Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 23 de agosto de 2002
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Espectáculos
Leonardo García Tsao

Mucha pompa, nada de circunstancia

Hay películas que ostentan su falso prestigio por todos lados. Juana la Loca es una de ellas. Este melodrama histórico concursó en el festival de San Sebastián del año pasado, donde obtuvo el premio a la mejor actuación femenina, y fue la película escogida para representar a España en la competencia por el Oscar. Pero sobre todo, fue dirigido por Vicente Aranda, realizador para quien el adjetivo "académico" parece haber sido inventado.

De una trayectoria iniciada desde los años 60, Aranda se ha distinguido por ser un técnico competente y por aprovechar la liberación posfranquista para explorar temas sexuales con una franqueza lindante a veces en lo prosaico. En obras recientes, como La pasión turca (1996) y Libertarias (1999), la mano pesada del veterano incluso se había inclinado hacia una abierta misoginia. En Juana la Loca, Aranda vuelve a examinar el tema central de Amantes (1991), uno de sus mejores logros: qué tanto la pasión desbordada decide el destino de los individuos.

Situada a fines del siglo XV, la película narra la desventurada existencia de Juana (Pilar López de Ayala), hija de los Reyes Católicos, a quien se desposa con Felipe el Hermoso (Daniele Liotti) por conveniencia política. Lo que sufre la mujer es una versión monárquica del amour fou: desde el primer flechazo Juana queda prendada de su marido y exige un cumplimiento conyugal más allá del llamado del deber. Felipe, por su parte, prefiere obtener su satisfacción por otro lado, acudiendo a las cortesanas de su esposa. Los celos de Juana la llevan a actos inapropiados para una representante de la corona española, que pronto le ganan el mote de Loca y finalmente el aislamiento para el resto de su vida.

Ciertamente un tratamiento moderno pudo haber aprovechado el asunto para una meditación sobre los nexos intrínsecos entre la sexualidad y el poder. Ajeno a recientes ejemplos como La reina Margot (Chéreau, 1994) o Elizabeth (Kapur, 1998), que supieron actualizar el drama histórico adoptando una mirada de urgencia contemporánea sobre sus contradictorias figuras femeninas, Aranda opta por una narrativa solemne y pomposa, una aburrida lección de historia que hasta recurre a la voz en off. Como si fuera un programa del History Channel, el ampuloso locutor nos informa sobre datos históricos y hace descripciones innecesarias ("Pese a todo, los días y los meses transcurrían felices en palacio").

Mucho se ha elogiado el desempeño de López de Ayala. En realidad, su interpretación se mantiene en un registro poco matizado, entre la pasión expresada con jadeos y los arranques de histeria (muy útiles para escoger clips a la hora de las ceremonias de premios). No es necesariamente culpa de la actriz. La concepción del personaje la reduce a una mujer en permanente estado de furor uterino, sin ningún otro elemento que represente su locura de amor en términos más complejos. Para Aranda, Juana posee instintos primarios por los cuales busca resolver sus conflictos abriéndose de piernas, aunque se encuentre encinta o recién parida. Su pareja ni siquiera aspira a esa simplificación. El italiano Liotti transforma a Felipe en un modelo tipo Fabio, que se pasea por las locaciones como en un reportaje de la revista GQ sobre modas medievales.

Las intrigas de la corte tampoco dan para mucho. El realizador reúne a sus actores, ataviados con peluquines y trajes de época, en incontables procesiones bajo los claroscuros pastosos conseguidos por el fotógrafo Paco Femenia (cuyo trabajo en Volavérunt, de Bigas Luna, fue bastante más atractivo). Uno clama, en vano, por un poco de irreverencia a lo Richard Lester o cuando menos, algo de vulgaridad a lo Ken Russell. A Juana la Loca le falta precisamente la locura.

JUANA LA LOCA

D: Vicente Aranda/ G: Vicente Aranda y Antonio Larreta, basado en un argumento de Manuel Tamayo y Baus/ F. en C: Paco Femenia/ M: José Nieto/ Ed: Teresa Font/ I: Pilar López de Ayala, Daniele Liotti, Rosana Pastor, Giuliano Gemma, Eloy Azorín/ P: Enrique Cerezo Producciones, Pedro Costa S.A. España, 2001.

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