Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 7 de julio de 2002
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Política
Antonio Gershenson

Mercado negro y energéticos

Los problemas de quiebra y de posible fraude contable en varias de las mayores empresas estadunidenses y, por ahora en menor medida, también europeas, retrasan la recuperación económica en el país vecino del norte. Y eso incide en que la recuperación mexicana, que de por sí va unos meses atrás, se empiece a prever para después de este año. De hecho, casi no ha habido día en la semana que termina en el que no se anuncien cierres de maquiladoras o, por lo menos, recorte de turnos y despidos masivos.

Estos últimos elementos apuntan no sólo a más desempleo, sino consecuentemente a un mercado interno todavía más reducido: el desempleado no sólo no consume, hace que los familiares que puedan contribuir a su sostenimiento no hagan más gastos que los indispensables. Pero hay algo más.

Los cierres de plantas maquiladoras y la reducción en la actividad de otras, llevan meses. No se trata sólo de empresas, sino de la quiebra del modelo maquilador. Alentar el mercado interno "estorbaba" a ese modelo. Sólo importaban los salarios bajos y un alto porcentaje de desempleados ayudaba a mantenerlos así. Pero con todo y todo, llega un momento en que eso no se sostiene. Por ejemplo, la producción de la planta que cerró Philips en Ciudad Juárez la semana pasada fue trasladada a China, donde los costos son menores.

Ahora, a la vista de hechos como los mencionados, se empieza a reconocer la importancia de ese mercado interno, no sólo para tener un desarrollo real, sino incluso para volver a tener inversión. Está planteada otra vez la posibilidad de que surjan y crezcan empresas pequeñas y medianas y, también, con ese mercado interno creciente, atraer la inversión de empresas grandes a todas aquellas áreas en las que no las prohíbe la Constitución, que son la gran mayoría.

Algunas medidas, complementarias del modelo maquilador que incluyó contraer el mercado interno, también ahora muestran su fracaso en Pemex. Se ha informado en estas páginas, en especial en los últimos días, de posibles fraudes, de sobrecostos de los megacontratos, de obras muy costosas que tuvo Pemex por lo que no se hizo o se hizo mal por parte de los contratistas. Los costos reales pasaron a más del doble del precio de concurso. Se derrumbó el pretexto de que esos megaconcursos, que dejaban fuera a cualquier empresa nacional, eran la fórmula más barata.

Antes de la era de los gobiernos tecnocráticos, la Comisión Federal de Electricidad y Pemex daban trabajo a muchas empresas mexicanas. ¿Cuántas han ganado algún concurso de plantas para generar electricidad? Ninguna. ¿Y las grandes obras de Pemex en las refinerías? Ninguna. Lo más que hubo en este último caso fueron algunos asociados menores, como ICA y Tribasa, cuya participación marginal no sirvió para evitar la quiebra de unas y la situación crítica de las otras.

Ahora se reconoce la necesidad de autonomía de gestión, de no despojar a Pemex de casi todos sus ingresos, y también se exhiben algunas de las lacras de los viejos megacontratos; pero se quiere hacer lo mismo con el gas y los Contratos de Servicios Múltiples. Además de estar prohibidos por la Constitución, el armar megacontratos para el gas deja fuera a la industria nacional y en especial de la pequeña y mediana industria. Vuelve a romper con el esquema que implica impulsar el mercado interno. ¿De qué sirve el crédito para un changarro si el mercado interno no da para que éste pueda vender lo que hizo o compró para revenderlo?

En el caso de la industria eléctrica, parece que entramos en un periodo con posibilidades de una legislación consensuada y sin cambiar la Constitución. Si bien hay planteamientos del gobierno federal al respecto, que difícilmente podrán ser aceptados por la mayoría en el Senado, también hay puntos de consenso y, finalmente, lo que se apruebe lo será en esa cámara legislativa. Deberá ir quedando cada vez más claro que, mientras se llega a un momento similar para la industria petrolera -que incluye el gas natural conforme a esa Constitución-, no se deberá persistir en recorrer en ella un camino que las propias investigaciones de organismos federales muestran que ya fracasó en las ampliaciones y reconfiguraciones de refinerías.

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