Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de septiembre de 2002
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Cultura
Letras ancestrales, grandes ausentes en el Zócalo

La literatura indígena salta a la palestra de la multidiversidad

ANASELLA ACOSTA NIETO

La poesía zapoteca, que es canto, viaja en voz de Francisco de la Cruz, escritor indígena, llena el Museo Nacional de las Culturas, cruza el portón y se suma a los latidos del yólotl (corazón) de la capital, emitidos por el golpeteo de las manos de un danzante sobre el huéhuetl.

Mientras De la Cruz y Carlos Huaman (escritor mixe) disertan sobre la literatura indígena contemporánea en el recinto ubicado en Moneda 13, como parte de las actividades de la segunda Feria del Libro del Zócalo, el astro mayor se ubica en el centro de la Plaza de la Constitución, que borbotea multiculturalidad y evidencia los contrastes culturales en la otrora ciudad azteca.

Aquí las espaldas morenas de los danzantes muestran su fulgor bajo los rayos del sol; más allá, los chavos hip-hop (b-boys) se paran de cabeza, andan en manos, malabarean la globalización cultural.

Más: en la Plaza de la Constitución, Stephen King es uno de los autores preferidos de bibliófilos que recorren los estantes de las grandes editoriales, protagonistas de la feria; en tanto, al margen de todo programa oficial, la poesía náhuatl es constante entre los libreros ambulantes que circundan las ruinas del Templo Mayor.

A la memoria llega la sentencia de Huaman: "imposible hablar de literatura mexicana si no se toma en cuenta a la literatura indígena".

Regresan los contrastes: en la oferta de la Feria del Zócalo, donde se fundó la Gran Tenochtitlán, la presencia de títulos sobre indígenas es casi nula. Apenas destacan algunos estudios de lenguas que ofrece la UNAM. No hay más qué decir sobre la literatura escrita por indígenas.

Huaman recuerda que tras la conquista española la literatura de los indios sobrevivió en la marginalidad y gracias a la tradición oral. Al parecer hoy la situación no ha cambiado.

Al margen de la feria y entre ríos humanos que son las calles del Centro en un sábado de permanente remate, surgen los libreros informales con sus tendederos de textos que han sobrevivido sin sellos editoriales y en copias fotostáticas: Cómputo azteca; Nepohualtzintzin, computador prehispánico en vigencia; Apuntes sobre el Templo Mayor, Atuendos del México azteca, Danza azteca y chichimeca; El mundo simbólico de mayas y aztecas, El idioma madre de México y Leyendas mayas, entre otros.

En estas librerías de suelo, los autores mexicanos que han hecho historia son pocos: Miguel León Portilla (Los antiguos mexicanos a través de sus códices y cantares), Andrés Henestrosa (Los hombres que dispersó la danza) y Ermilo Abreu Gómez (Canek).

Pero no se deben confundir los estudios de las culturas antiguas con la verdadera literatura indígena, de la que Huaman explica, no se circunscribe al empleo o conocimiento de la lengua, sino que parte de la forma específica de ver, entender y tocar el mundo por sus autores, los indígenas.

Este sábado la concurrencia, planeada o casual, se incrementó en las diversas actividades de la feria: los niños pudieron incorporarse al taller de plastilina y las muestras de grabado. También fue notoria la asistencia a la conferencia dictada por los escritores indígenas y la sorpresa ante lectura de poesía en lengua zapoteca. 

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