Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de septiembre de 2002
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Cultura

Se cumple medio siglo de la muerte del autor de Los de abajo

Realizan foro en homenaje a dos Azuela: Mariano, el novelista, y Salvador, promotor cultural y docente

ANASELLA ACOSTA NIETO

A medio siglo de la muerte del iniciador de la novela de la Revolución, Mariano Azuela González (1873-1952), y a una centuria del natalicio de su hijo, el destacado promotor cultural y docente Salvador Azuela Rivera (1902-1984), el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM) realiza un foro para rendir homenaje a ambos.

Los de abajo (1916), novela de Mariano Azuela, es considerada obra señera de la novela de la Revolución. Sin embargo, Antonio Magaña Esquivel (1909-1981) destaca como antecedente cercano Mala yerba (1909), que junto con Fracasados (1908), ambas de Azuela, muestra ya la inconformidad del autor con el régimen oficial de la época, la cual culminó con la publicación de Los de abajo.

Cúmulo de anécdotas

Alrededor de la publicación de la llamada primera novela de la Revolución, hay un cúmulo de anécdotas que la hacen todavía más peculiar.

Escribe Salvador Azuela, hijo del novelista, en La Revolución Mexicana. Estudios históricos con base en las charlas sostenidas con su padre -quien era médico de profesión y estuvo al servicio de las huestes villistas en 1913-: ''Hubo una escena de la novela captada sobre una roca a guisa de escritorio, en tanto se desarrollaba el tiroteo entre la escolta de Caloca y alguna partida enemiga".

La imagen es inevitable: don Mariano, a sus 40 años, agazapado, escribiendo sobre una piedra en medio de una lluvia de balas y una nube de pólvora quemada y tierra recién andada.

A Los de abajo, que marcó un estilo y temática en la literatura mexicana, siguieron importantes novelas que revelaron ''la síntesis de la nacionalidad, por la conjugación de sus ingredientes indígenas y españoles", destaca el crítico Magaña Esquivel, citado por Azuela Rivera: El águila y la serpiente y La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán; Ulises Criollo, de José Vasconcelos, y Tropa vieja, de Francisco L. Urquizo.

Salvador Azuela heredó la rebeldía e inconformidad de su padre, y al igual que aquél nació en Lagos de Moreno, en los Altos de Jalisco, región caracterizada por su liberalismo, nacionalismo y cultura.

La influencia de Antonio Caso, miembro del Ateneo de la Juventud; de Vicente Lombardo Toledano, integrante de ''los siete sabios", así como de José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña, quienes lo forjan como misionero de la educación y la cultura.

Su rebeldía y simpatía política por Lombardo Toledano lo llevaron a ser expulsado de la preparatoria, por José Vasconcelos, en 1923. En su anecdotario destaca, además, una ocasión en la que fue aprehendido y conducido a la penitenciaría, mientras a sus compañeros los llevaron a Topilejo, donde fueron asesinados, según Javier Garciadiego Dantán, en la biografía que se incluye en La Revolución Mexicana. Estudios históricos.

De la praxis a las aulas

Las luchas políticas de Salvador Azuela rebasaron el ámbito de la praxis para concentrarse en una batalla de ideas que lo condujo a las aulas y al periodismo: ''Estaba convencido de que el mejoramiento cultural del pueblo era la primera necesidad nacional, y que, consecuentemente, con el tiempo dicho mejoramiento habría de ser el motor del progreso del país" (Garciadiego).

Azuela Rivera fue catedrático, impulsor y director del Seminario de Cultura Mexicana y director del Fondo del Cultura Económica. Por su iniciativa se creó el INEHRM, del que después fue designado vocal ejecutivo. Ahí impulsó la investigación y conformó un acervo bibliográfico de casi un centenar de ejemplares sobre la Revolución, la que destaca por dar cabida a visiones tan plurales como la magonista, la maderista, la carrancista, la villista y la zapatista.

(Hoy, a las 18 horas, en la sala de lectura de la Biblioteca de la Revolución Mexicana, en Plaza del Carmen 27, San Angel, se reunirán Ernesto de la Torre Villar, Felipe Garrido, Salvador Azuela Arriaga, Víctor Díaz Arciniega y Pablo Serrano Alvarez, para recordar las aportaciones y el trabajo del novelista fallecido el primero de marzo de 1952, así como las del catedrático, quien nació el 4 de septiembre de 1902.)

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