Antonio Gershenson
Mercado negro y energéticos
Los problemas de quiebra y de posible fraude contable
en varias de las mayores empresas estadunidenses y, por ahora en menor
medida, también europeas, retrasan la recuperación económica
en el país vecino del norte. Y eso incide en que la recuperación
mexicana, que de por sí va unos meses atrás, se empiece a
prever para después de este año. De hecho, casi no ha habido
día en la semana que termina en el que no se anuncien cierres de
maquiladoras o, por lo menos, recorte de turnos y despidos masivos.
Estos últimos elementos apuntan no sólo
a más desempleo, sino consecuentemente a un mercado interno todavía
más reducido: el desempleado no sólo no consume, hace que
los familiares que puedan contribuir a su sostenimiento no hagan más
gastos que los indispensables. Pero hay algo más.
Los cierres de plantas maquiladoras y la reducción
en la actividad de otras, llevan meses. No se trata sólo de empresas,
sino de la quiebra del modelo maquilador. Alentar el mercado interno "estorbaba"
a ese modelo. Sólo importaban los salarios bajos y un alto porcentaje
de desempleados ayudaba a mantenerlos así. Pero con todo y todo,
llega un momento en que eso no se sostiene. Por ejemplo, la producción
de la planta que cerró Philips en Ciudad Juárez la semana
pasada fue trasladada a China, donde los costos son menores.
Ahora, a la vista de hechos como los mencionados, se empieza
a reconocer la importancia de ese mercado interno, no sólo para
tener un desarrollo real, sino incluso para volver a tener inversión.
Está planteada otra vez la posibilidad de que surjan y crezcan empresas
pequeñas y medianas y, también, con ese mercado interno creciente,
atraer la inversión de empresas grandes a todas aquellas áreas
en las que no las prohíbe la Constitución, que son la gran
mayoría.
Algunas medidas, complementarias del modelo maquilador
que incluyó contraer el mercado interno, también ahora muestran
su fracaso en Pemex. Se ha informado en estas páginas, en especial
en los últimos días, de posibles fraudes, de sobrecostos
de los megacontratos, de obras muy costosas que tuvo Pemex por lo que no
se hizo o se hizo mal por parte de los contratistas. Los costos reales
pasaron a más del doble del precio de concurso. Se derrumbó
el pretexto de que esos megaconcursos, que dejaban fuera a cualquier empresa
nacional, eran la fórmula más barata.
Antes de la era de los gobiernos tecnocráticos,
la Comisión Federal de Electricidad y Pemex daban trabajo a muchas
empresas mexicanas. ¿Cuántas han ganado algún concurso
de plantas para generar electricidad? Ninguna. ¿Y las grandes obras
de Pemex en las refinerías? Ninguna. Lo más que hubo en este
último caso fueron algunos asociados menores, como ICA y Tribasa,
cuya participación marginal no sirvió para evitar la quiebra
de unas y la situación crítica de las otras.
Ahora se reconoce la necesidad de autonomía de
gestión, de no despojar a Pemex de casi todos sus ingresos, y también
se exhiben algunas de las lacras de los viejos megacontratos; pero se quiere
hacer lo mismo con el gas y los Contratos de Servicios Múltiples.
Además de estar prohibidos por la Constitución, el armar
megacontratos para el gas deja fuera a la industria nacional y en especial
de la pequeña y mediana industria. Vuelve a romper con el esquema
que implica impulsar el mercado interno. ¿De qué sirve el
crédito para un changarro si el mercado interno no da para
que éste pueda vender lo que hizo o compró para revenderlo?
En el caso de la industria eléctrica, parece que
entramos en un periodo con posibilidades de una legislación consensuada
y sin cambiar la Constitución. Si bien hay planteamientos del gobierno
federal al respecto, que difícilmente podrán ser aceptados
por la mayoría en el Senado, también hay puntos de consenso
y, finalmente, lo que se apruebe lo será en esa cámara legislativa.
Deberá ir quedando cada vez más claro que, mientras se llega
a un momento similar para la industria petrolera -que incluye el gas natural
conforme a esa Constitución-, no se deberá persistir en recorrer
en ella un camino que las propias investigaciones de organismos federales
muestran que ya fracasó en las ampliaciones y reconfiguraciones
de refinerías.