Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 4 de julio de 2002
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Cultura

Festejos lúdicos en la isla por el centenario del natalicio del poeta

Nicolás Guillén elevó el son cubano a la categoría de género poético

Venció prejuicios racistas en la conservadora sociedad de los años 30, dice su biógrafo

México dedicará un programa al autor de Sóngoro cosongo en la FIL de Guadalajara

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 3 de julio. La aparición de Motivos de son (1930) y Sóngoro cosongo (1932) marcó el surgimiento en Cuba de una nueva poesía, inesperada en una sociedad conservadora, recuerda Angel Augier, amigo, confidente, compañero de luchas, de militancia comunista y ahora biógrafo de Nicolás Guillén, cuyo centenario se celebrará el 10 de julio.

Esos dos poemarios iniciales ''vencieron prejuicios y escrúpulos racistas de la pretendida sociedad aristocrática de los años treinta", dice Augier, sonriente y afable, lúcido y memorioso a sus 92 años.

''Fue una revelación sensacional, de indudable audacia, precisamente porque predominaban elementos sorpresivos que hasta entonces se consideraban al margen de lo poético entre comillas." En esa época ''estaba muy de moda el son como género musical y bailable" y Guillén tiene el ''virtuosismo de alzar a género poético un género musical popular".

(Guillén había contestado alguna vez a una pregunta sobre sus influencias artísticas: ''Todo se lo debo a Ciro, Cueto y Miguel", es decir, el Trío Matamoros.)

Al situar al negro y sus cosas en la actualidad literaria y artística Guillén realiza una ''hazaña, impulsado por su ímpetu combativo contra la discriminación racista", dice Augier y cita el ejemplo de la Oda a Kid Chocolate (1929), elogio lírico del boxeador negro.

West Indies Ltd. (1934) es el punto que ''puede considerarse la toma de conciencia por Guillén de la plena realidad cubana" (West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente.../ Este es un oscuro pueblo sonriente, conservador y liberal,/ ganadero y azucarero, donde a veces corre mucho dinero,/ pero donde siempre se vive muy mal). Augier cuenta que conoció al autor justamente después de la publicación de este poemario: ''Me emocionó la cordial acogida de un poeta consagrado a un joven principiante y la naturalidad y sencillez y al mismo tiempo la firmeza de su carácter. También me impresionó en gran medida el casi aislamiento en que vivía y la extrema modestia de sus recursos. Era redactor de mesa de un vespertino. Me confesó que no había podido pagar la imprenta para liquidar la edición, pero me regaló uno de los pocos ejemplares que tenía".

Augier recuerda que en 1935 fundó el semanario Resumen, promovido por los comunistas, con Guillén en la redacción. Pero la revista tuvo vida efímera, apenas cinco números. Un año después volvieron al ataque con Mediodía, también atalaya de la izquierda partidaria, pero atenta a la ''intensa vida cultural de la época". Ahí Guillén reseñó ''el periodo revolucionario del presidente Lázaro Cárdenas, de México y la epopeya de la República Española". En México tuvo que publicar Cantos para soldados y sones para turistas (1937). ''No hubiera podido publicar en Cuba" una obra de ácida crítica a los ejércitos pro yanquis.

Poesía negra, política y musical

La Casa de las Américas acaba de reunir a expertos que examinan a Guillén, como la musicóloga María Antonieta Enríquez. En un coloquio, breve prólogo a la fiesta centenaria, habla de la amistad del poeta y el compositor cubano Alejandro García Caturla (1906-1940). El músico había emprendido la recreación en el pentagrama de Motivos de son. Trunca el proyecto porque un contemporáneo y colega suyo, Amadeo Roldán (1900-1939), trabajó más de prisa con la misma idea.

Los Motivos de Roldán son una ''obra fundamental en el catálogo" de este autor, dice Enríquez. García Caturla trabaja el mismo texto inspirador, pero se queda enguillen-anabelen dos obras, Vito Manué, tú no sabe inglé y Mulata. Luego en 1933 compone Yambambó, sobre el Canto negro de Sóngoro cosongo. (šYambambó, yambambé!/ Repica el congo solongo,/ repica el negro bien negro;/ congo solongo del Songo,/ baila yambó sobre un pie./ Mamatomba,/ serembe cuserembá/ El negro canta y se ajuma,/ el negro se ajuma y canta,/ el negro canta y se va).

En una crónica periodística, Guillén evoca el impacto de la negritud en García Caturla: ''Sentía una atracción irrresistible por lo negro como elemento de especulación artística. Era un temperamento de gran independencia que se enfrentó a las dubitaciones reaccionarias de su país y fue a buscar esposa definitiva al mismo campo, donde tantos buscan amante transitoria".

La música, la negritud y la política se cruzan en la obra de Guillén. En Elegía camagüeyana el poeta evoca a su padre, periodista que muere en 1917 a manos de soldados que reprimían una revuelta política. Busca mejores aires en La Habana, donde estudia leyes brevemente. Se fuga de lo que entiende como una mediocridad cultural. Narra su desencanto en el poema Al margen de mis libros de estudio, que provoca urticaria cuando aparece en la revista Alma mater. Vuelve a su provincia, funda y dirige la revista Lys, pero se gana la vida como corrector de pruebas y redactor en el diario El Camagüeyano. Suelta la mano en una sección (Pisto manchego) en la que mezcla un poco de actualidad, un poco de anuncios comerciales.

Vuelve a La Habana en 1926 y consigue empleo de burócrata. Se encuentra con Federico García Lorca, que ha viajado para dar conferencias, y conoce al poeta negro estadunidense Langston Hughes.

En 1930 arranca su emisión poética, que ya no pararía hasta décadas después. Motivos de son aparece en el Diario de la Marina y estremece, entre otras cosas, por su musicalidad. Un año más tarde financia con un premio de lotería la publicación de Sóngoro cosongo. La sociedad conservadora y racista se agita al chocar con una grafía adaptada a la fonética del negro caribeño (Ya yo me enteré, mulata,/ mulata, ya sé que dise/ que yo tengo la narise/ como nudo de cobbata/ Y fíjate bien que tú/ no ere tan adelantá,/ poqque tu boca e bien grande,/ y tu pasa, colorá).

Los sables hacen ruido en Europa y la izquierda es pro soviética. Guillén, con Juan Marinello, asiste en el México cardenista de 1937 al congreso de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). La creación y la política, una sola militancia, lo ponen al lado de Silvestre Revueltas, José Mancisidor, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros.

Repite la experiencia en España, que está en plena Guerra Civil y la República celebra en Barcelona, Valencia y Madrid el segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Llegan, y Guillén los frecuenta, Antonio Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Rafael Alberti, César Vallejo, León Felipe, Octavio Paz, Ilya Ehrenburg y Ernest Hemingway. Unido en el pensamiento, se afilia al Partido Comunista, entonces ilegal en Cuba, que incluso lo postula en 1940 como candidato a alcalde de Camagüey. La política lo absorbe, pero en 1944 funda con José Antonio Portuondo, Mirta Aguirre y Augier la Gaceta del Caribe, que sólo dura unos meses. Hace una larga gira por Sudamérica y publica en 1947 El son entero.

El mundo está instalado en plena guerra fría y los creadores no se permiten ambigüedades. Guillén escribe su Canción a Stalin (Stalin, Capitán,/ a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún./
A tu lado, cantando, los hombres libres van:/ el chino, que respira con pulmón de volcán,/ el negro, de ojos blancos y barbas de betún,/ el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán./ Stalin, Capitán).

En 1951 publica su impactante Elegía a Jesús Menéndez, su amigo el asesinado líder sindical de las plantaciones cañeras. Entra al circuito de rituales de la política exterior soviética y pasa por todas las capitales de Europa del este. El golpe de Estado de Fulgencio Batista (10 de marzo de 1952) lo sorprende fuera de la isla. El autoexilio es la alternativa a la segura persecución y el presidio. Acaba de publicar en Argentina La paloma del vuelo popular (1958), cuando triunfa la revolución cubana y vuelve a la isla. De esta época son Tengo (1964), Poemas de amor (1964), El gran Zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario que a diario (1972), El corazón con que vivo (1975) y el poemario para niños Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1978).

Homenaje de la nación entera

Cuba, el son entero, rinde homenaje al poeta del ritmo y la sensualidad.

Nicolás Guillén nace el 10 de julio de 1902 en Camagüey, tierra de ganaderos, ricos y blancos. Desde hace dos años se realizan celebraciones en su honor, que se intensifican en los días cercanos a la fecha. El recordatorio ''moviliza a los medios intelectuales, artistas y a toda la nación por que no podía ser de otra manera", dice Nicolás Hernández Guillén, nieto y presidente de la fundación que lleva el nombre del poeta. ''Va a ser la celebración de toda la nación cubana."

La Fundación Nicolás Guillén fue creada en 1991, dos años después de que muriera el escritor, a partir de la cesión de derechos de autor realizada por la familia. Busca contribuir a preservar y divulgar el conocimiento y el legado literario de su inspirador. ''Entre sus proyectos más ambiciosos", dice Nicolás, ''está el Centro de Información y Documentación Nicolás Guillén, en el que aspiramos a tener en formato digital todo Guillén, tanto la bibliografía activa como la pasiva, que es muy extensa, todo lo cual está ahora en papel."

En Argentina, España, Italia y México ya se han celebrado eventos académicos bajo la advocación del poeta nacional de Cuba. Seguirán otros en Francia (en el Festival de Biarritz), en la Universidad de Milán, en Jamaica, país tan íntimamente ligado a la obra guilleniana, y en México, durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, de noviembre próximo, que estará dedicada a la isla.

En ese encuentro libresco habrá un programa especial dedicado a Guillén, que incluirá la presentación de una antología del Fondo de Cultura Económica (FCE), realizada ''con muchos deseos, un gran espíritu de amistad y una vocación para tender puentes entre nuestros países", dice Nicolás.

''Tendría que hacerle aquí un necesario reconocimiento a Gonzalo Celorio (ex director de la editorial estatal mexicana, bajo cuya administración se preparó la edición)."

En Cuba la celebración es en grande, con el desarrollo de más de 60 conferencias, una serie de grabados conmemorativos y un programa musical de obras corales, sinfónicas, folclor y una tocada de medianoche con salsa, rock, rap y hip hop, entre un aguacero de festejos.

Un centenario lúdico, pues no podía ser de otra manera.

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