Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 20 de junio de 2002
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Capital

Emilio Pradilla Cobos

ƑAdónde va el PRD-DF?

En su congreso estatal el PRD-DF aprobó la línea política hacia 2003, que coloca el plebiscito sobre el segundo piso en Periférico y Viaducto y la consulta para la "ratificación del mandato" del jefe de Gobierno como "momentos claves para el posicionamiento del partido en la contienda electoral de 2003", que le permitirán "alcanzar un nivel de movilización y presencia que impacten favorablemente" y "desencadenar una dinámica de movilización y articulación de las instancias, desde el Consejo Estatal hasta los Comités de Base" (La Jornada, 12/06/02). Este planteamiento muestra la pérdida de rumbo del partido. En lugar de diseñar una plataforma política que sistematice y articule las demandas fundamentales de la capital, de las y los capitalinos -sobre todo de las y los explotados y oprimidos-, y las soluciones a mediano y largo plazos que aportarían sus legisladores y gobiernos delegacionales o que deben exigirse al Ejecutivo y el Legislativo federales, y llamar a los ciudadanos a movilizarse en torno a ellas, el PRD-DF se asume como instrumento publicitario de dos actos del gobernante local, de muy diferente naturaleza política.

La construcción del segundo piso vial, decidida personalmente por el jefe de Gobierno sin consulta previa ni apego a ningún proceso de planeación democrática, va en contra de los intereses de la mayoría de la población que usa transporte colectivo, beneficia a una minoría de automovilistas, promueve el uso del automóvil y nada tiene que ver con el programa político del PRD o de la izquierda en general. La realización del plebiscito le fue impuesta al jefe de Gobierno por los ciudadanos cuando el proyecto ya había mostrado su inviabilidad financiera. La revocatoria del mandato de los gobernantes, en cambio, es una vieja reivindicación democrática de la izquierda y del PRD, pero entendida como un derecho de los ciudadanos que debe ser incluido en la Constitución y las leyes, y no como un acto voluntario y publicitario del gobernante mismo, elegido para un mandato de seis años, sin que los ciudadanos lo hayan solicitado. La superposición de las dos consultas, la primera organizada por un órgano autónomo (el Instituto Electoral del Distrito Federal) por mandato de ley, hará que la segunda pueda ser realizada por instancias no autónomas, seguramente del mismo gobierno, con procedimientos poco confiables como la consulta telefónica, lo que le quitará toda validez y lo reducirá a un ejercicio de publicidad personal.

El PRD-DF parece haber olvidado una década de crítica al PRI como partido de Estado, como instrumento operativo del poder gubernamental, y tiende a reproducir ese proceder; ha perdido su autonomía frente al gobierno local, ha renunciado a la evaluación democrática de sus ideas y decisiones personales, para convertirse en defensor acrítico de ellas, aunque no sean parte de su proyecto político o sin que se haya solicitado previamente su opinión. Con estas prácticas, en lugar de avanzar hacia la unidad de sus militantes en torno a un programa y una línea de izquierda, o de movilizar a sus simpatizantes, a los ciudadanos y a los movimientos sociales en la conquista de sus demandas esenciales, lo que el PRD-DF logrará será profundizar la división y la desmovilización al poner en el centro del debate un proyecto inviable y contradictorio cuestionado por muchos, entre ellos perredistas, gente de izquierda y democrática, y a la convocatoria para obtener un "voto de confianza" para un gobernante, que no está en la preocupación de los ciudadanos porque lo eligieron, por mayoría relativa y limitada, para un periodo determinado, para que cumpliera sus compromisos de campaña.

Este mismo efecto de separación con diversos sectores de la ciudadanía, en particular con el movimiento urbano popular perredista, de izquierda o democrático, lo está generando la posición acrítica y subordinada asumida por el partido y sus legisladores sobre el Bando 2, que el gobierno local pretende legalizar en el proyecto de Programa General de Desarrollo Urbano, devuelto por la Asamblea Legislativa hace más de un mes, sin que se haya convocado a ningún debate público para su perfeccionamiento, ni siquiera en el restringido Consejo Asesor de Desarrollo Urbano. Se sabe que el jefe de Gobierno no está dispuesto a modificar nada sustancial de él, a pesar de la gran importancia que tiene para el futuro de la ciudad, y de las severas críticas que su política ha despertado en muy diversos actores y sectores sociales.

Si el PRD-DF quiere reconstruir su unidad, dinamizar su estructura, movilizar a sus militantes y a los ciudadanos para que lo vean como su dirección y voten por él, debería abrir un debate amplio, interno y público sobre la ciudad y el país que quieren los capitalinos para hoy y mañana, convertirse en su instrumento e impulsor, y dejar de ser el operador político de un gobierno y un gobernante. Esto no significa romper con ellos, si ellos responden a los intereses ciudadanos en el marco de la política del partido.

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