Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 10 de julio de 2002
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Política

Su presencia provocó empujones y golpes a las puertas de la fiscalía especial

En plena calle y frente a sus acusadores, Echeverría pretendió hablar con la prensa

Compareció para declarar por el 10 de junio; solicitó 40 días para hacerlo por escrito

JESUS ARANDA Y BLANCHE PETRICH

El ex presidente Luis Echeverría compareció por segunda ocasión en calidad de indiciado -la primera fue el pasado 2 de julio- ante la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, acusado de ser el principal responsable de la matanza del 10 de junio de 1971. Como en la ocasión anterior, se negó a responder a las tres denuncias en su contra y solicitó hacerlo por escrito en un plazo de 40 días, que contará a partir de que conteste por escrito al primer interrogatorio.

Sin embargo, su negativa a responder a las 159 preguntas del Ministerio Público Federal contrastó con una decisión que sorprendió a propios y extraños. Al término de la audiencia salió a la calle solo, sin su escolta del Estado Mayor Presidencial que lo sigue desde hace 32 años, y ahí esperó el encuentro con los reporteros, que al verlo se abalanzaron hacia él junto con fotógrafos y camarógrafos, pero el grito de ''šasesino!, šasesino!, šgenocida!'' de integrantes del Comité 1968-1998, impidió que declarara.

Esta situación, a diferencia de la semana pasada en que salió de la fiscalía a bordo de su camioneta, sin que hubiera oportunidad de hablar con él, fue interpretada por algunos de los denunciantes como un acto de provocación, y señalaron que su objetivo era que al salir a la calle lo agredieran quienes hacían guardia, para después argumentar que no había condiciones de seguridad para continuar los interrogatorios y entorpecer así la acción de la justicia.

Desorden total

El desorden fue total; entre empujones de los comunicadores y los gritos de quienes habían sido agredidos cuando fue secretario de Gobernación (1968) y presidente (1971), Echeverría fue copado y quedó en medio de una vorágine de golpes y empujones entre los representantes de los medios y los guardaespaldas, que reaccionaron tardíamente e intentaban sacarlo de ahí.

Además de gritarle ''šasesino!'', le llovían improperios como ''šcínico!, šdesfachatado!'' y ''š2 de octubre no se olvida!''

Pero ninguno de los manifestantes agredió físicamente al ex mandatario; se mantuvieron a distancia del enjambre que rodeó a Echeverría, quien sólo atinó a decir que había salido a ''saludar'' a los reporteros, negó que su presencia en la calle fuera un acto de provocación para los miembros del comité y denunciantes en su contra y aseguró que se siente ''lejos de la cárcel''.

La confusión parecía interminable, pero con todo y que se negó a declarar ante la nube de micrófonos y grabadoras, ''porque no se oía nada'', el ex presidente parecía ''zombi'', como dijo una reportera, porque se dejaba llevar entre empujones de un lado a otro, sin que se notara enojo de su parte; al contrario, llegó a sonreír al decir que se sentía ''muy apretado''. Incluso, se negó a entrar de nuevo al edificio de la fiscalía, por lo que uno de sus escoltas le ordenó a otro: ''šMételo!'' Pero ''no quiere'', respondió el subalterno. Entonces vono una orden más drástica: ''Mételo a chingadazos, pero mételo''.

En ese momento arreciaron los empujones y hubo algunos golpes (al aire) entre comunicadores y escoltas -quienes fueron apoyados por elementos de la Agencia Federal de Investigación adscritos a la fiscalía-, hasta que lograron que Echeverría entrara nuevamente. Después, uno de sus ayudantes salió para decirle a los periodistas que la intención del ex mandatario era hablar con la prensa, pero como no se pudo, los citaba en su casa de San Jerónimo por la tarde.

Madrugador

Al igual que en la ocasión anterior, Echeverría llegó a la fiscalía antes de la hora fijada. Incluso, arribó una hora antes que el fiscal Ignacio Carrillo Prieto. La audiencia se realizó a las 9, pero el ex presidente entró con su vehículo al edificio al filo de las 6:50 de la mañana.

Los directivos de la fiscalía especial dispusieron algunos cambios en la sala donde se desarrolló la audiencia. La mesa que ocuparon el acusado y sus abogados, el fiscal y el agente del Ministerio Público fue colocada en posición de escuadra, con las sillas dispuestas para los equipos de abogados de la parte acusadora y la defensa, y para los querellantes. Una bandera y un busto de Morelos completaban la decoración.

Nuevo abogado

De esta forma, Echeverría Alvarez tenía a la vista a sus acusadores y con cierta frecuencia se inclinaba para poder ver mejor al grupo del Comité 68, que fue acomodado en las últimas hileras.

Llamó lo atención que llegara acompañado del abogado Juan Velázquez (defensor de los hermanos Salinas de Gortari, José López Portillo y de Arturo Durazo), quien asumió al parecer la titularidad de la defensa de Luis Echeverría, la cual ostentó Antonio Cuéllar Salas en la primera comparecencia.

Durante una hora, el ex mandatario escuchó las tres denuncias en su contra: la primera presentada por Raúl Alvarez Garín, en representación del Comité 1968-1998, en la que se le imputa genocidio por la matanza del 10 de junio, además de que argumenta que hay una relación implícita no sólo con la matanza del 2 de octubre de 1968, sino entre los funcionarios que, como Echeverría, están involucrados en ambos sucesos.

Las otras dos, que fueron presentadas por el ex diputado perredista Jesús Martín del Campo y por Oscar Luis Argüelles Méndez, quienes denuncian el asesinato de sus respectivos hermanos el jueves de Corpus, durante la realización de la marcha estudiantil.

Después se dio paso a las preguntas de la fiscalía, en total 159, y al final de las mismas el ex presidente se negó a responder y pidió un plazo de 40 días para hacerlo por escrito. Aunque estos días comenzarán a correr después de que cumpla con la entrega de sus respuestas relacionadas con el 2 de octubre. Velázquez pidió a la fiscalía una copia fotostática de las tres denuncias y del interrogatorio, pero le fueron negadas con el argumento de que tendrán acceso a éstas en el momento procesal que establece la ley.

Echeverría ''fue retador todo el tiempo'', comentó Ana Ignacia Rodríguez, abogada y demandante. También conocida como La Nacha, fue integrante del Consejo Nacional de Huelga y una de las tres mujeres detenidas y sentenciadas por los hechos del 2 de octubre. ''En esa ocasión me echaron diez delitos, como a todos los demás. El único que me faltaba era el de guerrillera, que nos endilgaron ayer a todos en las declaraciones del abogado Cuéllar Salas'', dijo.

Por su parte, Salvador Martínez della Rocca, El Pino, y Mario Ramírez, miembros del comité ciudadano en apoyo a la Fiscalía, ofrecieron una conferencia de prensa en la que advirtieron sobre el acto de ''provocación'' del ex mandatario al salir del edificio, siendo que ''estaba todo arreglado'' para que abandonara el lugar sin contratiempos.

Cuéllar Salas, ''fascista'': Della Rocca

Martínez della Rocca respondió a las declaraciones del abogado de Echeverría, Antonio Cuéllar Salas, quien calificó a los denunciantes de ''delincuentes y guerrilleros''. Señaló de entrada que ese abogado es ''fascista'', que seguramente de haber vivido en la época revolucionaria habría calificado de la misma manera a Villa, Zapata, los hermanos Flores Magón y otros revolucionarios.

Los denunciantes adelantaron que solicitarán al fiscal Carrillo Prieto que, además de citar a comparecer el próximo 17 de julio a Alfonso Martínez Domínguez -quien era regente del DF cuando ocurrieron los hechos del 10 de junio-, demande que dadas las contradicciones públicas que han tenido Echeverría y Martínez Domínguez respecto a la autoría de los hechos, se les caree para dilucidar la verdad.

A su vez, Raúl Alvarez Garín dijo que el comité del que forma parte prepara una respuesta contundente al abogado del ex presidente, y no descartó la posibilidad de que se interponga una demanda en su contra.

Después de que terminó la audiencia, Echeverría Alvarez mandó a uno de sus ayudantes -de apellido Valenzuela- con Alvarez Garín para decirle que el ex presidente quería hablar con él. La respuesta fue inmediata: ''No tenemos de qué hablar''.

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