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Las mujeres que sufren de cáncer deben aprender a escuchar sus cuerpos y anteponer su bienestar al de los demás: Calderón

 

Las mujeres que recibieron un diagnóstico de cáncer, deben pasar por un "proceso adaptativo" en el que desmitifiquen el hecho de que el mal "las va a matar", asumirse como "personas enfermas" y "voltear a ver su cuerpo, escuchar su mensaje".
Lo anterior lo expuso en entrevista María de Carmen Calderón, encargada de la Unidad de Psicooncología del Hospital General de México, al hablar acerca de las "fracturas emocionales" por las que atraviesan aquellas personas que padecen cáncer.
Calderón se detiene en los aspectos "poco importantes para los médicos": qué es lo que pasa con las mujeres cuándo saben que tienen cáncer, qué sucede con su familia, con sus relaciones afectivas, su trabajo, etc.
En el área oncólogica del hospital, explica, se atienden en promedio 150 mujeres de entre 30 y 55 años, la mayoría de ellas "son de escasos recursos; desnutridas; han padecido la violencia intrafamiliar e incluso han sido violadas; muchas son madres solteras".
Como han desarrollado su vida en un ambiente de machismo, "ni siquiera le dan la importancia que requiere su enfermedad", explica alarmada Carmen Calderón y ahonda: "hace unos días se hospitalizó a una señora como de cincuenta años para proporcionarle un tratamiento que dura casi un mes, ahora está desesperada y quiere regresar a su casa porque tiene dos hijos de treinta años que son adictos a las drogas. Las mujeres siguen viviendo para los demás y ni siquiera cuando están graves anteponen su bienestar", lamenta.
Cuando una mujer sabe que tiene cáncer, dice, es necesario tener una serie de cuidados y "desmitificar" las enseñanzas que les prohibían tocarse y explorar su cuerpo, sobre todo el aparato reproductor, que es la zona donde se presenta el cáncer. Muchas consideran que la enfermedad es resultado de su comportamiento sexual.
La inestabilidad, el no trabajar, el estarse quieta, son estados por los que las mujeres con cáncer tienen que pasar y "deben permitírselos", pues las pacientes que llegan al hospital, aunque sepan de la gravedad de su problema de salud, "tienen una gran necesidad por ir a limpiar su casa; miedo de llorar porque no quieren hacer sufrir a su familia y viven ese proceso de duelo sin apoyo", expone.
El sexo femenino en general, pero en especial quienes tienen cáncer, deben reeducarse para empezar a ver la vida de otra forma y "anteponer su bienestar al de los demás". Aunque después de que recibieron tratamiento de quimioterapia, "los médicos les dicen que ya están bien, que se vayan a hacer su vida como siempre", su alimentación debe modificarse ya que las radiaciones afectan los intestinos y se presentan sangrados rectales; "su vagina queda pegada, seca, corta y las relaciones sexuales se dificultan; no se autoexploran y por todo ello hay muchas mujeres que recaen", alerta.
"La rehabilitación y la cura del cáncer implica el que las mujeres adopten un estilo de vida diferente en el que sus vidas sean lo más importante y dejen de vivir para el esposo o los hijos", asegura la especialista.
No obstante, acepta que la pobreza poco ayuda a cambiar estos procesos, sobre todo porque al menos entre el grupo que acude al Hospital General por problemas de cáncer, muchas son madres solteras que "no pueden darse el lujo de quedarse sin laborar; hay pacientes que recién operadas se van a trabajar a los basureros o a vender periódico, porque de eso viven". (Aleyda Aguirre)

 

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