Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 23 de agosto de 2002
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Cultura

José Cueli

Erotismo, poder y religión

ƑQuién mejor capacitado que Georges Bataille para hablar del erotismo? Aquel que solía decir de sí mismo que era un santo o un loco. Aquel de quien Martin Heidegger dijo que podía ser considerado ''la mejor cabeza pensante'' de Francia en el siglo XX. Su obra y su vida han sido calificadas de contradictorias: el ateo místico, el apasionado filósofo y escritor hechizado por los enigmas y los espectros del erotismo y la muerte. Sus escritos (novelas, críticas, ensayos, poesías) reflejan un pensamiento preclaro animado por un espíritu lúcido y conocedor de las limitaciones del discurso lógico y racional para dar cuenta del espíritu humano, de la vida y de la muerte, del amor y el erotismo. Para él, el placer y el dolor están siempre inevitablemente unidos y el erotismo es ''la aprobación de la vida hasta la muerte".

Experiencias límite que desbordan la capacidad del lenguaje y el pensamiento para dar cuenta de ellos, siendo éste el lugar de donde emerge la poética de Bataille. En palabras de Jacques Derrida: ''Bataille a veces opone al 'discurso significativo' la palabra poética, extática, sagrada; pero esta palabra soberana no es otro discurso, otra cadena que se despliega al lado del discurso significativo. No hay más que un discurso que es significativo y donde Hegel se torna ineludible. Lo poético o lo extático es aquello que en todo discurso puede abrirse a la pérdida absoluta de su sentido, a su (sin) fondo sagrado, sin sentido, de no-saber o de juego, a la pérdida de conocimiento de la que sólo se despierta por un golpe de dados".

Con influencia del marqués de Sade y de Arthur Rimbaud (transgresión y poética) como vemos claramente en su ensayo El erotismo, Bataille se percata de ''la encrucijada de estas violencias fundamentales" sobre las que llegará a afirmar que ''representan la disolución de las formas".

En opinión de Le Brun, Bataille se aparta de Sade, ya que esta disolución de las formas lo convence de la imposibilidad de representar. Mientras Sade toma como apoyo la criminalidad del deseo para representar a partir del cuerpo lo que se antoja imposible representar, Bataille piensa, a partir del terreno de lo indiferenciado, en la desaparición del cuerpo debido a la fascinación por la muerte.

Para Bataille, según Le Brun, ''la prueba de equivalencia entre la muerte y el erotismo está en el hecho de que ambos conducen a 'la apertura, la continuidad ininteligible, incognoscible', es decir, a lo irrepresentable".

Bataille, en El erotismo, analiza además las vicisitudes del mismo. Encuentra que la institución del trabajo en el desarrollo de la civilización permitió al hombre poner distancia de la animalidad, con profundas repercusiones en la esfera de las relaciones hombre-mujer. Con el advenimiento de la guerra nació la esclavitud y la división de clases y ello tuvo serias consecuencias en la evolución del erotismo. Los privilegios de clase colocaron a la prostitución como el cauce normal para el erotismo supeditándolo a la fuerza, a la riqueza y a la mentira. Guerra y esclavitud afectaron asimismo a la vida sexual. El erotismo entró, según Bataille, en una etapa de decadencia. Ante tal estado de cosas, el matrimonio y la prostitución hicieron depender del dinero la posesión de las mujeres.

Al surgir el cristianismo el goce se tiñó de culpa mientras que en la Edad Media el erotismo significaba pecado y así se le sacrificó, perdiendo su grandeza y convirtiéndolo en una trampa. Trampa y control denunciados también por Michel Foucault en Historia de la sexualidad. ƑSerá entonces asunto de poder la necesidad de neutralizar y controlar el erotismo y la sexualidad? Hay mucho por reflexionar al respecto.

Foucault dijo: ''A Bataille le debemos mucho. Lo que queda por hacer, pensar y decir, sin duda se debe a él en gran medida y será así por mucho tiempo".

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