Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 20 de septiembre de 2002
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Mundo

Habilitadas 61 millones 200 mil personas para elegir el domingo nuevo Parlamento

Críticas en Alemania por el uso excesivo de la tv en las campañas proselitistas de los partidos

Democristianos y socialdemócratas se disputan el voto mayoritario; buscan alianzas

GEORGINA SALDIERNA ENVIADA

Mainzer, 19 de septiembre. En medio de una situación económica singularizada por el de-sempleo, 61 millones 200 mil alemanes podrán acudir el 22 de septiembre a las urnas para elegir a los 598 integrantes del Parlamento federal, y con ello al próximo canciller federal.

Mediante una complicada estructura que combina el sistema de mayoría relativa con el proporcional, los alemanes tienen dos votos; con el primero eligen al diputado de cada uno de los 299 distritos y con el se-gundo a un partido, no a candidatos.

El número de segundos votos determina la cantidad de curules -están en disputa 299- que obtendrán las diferentes agrupaciones políticas, de acuerdo con el principio de proporcionalidad. La legislación electoral vigente establece que sólo tendrá derecho a participar en el Parlamento federal el partido que haya obtenido al menos 5 por ciento de los segundos votos.

Como ha sucedido en los pasados 50 años, dos son los principales partidos en contienda: el Social Demócrata (PSD) y la Unión Cristiana Demócrata (UCD), con su expresión regional en Baviera, la Unión Cristiana Social (UCS).

Debido a la intención del voto que cada uno de ellos presenta (entre 37 y 40 por ciento), será necesario que se coaliguen con alguno de los otros tres partidos con presencia en el Parlamento federal (Los Verdes, el Liberal o el del Socialismo Democrático) para lograr la mayoría que les permitirá nombrar canciller federal y hacer gobierno en los próximos cuatro años.

La presidenta de la UCD, Angela Merkel, dijo este jueves que se prepara para una posible alianza con los socialdemócratas.

En las pasadas elecciones el PSD se alió con Los Verdes y eligió a Gerhard Schroeder como canciller federal, luego de derrotar a la UCD-UCS, partido que había permanecido en el gobierno por más de 16 años (cuatro periodos consecutivos), con Helmut Kohl a la cabeza.

Tras las elecciones del 22 de septiembre, el PSD ya anunció que volverá a coaligarse con Los Verdes para hacer gobierno, mientras los democristianos aún no han señalado nada al respecto, pero podrían hacerlo con el Partido Liberal, instituto que en el pasado lo mismo se ha aliado con la UCD-UCS que con los socialdemócratas.

En los 53 años anteriores los democristianos han nombrado canciller de 1949 a 1969 y de 1982 a 1998 -sobresalen las figuras de Konrad Adenauer y Helmut Kohl-, mientras que los socialdemócratas lo hicieron de 1969 a 1982 y en 1998. Sus dirigentes más conocidos son Willy Brandt, Helmut Schmidt y ahora Gerhard Schroeder.

Con una campaña electoral más discreta que las que suelen registrarse en América Latina, esto es, con poca propaganda en las calles, los dos candidatos más fuertes a la cancillería federal -Schroeder, por el PSD, y Edmund Stoiber, por la CDU-CSU-, han preferido el contacto con la población en actos multitudinarios y la utilización de los medios de comunicación masiva para sus actividades de proselitismo.

De esta manera, por primera vez en una contienda por el Parlamento los dos principales aspirantes a la cancillería federal participaron en dos debates televisivos que fueron seguidos por 15 millones de espectadores, cada uno de ellos, que han sido decisivos en la intención del voto.

Ello porque ante los televidentes Gerhard Schroeder se ha mostrado como un político seguro y contundente a la hora de atacar a su contendiente, mientras Edmund Stoiber ha dejado una mala impresión por su imagen poco flexible y su recurrente alusión al fracaso del gobierno en materia económica, como si la economía más fuerte de Europa fuera la de un país en desarrollo, han acusado los medios impresos de comunicación

En este contexto, no ha faltado quienes critiquen el uso excesivo de la televisión y el hecho de que las campañas proselitistas se están focalizando en las actividades de los candidatos a cancilleres, como si el de Alemania fuera un sistema presidencial y no parlamentario.

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