Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 7 de septiembre de 2002
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Política

Enrique Calderón A

Reflexiones en torno de los centros comerciales

La respuesta autoritaria del gobernador de Morelos ante la creciente oposición de diversos grupos sociales a la construcción de un nuevo centro comercial en el antiguo Casino de la Selva vuelve a poner en la mesa de discusión la conveniencia de los megacentros comerciales como un esquema de abasto urbano.

Donde no existe ningún género de duda es en lo que respecta al empleo. Como ya se ha dicho, este tipo de tiendas generan decenas de trabajos entre cajeras, estibadores y despachadores en sus departamentos de carnicería, salchichonería, panadería, etcétera, todos ellos en rangos equivalentes a los dos salarios mínimos en promedio. A cambio de ello, el efecto de una de estas megatiendas es devastador en el comercio local. Centenas de comercios de todo tipo empiezan a languidecer y a desaparecer en una área de varios kilómetros cuadrados a su alrededor, destruyendo millares de empleos en el comercio con ingresos de uno a 10 o 15 salarios mínimos. Tiendas de abarrotes, panaderías, fruterías, carnicerías, tortillerías, etcétera, se van terminando ante la imposibilidad de competir en precio y variedad con el gran centro comercial, generando un fenómeno de desempleo cuya importancia curiosamente ha pasado inadvertida por los gobiernos.

Por otra parte, las grandes tiendas de descuento, al presentar precios atractivos para los productos que expenden generan una sensación de contribución al bienestar de la sociedad, aunque su efecto a gran escala, digamos de una ciudad, sea de depredación, porque las utilidades que producen se van irremediablemente a otro lugar lejos de la ciudad, incluso a otro país, cosa que no sucede con los pequeños y medianos comercios locales. De esta manera los grandes centros comerciales terminan siendo simples eslabones de las cadenas de concentración de la riqueza, que operan como muchos otros esquemas, con las facilidades y el beneplácito de los gobiernos y la sociedad, que las cataloga normalmente como ejemplos de eficiencia a seguir, sin analizar los enormes daños económicos y sociales que generan.

Desafortunadamente los problemas no terminan allí; los grandes centros comerciales tienen también un efecto nocivo de gran importancia en las cadenas de abasto y nutrición de los grupos sociales más débiles.

Para entender el fenómeno, empecemos por observar dónde se ubican generalmente los grandes centros comerciales; la respuesta natural a esta pregunta es que son localizados en zonas cercanas a los núcleos de población de mayores ingresos (por razones obvias), de manera que la población de menores ingresos debe recorrer mayores distancias y en condiciones de dificultad para abastecerse de los alimentos con cierta periodicidad. Este proceso de abastecimiento tiene que ser complementado con productos adquiridos en los comercios cercanos.

Aquí es donde el problema comienza porque esos comercios, como ya hemos dicho, carecen de los recursos necesarios, por lo que los productos que venden son sólo aquellos que les llevan a entregar los camiones de reparto, y que se reducen normalmente a refrescos, cervezas, cigarros, pan de caja y pastelitos comerciales, botanas y productos chatarra, los cuales se convierten así en los componentes básicos de la alimentación popular. Por ello el consumo, no digamos ya de carne sino de huevos, leche, frijol, harina, verduras, etcétera, se va reduciendo, en la medida que las supertiendas nos llegan con su modernidad.

ƑEs posible hacer algo al respecto? Yo pienso que sí, pero que ello requiere de la concientización de la sociedad sobre la importancia de contar con esquemas de desarrollo urbano más racionales y más humanos de los que tenemos hoy en día, y en los que mucho me temo no tienen lugar las tiendas supergigantes como los Carrefoures, Auchanes, Costcos y similares, cuyo establecimiento está severamente limitado en otros países, precisamente por las razones expuestas.

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