Más de 20 mil colombianas, integrantes de organizaciones
civiles de ese país y del extranjero, participaron en la Movilización
Nacional de Mujeres contra la Guerra, durante el mes de agosto. Denunciaron
la desolación y la destrucción de sus pueblos, escuelas
y familias en los campos y ciudades; el millonario gasto en armas para
la guerra; la militarización de las colombianas/os; la violación
generalizada de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario.
Además de la corrupción, la impunidad, el desplazamiento,
el abuso sexual en contra de mujeres y niñas, el incremento del
desempleo y el subempleo, así como el crecimiento y fortalecimiento
del paramilitarismo y las guerrillas.
Con todo ello, expresaron su total rechazo a la guerra y su descontento
con el proceso de paz del gobierno saliente y rechazaron su intención
de armar a un millón de personas para contribuir con la fuerza
pública, pues señalaron que la sociedad civil no debe
ser involucrada en el conflicto armado.
Las mujeres en Colombia han sido asesinadas por ser novias, amigas,
madres, hermanas o amantes de guerrilleros. Han perdido la libertad
de circular libremente por las calles, han sido violadas por "distintos
actores enfrentados" y tenido que desplazarse, denunciaron en un
documento la Organización Femenina Popular y la Ruta Pacífica
de Mujeres de ese país suramericano.
Sus viviendas han sido allanadas para convertirlas en centros de operación.
Se les ha prohibido recoger, velar y enterrar a sus muertos. Las escuelas
se han cerrado y el trabajo doméstico se ha multiplicado.
Las alternativas de negociación política del conflicto
armado "están en crisis" pues el modelo "excluyente"
aplicado por el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) en las que se deja fuera la participación social, "con
negociación en medio de la confrontación y sin acuerdo
de Derechos Humanos, hicieron que este proceso naciera agónico".
Las mujeres, dijeron persisten en una salida negociada y ven con "terror
un espectáculo de guerra que no es otra cosa que la continuación
de una concepción patriarcal que asume a la guerra como partera
de la historia, de la humanidad y que infortunadamente define los destinos
del mundo y del país".
La guerra, aseguran, significa más mujeres pobres en Colombia,
menor posibilidad de participación, mayor desempleo y el recorte
a todos los programas sociales que han sido conquistas del movimiento
social de mujeres".
El Movimiento Social de Mujeres señala asimismo que "las
mujeres no parimos ni forjamos hijos para la guerra" y por ello
consideran urgente el "desarme de los cuerpos y de los espíritus"
y dicen no a la solución armada: "queremos respuestas civilizadas
a los conflictos sociales y armados", reclamaron. Dieron un rotundo
no a la guerra y se pronunciaron por una negociación política,
la desmilitarización de la vida civil y la recuperación
de la civilidad, así como por la participación directa
y autónoma de las mujeres en la negociación y en el proceso
de paz.
En los últimos 10 años, más de 2 millones 200 mil
personas han tenido que desplazarse de su lugar de origen, la mayoría
de ellas son mujeres y niños/as. El 51 por ciento son jefas de
familia. Según el Alto Comisionado para los Refugiados de las
Naciones Unidas (ACNUR) "la situación actual de desplazamiento
por la violencia en Colombia es una catástrofe humanitaria".
Es al único país de Latinoamérica que se le compara
con Afganistán, Sri Lanka, Sudán y Angola por dicha causa.
Antes, dice una mujer desplazada "nosotras no vivíamos en
la violencia, éramos muy pobres pero vivíamos de la agricultura,
la pesca, los animales domésticos, en 49 comunidades del Atrato
Chocoano... cuando se agudizó la guerra empezó el bloqueo
económico, y no nos dejaban salir ni a comprar. Ellos están
interesados en nuestras tierras por lo del canal (Interocéanico
al Pacífico) y por la biodiversidad. Después empezaron
los bombardeos desde los helicópteros y nosotros no estábamos
en combate con nadie. Tuvimos que empezar a salir corriendo... escondernos
varios días en el monte, en la selva. A las mujeres que cogían
las violaron, mutilaron y destrozaron; a las paridas nos amenazaron
para que saliéramos y nos fuéramos de nuestras casas.
En el pueblo El Santuario, las mujeres ya no visten como quieren, sino
como les permiten, viven con miedo porque recientemente los paramilitares
les quemaron la cintura por usar un top y pantalones a la cadera. Hay
mujeres amenazadas de muerte por no acceder a propuestas amorosas. En
octubre del 2001, por ejemplo, asesinaron a 15 mujeres en Medellín
por ser novias, esposas o familiares de integrantes de los grupos armados
y lo mismo ha ocurrido en otras partes del país. Niños/as
sufren crisis nerviosas o paranoia.
Las mujeres han perdido su derecho a circular libremente por las calles,
lo que ha afectado su participación en organizaciones comunitarias;
por lo mismo, se han tenido que aplazar acciones y jornadas organizadas
por las mismas mujeres como en Barracabermeja, donde los grupos paramilitares
han amenazado reiteradamente a las integrantes de la Organización
Femenina Popular y destruyeron una de sus casas en la que se otorgaba
el servicio de guardería y se brindaban diversos servicios a
la población.