Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 17 de julio de 2002
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Capital

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Las enseñanzas de Atenco

HAY TANTAS lecciones en el calendario del conflicto en Atenco que se necesitará de un buen tiempo para digerir esa realidad que empezó con una necedad de los poderosos y casi termina en tragedia para todos.

LA PRIMERA, tal vez la de mayor importancia, fue para la gente de Atenco. Los pobladores de aquellas tierras supieron, aprendieron -de la imposición que les arrebata sus tierras, la represión que ejerció el gobierno del estado de México sobre sus personas y el acoso al que se vieron sometidos lo mismo por quienes reclamaban su sangre a cambio de una legalidad mañosa, que por los intereses financieros parapetados tras la ambición política que los sometió al cerco policiaco- que sólo la unión, la solidaridad y la razón pueden tronchar la injusticia.

LOS PARTIDOS políticos, principalmente la izquierda, tendrán en claro su inutilidad frente a los grandes problemas de la población. No basta con desplegados tardíamente conspicuos ni con declaraciones oportunistas.

EN MAS de ocho meses de un conflicto que anunciaba crisis, ningún partido se atrevió a trabajar allí donde estaba el problema. Algunos, el propio PRD, merodearon, pero nadie acompañó en esta lucha a los campesinos de Atenco, férreos en su idea de no negociar, postura que les ha permitido salvar su patrimonio y ha abierto posibilidades de justicia en otros muchos ámbitos del terreno nacional. Lección que no se entiende en las organizaciones políticas.

LOS COSTOS los deberá pagar el PRD por su falta de respuesta a los problemas que deberían ser su prioridad; también el PAN por su apoyo ciego, necio, a una injusticia que si bien lo ubica en la esencia de su ser neoliberal, lo expulsa también del discurso humanitario con el que pretendió engañar a la gente urgida de una opción de centro. Pero la factura de mayor peso será para el PRI.

PERO NADIE olvidará que fue un gobernador priísta, Arturo Montiel Rojas, el que precipitó la crisis. Que fueron sus policías, vestidos de civiles, quienes atacaron a los pobladores de Atenco y que en la maniobra pretendía poner en jaque al gobierno federal y aplastar la lucha campesina.

Y LUEGO la terrible lección para el poder. Se consumieron, hora por hora, casi 300 días de asedio constante. Los planes para construir un aeropuerto avanzaban mientras los campesinos mantenían enhiesta la razón de su lucha.

ES DECIR, no bastan las urnas para suponer la omnipotencia y pretender desde allí que se puede reinventar la historia. La falsa premisa de la modernidad democrática no puede usurpar el derecho mínimo a la sobrevivencia.

AMBICION CONTRA paciencia. El poder desesperó -el tiempo es dinero- y tendió la celada, aprovechó el supuesto desconocimiento o la insensibilidad de unos y la ambición de otros para usar la fuerza como la herramienta de solución. Falló el poder.

Y ESA, a final de cuentas, será la gran lección. No hay futuro para la imposición, para el engaño ni para esa democracia venida desde Washington que tiene un horrible tufo a injusticia.

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