Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 4 de septiembre de 2002
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Editorial
 
JOHANNESBURGO: GOBERNANTES INEFICACES

SOL CORNISA 1En la Cumbre de Desarrollo Sostenible que se realiza en Johannesburgo, y en la acción más importante realizada hasta ahora en esa ciudad sudafricana -el acuerdo en torno a un plan de acción en materia de desarrollo y preservación del entorno-, se manifiesta la determinación de Estados Unidos -el gran ausente- y de las industrias más contaminantes del planeta por impedir el establecimiento de cualquier regulación internacional que pudiera afectar sus intereses.

De hecho, el documento que será finalmente aprobado, al parecer, por los gobiernos que participan en el encuentro, es una enumeración de 70 páginas de buenos propósitos no vinculatorios, cuyo cumplimiento queda librado a la buena voluntad de las autoridades nacionales y cuyas metas son, en el mejor de los casos, vagas e inciertas.

Así ocurre, por ejemplo, con el "compromiso" de reducir en 50 por ciento, a lo largo de los próximos 13 años, la cantidad de personas que subsisten sin agua potable -y que se calcula en unos dos mil 400 millones-, acción para la cual no se establecen mecanismos específicos de cooperación y acción. Con el apartado sobre la reducción de fuentes no renovables de energía ocurre algo peor: se menciona, simplemente, la conveniencia de desarrollar recursos energéticos renovables que sustituyan a los combustibles fósiles, pero no se habla de tiempos ni de cantidades.

Una buena noticia es la adhesión de Canadá, China y Rusia al Protocolo de Kyoto, instrumento internacional que data de 1997 y que establece límites para la emisión de gases contaminantes que propician el calentamiento global. Con la aprobación de esas naciones, el documento referido podrá adquirir el carácter de obligatorio y permitirá ejercer una presión diplomática significativa sobre Estados Unidos, el principal contaminador mundial -la nación vecina produce la tercera parte de la infición atmosférica mundial- y el gobierno más reacio a las regulaciones internacionales en la materia.

Por supuesto que en la tribuna de la cumbre nadie -ni siquiera el representante estadunidense, el secretario de Estado Colin Powell, quien llegó al encuentro con dos días de retraso- ha externado su oposición verbal al crecimiento económico, la preservación ambiental, la incorporación de las minorías al desarrollo o la justicia social. Por el contrario, todos los participantes han construido, en torno a esos temas, formulaciones verbales más bien demagógicas, rutinarias y vacías. Toda esta retórica no hace sino evidenciar la falta de voluntad, la poca operatividad y la ineficacia de quienes gobiernan el planeta para hacer frente a problemas acuciantes y alarmantes. Ello pone de manifiesto, a su vez, una de las más graves limitaciones del modelo político pregonado por Occidente y adoptado o impuesto en la mayor parte de los países del orbe.

 

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