminar las restricciones al libre comercio bilateral.

Por la tarde llegó el gobernador de Minnesota, Jesse Ventura, el tercer mandatario estatal estadunidense que visita Cuba en cuatro décadas, después de George Ryan (Illinois) y John Hoeven (Dakota del Norte). Ventura inaugurará la feria este jueves, como parte de una gira que levantó una tormenta política en Estados Unidos.

Su colega de Florida, Jeb Bush -hermano del presidente estadunidense-, en la carrera por la relección con el respaldo del exilio radical anticastrista, intentó persuadirlo para que no viniera.

"El tiene que ocuparse de las elecciones en Florida -dijo Ventura a los reporteros que lo esperaban aquí-. Allá hay muchas cosas que hacer. No tiene que ocuparse de Minnesota. De mi estado me ocupo yo".

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