Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 29 de agosto de 2002
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Economía

Orlando Delgado Selley

Ideologías y realidades

La propuesta de reforma de la industria eléctrica ha sido planteada. Difiere muy poco de la presentada por el gobierno priísta hace tres años. Este gobierno, igual que el anterior, sostiene que es indispensable y conveniente para el país crear mercado y permitir que empresas privadas participen en el estrato de consumo alto. Abierta al mercado la industria eléctrica, el producto interno bruto crecería a tasas elevadas y sostenidas. Lo mismo dijeron hace 11 años, cuando se inició la privatización de los bancos nacionalizados. Se festejó el éxito de su proceso de venta y se le puso como ejemplo internacional. Los compradores originales han desaparecido. Hace apenas una semana otro banco privado mexicano fue comprado por uno extranjero.

En febrero de 1999 Ernesto Zedillo solicitó en un mensaje televisado, igual que hizo Fox, "analizar las razones y pensar en el interés nacional", planteando que el dilema era "atender necesidades sociales como educación, salud y seguridad social, o bien invertir para expandir la capacidad de generación y mejorar la distribución y comercialización de energía eléctrica". Unos años antes, Carlos Salinas estableció con énfasis que "la banca privatizada mantendría su arraigo y compromiso con el país"; más aún, " la banca se abre a la sociedad para que comparta plenamente su destino". Los argumentos siguen siendo los mismos, pese a que la experiencia ha sido desastrosa.

En la propuesta prevalece un razonamiento que ha sido utilizado por los organismos financieros internacionales en todos los países emergentes: que las empresas públicas deben desaparecer, sustituyéndolas por empresas privadas, preferentemente extranjeras, que estén sometidas al escrutinio del mercado y de la generación de utilidades. Hace tres años el argumento era discutible. Actualmente, luego de la declaración de culpabilidad de Michael Kopper, funcionario de Enron, es insostenible. Sin embargo, permanece la idea de privatizar como conditio sine qua non para que la economía avance. A su lado ha aparecido un nuevo argumento: quienes "critican a Fox de no cumplir sus promesas de cambio son quienes desestiman y vapulean las reformas" (M. Schettino, "Cambio y reformas", El Universal, 27/08/02 B4).

La pertinencia de la reforma eléctrica no puede sostenerse en la reiteración de las "verdades" del pensamiento único, ni en sus tres principios centrales: austeridad fiscal, privatizaciones y liberalización de los mercados. El mismo proceso de globalización conducido por el FMI está siendo sometido a un examen profundo que reconoce que la única posibilidad de renovar la confianza en su capacidad de dar inicio a un largo ciclo de crecimiento sustentable es respetar los proyectos nacionales. Las tres reformas propuestas por el gobierno foxista -eléctrica, laboral financiera- plantean hacer de México el país ejemplo de una inserción a la globalización tal como la concibieron y la sostienen los organismos financieros internacionales. Los beneficiarios ciertamente no serán los más de 50 millones de pobres del país ahora reconocidos oficialmente.

El proyecto de país que está planteando el gobierno, y que apoyarán quienes voten por la reforma eléctrica, no es uno que busca actuar en el tema fundamental de la equidad y el crecimiento sostenible. El ejemplo evidente es, y lo será cada vez en mayor medida, el bancario: seguimos destinando cuantiosos recursos para pagar los intereses reales de los pagarés Fobaproa para sostener un sistema de intermediación entre el ahorro y el crédito que no funciona, pero que se mantiene como negocio rentable, interesante para los banqueros extranjeros, ya que obtienen utilidades prácticamente sin ningún riesgo. Los bancos viven de los intereses de esos pagarés y de sus actividades de compraventa de papel y de dólares, destinando una proporción muy escasa de sus recursos a operaciones crediticias. Es evidente que los 50 mil millones dedicados al Fobaproa este año podrían tener usos alternativos más trascendentes.

Es probable que la reforma sea aprobada por una mayoría formada por el PAN y el PRI. El país no se encontrará en mejores condiciones, aunque los analistas financieros lo digan y eventualmente mejore el grado de inversión. A cambio de ello, las prácticas corruptas denunciadas quedarán en el papel.
Lo importante es gobernar, no cambiar al país. Eso no les permitirá lograr su objetivo básico: obtener mayoría en la Cámara de Diputados en 2003.

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