Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 27 de agosto de 2002
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Política

José Blanco

Racionalidad política contra la sociedad

La reforma eléctrica es indispensable, a juzgar por los datos (escasos) de demanda futura de fluido eléctrico para el desarrollo. Gobierno y partidos políticos aceptan que existe un serio problema de escasez en el futuro próximo, y de ello habla el hecho de que existan tres propuestas de reforma: la del Ejecutivo, la del PRI y la del PRD. Muy pocas personas -entre ellas Cuauhtémoc Cárdenas- piensan que no habría problema de capacidad de generación por muchos años.

El método propuesto por el Ejecutivo, listar las coincidencias y encorchetar las diferencias para después negociarlas, parece buen método político, pero ciertamente no lo es, necesariamente, desde el punto de vista técnico y económico. Sin embargo, la mayoría de los congresistas parece disponerse a proceder de esa manera. En el mejor escenario quedarán muy satisfechos de haber alcanzado unos acuerdos políticos para reformar la legislación correspondiente. El Ejecutivo propone, esta vez las bancadas de legisladores también, y serán éstas las que dispongan. Una racionalidad política por encima, o al lado, o al margen de las necesidades de la sociedad.

Por ahora el presidente Fox dice que en los próximos 10 años se requieren 500 mil millones de pesos de inversión en el sector y que, desde luego, el gobierno no puede aportarlos (aun si hubiera habido una reforma fiscal en serio, agrego yo). Fox lo dice últimamente en sus discursos a propósito de špum! y pide tácitamente que se le crea. Ƒ500 mil millones costará qué capacidad de generación instalada? No lo sabemos. La capacidad instalada cuyo costo en inversiones es ése, Ƒestá calculada para qué ritmo de crecimiento principalmente de la industria? ƑDe cuál industria? ƑCuál es la estructura industrial que se visualiza? ƑCómo aumentará la productividad en esa industria? No lo sabemos. Habría muchísimas preguntas más que formular para las que no hay respuesta en la información que se ofrece a la opinión pública.

Sin duda se trata de una proyección de gran complejidad, pero los ciudadanos no son menores de edad y muchos pueden opinar. Exactamente lo mismo ocurre con las propuestas de las bancadas partidistas en el Congreso. Ni siquiera está claro que tengan tales cálculos. No es muy difícil hallar argumentos en los que simplonamente se correlaciona un deseo de crecimiento del PIB con el aumento de la capacidad de generación. La simpleza argumentativa campea y todo se vuelve discusión principista y fetichista sobre la Constitución. Como es ya inveterada costumbre en México, las corrientes "progresistas" quieren que nada cambie. ƑCon qué cálculos y supuestos se dice que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), si no la esquilmaran fiscalmente, podría contender con la demanda futura? ƑDe qué se quejan quienes señalan el esquilmo a la CFE si se han opuesto a una reforma fiscal?

Hay en todo esto, desde luego, desencuentros insalvables. Así es entre quienes asumen la globalización y quienes no sólo no la asumen, sino pretenden combatirla. En el marco de la globalización son necesarias reglas que hagan que el capital de cualquier parte fluya y arribe a este país. Lo que tenemos que poner en jaque no es la globalización y el capital externo, sino las reglas del juego del neoliberalismo a ultranza.

No vale decir que a California, a Inglaterra o a Argentina les fue muy mal con la privatización si no se ponen sobre la mesa los elementos analíticos que explican por qué paso lo que pasó en esos países. No sólo eso. Requerimos, entre otras cosas, ese análisis justamente para evitar tomar malas decisiones. Requerimos reglas del juego (no para la privatización, que no es eso lo que se propone, sino la creación de un mercado paralelo) para que el capital fluya, se instale como inversión productiva y tenga los incentivos para reinvertir sus ganancias.

México requiere mejorar y más que duplicar su infraestructura en el plazo más corto posible. Hoy puede hacerse en el marco de la globalización, siempre que no aceptemos reglas como a las que fue sometida Argentina. Sin esa infraestructura, no habrá desarrollo, porque no habrá capital industrial que venga. No habrá, por tanto, empleos y la pobreza continuará haciendo estragos.

Con una reforma fiscal que capte 22 o 23 por ciento del producto tampoco estaríamos en condiciones de crear a plazo corto esa infraestructura, porque requerimos gastar en educación y en salud con mucho la mayor parte de ese presupuesto sustancialmente ampliado. De no ser así, tampoco habrá desarrollo. La vía para abatir la pobreza es educación, salud y empleo. Empleo quiere decir inversiones, grandes inversiones de capital privado. Grandes inversiones requieren de una gran infraestructura.

Ojalá gobierno y cámaras legisladoras sean capaces de poner sobre la mesa los argumentos, los datos y los cálculos de cada uno. Y que los medios los sepan transmitir a la sociedad. Es posible así que podamos ir algo más allá de la "racionalidad" política que nos gobierna.

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