Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 2 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería de La Jornada
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >


 

Espectáculos

Es imposible resumir 88 años en un ejemplar, reconoce su autor, Carlos Díaz Barriga

La calle de los sueños, apenas un mordisco a la vida y obra del compositor Mario Ruiz Armegol

Más que ser popular, el interés del maestro fue hacer música que lo llenara pero sin soberbia, afirma Carlos Monsiváis y Ricardo Rocha presentan hoy el libro en el Centro Veracruzano

ARTURO CRUZ BARCENAS

Mario Ruiz Armengol fue el primero en ponerse reacio a que se escribiera una biografía sobre él. "No quiere que lo vean. Es de suponerse, acaso, que lo que quiere es que lo escuchen y nada más", relata Carlos Díaz Barriga, autor del libro La calle de los sueños, investigación sobre la vida y obra del músico veracruzano de 88 años de edad, que hoy será presentado al sur de la ciudad de México.

"šOígame, este muchacho (Díaz Barriga) de dónde va a tener idea de mi trabajo!", impugnó el maestro. Ajeno, accidentalmente, y para mala fortuna, pasaba rumbo a su mesa el decano reportero Severo Mirón. "Al vuelo" lo llamó don Mario y lo sentó de repente entre nosotros: "Miren, él sí tiene los años y la experiencia como para hacer esta tarea".

"Me descalificaba frente a todos, en tanto Modesto López -paisano de la música y hélice de esta idea- trataba de convencerlo. Una y otra vez. Sucedía todo en torno de una mesa del café San José, a media cuadra de la XEW...". Se defendió Díaz Barriga: "Miré, don Mario, si lo que me está haciendo se lo hubieran hecho cuando usted tenía apenas 15 años y, a pesar de ello, el cuatezón Beristáin le permitió dirigir la orquesta de aquella compañía teatral... supongo que se acuerda de la actitud tomada por aquel violinista que ese día protestó con un šcómo voy a tocar dirigido por este chamaco que he tenido en mis piernas comiendo cacahuates!..." šY lo dejaron, maestro...!

"Tenso silencio. Modesto se levantó modesto de su silla, y con una cámara fotográfica en la mano fraguó la frase que distendía: por qué no se voltean para acá... para el recuerdo... por si acaso lo piensa... por si acaso se convence, don Mario. Nadie volteó. Tenso silencio; otro.

"Creo... creo que ya me convenció", contestó Ruiz Armengol. Hay foto de ese hecho. Así nació el libro.

Dos años después...

Cuando Carlos Díaz Barriga puso su libro La calle de los sueños en las manos de Mario Ruiz Armengol, éste lloró. Su sensibilidad, sencillez y humildad lo hacen único: humano ante su propia grandeza. Es un orgullo para su estado, Veracruz, cuyo gobierno, a través de la Secretaría de Educación y Cultura y el Instituto Veracruzano de Cultura, y Ediciones Pentagrama presentarán hoy la obra que el autor no considera una biografía, sino apenas "un mordisco" a la vida y obra del maestro jarocho.

Presidirá el acto el secretario de Educación y Cultura de Veracruz, Juan Maldonado Pereda; la presentación estará a cargo de Carlos Monsiváis y Ricardo Rocha; cantarán Gualberto Castro y Patricia Carrión; al piano, Roberto Pérez Vázquez, y al sax, Rodolfo Popo Sánchez.

Díaz Barriga siguió los pasos de Mayito, como llaman sus amigos al maestro, el tiempo que fue necesario. Del hotel San Diego al café de la esquina de Ayuntamiento y Luis Moya, y de cualquiera de estos dos sitios al estudio de la XEW, día con día, con una disciplina de Mao Tse Tung; es decir, sin complacencias. Las pláticas lo llevaron a su cuarto de hotel, donde a regañadientes Ruiz Armengol le permitió buscar, hurgar, entre sus pertenencias, entre sus fotografías donde aparece con otros músicos, la mayoría hoy parte de la historia sonora mexicana.

Por ahí, en cajas amontonadas aparecieron algunas de las fotos que forman parte del libro. Algunas son documentos, testimonios, historia viva. La otra parte, la escrita, se logró con la charla, alimentada por la memoria prodigiosa de Ruiz, quien suele ser discreto en los detalles referentes a la vida privada. Igual, Díaz Barriga eliminó esos aspectos que buscan los medios amarillistas. "Es una forma de batalla", dijo.

A sus 88 años de vida, el maestro sigue activo. Continúa componiendo sus grandes miniaturas. Para el autor, el libro muestra y descubre a Mario Ruiz Armengol, quien nunca transigió al canto de las sirenas de bajarle a la calidad de sus obras, en aras de la comercialización.

"Estoy influido por su forma de ser; creo que es un buen hombre -precisa Díaz Barriga, en entrevista en las oficinas de Ediciones Pentagrama-; me tardé en estudiarlo casi dos años. Hablé con mucha gente. Hasta los setenta, la obra se Ruiz Armengol se limitaba a lo popular, que no fue poca, sino que se le grabó poco.

"Dijo que halló (Ruiz) en el cine un ambiente muy desordenado, y que él era bastante disciplinado. Trabajó en once películas y un día decidió que la once era la última, que no tenía nada que hacer en el cine, que lo suyo era otra cosa. A finales de los setenta se inclinó por la música clásica, y ahí no tiene límite en la cantidad; la calidad queda a juicio de los estudiosos, cuando descubran la obra. Sólo se conocen algunas cosas, pero la totalidad no sé cuándo vaya a ser evaluada."

Para Díaz algún día se reconocerá el trabajo de Ruiz en el estudio Telmo de la XEW, pues muchos lo visitan uno o dos o tres días, pero él está ahí diario. "Eso lo ha realizado durante los últimos 30 años. Diario llega a las nueve de la mañana al café San José, desayuna muy bien, saluda a sus amigos y después se va al estudio de la W. Diario.

"Así, hasta las tres de la tarde, porque decide que es momento de irse a descansar. Un día decidió hacer 80 miniaturas, pero hace unos meses me enseñó la número 95. Y si un día se cansa de hacer miniaturas, entonces hará danzas cubanas, o acabará alguna que dejó inconclusa, o se aplicará a danzas atonales, para oídos refinados".

-ƑPor qué no se popularizó su obra, como la del maestro Manuel Esperón, su contemporáneo?

-De entrada, Esperón es muy cercano a la música popular. Bajo su cobijo crecieron los dos cantantes más importantes de ese entonces: Pedro Infante y Jorge Negrete. No había nadie que hubiera podido competir con eso. Mario Ruiz no entró en ese terreno. Emilio Tuero escribió las letras de varias de las canciones de Ruiz Armengol aunque nunca quiso que apareciera su crédito.

"Joaquín Pardavé fue su compañero, en la época de las carpas, del Panzón Soto. Lo que sí me queda claro es que a Ruiz nunca le interesó la popularidad; le interesó hacer música que le llenara a él, pero esto no con soberbia. Halló en la música un acto muy íntimo. No trabajaba para el público. Optó por el hambre, antes que ceder. Todo eso lo hizo sin soberbia, sin creerse superior a los demás.

"Sus armonías eran distintas. Al final, en un balance, en eso que se llamó bolero moderno, el filin, todos reconocen que el maestro se llama Mario Ruiz Armengol. Y esto dicho por un maestro como César Portillo de la Luz, y por José Antonio Méndez, y aquí en México lo dice Vicente Garrido o Armando Manzanero, o Luis Demetrio."

Mientras el cine seguía su ruta, Ruiz caminaba por la suya, haciendo música más complicada. "El otro factor -para que no se popularizaran sus creaciones- es la personalidad de don Mario, que es la de un hombre exageradamente modesto", puntualizó Díaz, quien añadió que "sería ambicioso decir que su libro es una biografía; no basta, pues se trataría de hablar de 90 años."

La cita para la presentación del libro La calle de los sueños-Vida y obra de Mario Ruiz Armengol es hoy a las 20 horas en el salón galería del Mural, del Centro Veracruzano, ubicado en avenida Miguel Angel de Quevedo 687, casi esquina con Carrillo Puerto, Coyoacán. La entrada es libre.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año